
Podría divagar sobre el ‘seso’ de los ángeles o sobre las lechugas enanas, pues en época veraniega la fiesta es la fiesta y las hipotecas son para el invierno. Por lo que, aquello que pueda crear a quien leyere pensamientos filosofales profundos, ya sean intencionados o no, y no le permitan dormir la siesta, debe ser descartado. Por lo expuesto, todo lo demás que en este relato se describe va por el camino de la moderación, siguiendo la actual línea ministerial.
Para mas ‘inri’, lean:
Del Heraldo Segoviano, periódico nacido de la idea del trabajador de artes gráficas y tipografía, Martín Crespo, de fecha 1926 (96 años atrás), recojo:
Queja in-comprensible
Merín, colaborador habitual del citado, bajo el título ‘Sociedad Organizada en Segovia’ describió: ‘La referida sociedad está compuesta por 101 corporaciones, entidades, oficinas públicas, juntas, comisiones, etc. Son 12.103 personas las que ejercen algún empleo cobrando su correspondiente sueldo ¿Es que no se puede exigir más? ¿Es que no es para indignarse que en una población de algo más de 16.000 habitantes, exista tan crecido número de autoridades, corporaciones y funcionarios?
¡Y que todavía haya quien se queje!’.
Eso era antes de ayer. Ahora… ‘Ya todo aquello pasó/ todo quedó en el olvido/ y las promesas que hiciste, Rigoberto, en aire se han perdido’. Con ritmo de bolero (1).
Me dice mi otro amigo, que no me olvide de los 22 ministerios y lo que hay dentro. Mas considero que describir esto sería hacerlo con malsana intención. No existe concomitancia, que según la RAE es ‘coincidencia deliberada o casual de dos o más factores en la producción de un efecto’ (¿?)
Pasamos página y a lo que te voy,
El Hospital de Peregrinos
En los tiempos de ‘maricastaña’ (1442), que aquellos de más edad conocen, se fundó –y funcionó-, en la ciudad un hospital al que se bautizó con el nombre de ‘San Antonio de los Peregrinos’, para el que puso dinero ‘sobre la mesa’ uno de los Arias Dávila, Diego -Ysaque Alboher- político, noble y judío-converso, al servicio (económico) que estuvo de Juan II y el hijo de este, Enrique.
Datos para más saber:
– La puerta principa1 del convento y 1a fachada de la iglesia daban a la plazuela de San Andrés o rinconada de San Andrés.
– Frente al convento, construido sobre el corral del judío Mosén Juan, propició Diego Arias el hospital de San Antonio de los Peregrinos. Años después, ya construido, Diego afirmó: ’yo hice y edifiqué en la muy noble ciudad de Segovia un hospital de vocación en nombre de señor Santo Antonio’.
En el recinto, con catorce camas, se recogían hombres y mujeres pobres y enfermos y en caso de defunción se les enterraba en el cementerio del vecino convento. Si bien a finales del XV contaba con un cementerio propio y una huerta, que atendían los mercedarios del Convento de la Merced, de mercedarios calzados, construido en 1367.
El número de pobres que entraban a diario era de doce, entre hombres y mujeres, y permanecían allí tres días. Los que llegaban enfermos estaban hasta sanar, si bien nunca podía pasar el número de acogidos de veinte.
A su servicio estaba el médico, un cirujano y un boticario. Más capellanes y porteros.
En 1574, la Ciudad compraba parte del huerto del hospital al conde de Puñonrrostro, descendiente de los Arias Dávila, para engrandecer su vivienda. El callejón aún existe dentro del antiguo edificio de Sección Femenina, de una anchura de 3,50 metros.
Otra parte de la historia.
-El Convento, situado donde ahora está la fuente de la plaza, fue demolido para ensanchar la calle en 1842, si bien su desamortización data de 1823.
-En su lugar se construyeron los jardines de La Merced, en 1843. El 21 de marzo de 1945, la Sección Femenina adquirió el edificio a los de Puñonrostro. Descrita la instalación de la siguiente manera: ‘Una casa señalada con el número diez de la calle de Daoiz antes de la Canongía Nueva, con salida a la calle de Velarde, compuesta de varias dependencias: habitaciones, patios, cocheras, cuadras y jardín con invernadero…
-En ella hubo enclavada una capilla que estuvo destinada al culto público bajo la advocación de San Antonio de Padua; ocupó todo una superficie de mil ciento setenta y tres metros cuadrados…’. Permaneció ‘vigente’ hasta 1946.
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(1) ‘Dos cruces’. Jorge Gallarzo lo cantó vez primera en 1952.