Virginidad perdida

Sobre la bocina. A punto de oír las señales horarias que convierten la carroza en calabaza. Así se cerró el pacto PP-Vox este jueves; el acuerdo que permite gobernar a los segundos por primera vez en una comunidad autónoma desde que estos ciudadanos se convirtieron en partido político –antes eran sociológicamente adeptos, y muchos de ellos miembros, del Partido Popular-; un convenio, en fin, que rompe líneas rojas, cordones sanitarios y demás chorradas que ni siquiera deberían ser mentadas en un país maduro democráticamente hablando. Por más que desde Europa chuflen voces estentóreas. ¿Recuerdan cuando Pedro Sánchez manifestó solemnemente en TVE que nunca pactaría con Podemos? ¿Se ha olvidado su “no podría dormir tranquilo” teniendo a Pablo Iglesias en el Ejecutivo? Era otra anomalía. Como lo es que una ministra diga que en España “la justicia no es igual para todos”, cargándose de un plumazo la independencia de uno de los bastiones del Estado de Derecho. Ahora pasa lo mismo con Vox. Guste o no guste, es la democracia; el respeto a la voluntad soberana de los ciudadanos; y la consecuencia de que no exista un partido de centro; de la falta de centralidad política en nuestro país.

¿Qué significa ‘impulso de todas las capacidades productivas’?

Decía que el acuerdo en CyL llegó sobre la bocina. Como se deciden los malos partidos de fútbol. Tras intercambio público de mensajes que leídos hoy, enrojecen. Se notan las prisas en la redacción del acuerdo. Qué mal castellano utiliza en la tierra –presuntamente- del castellano. Está escrito desmañando el lenguaje. ¿Qué significa ‘impulso de todas las capacidades productivas’? ¿’Infraestructuras de comunicaciones’ o ‘Infraestructuras para o de la comunicación’? ¿Alguien puede explicar que es la violencia ‘intrafamiliar’? ¿No tenían mejor adjetivo para la política ‘fiscal’ –supongo que se refieren a la tributaria- que el de ‘inteligente’? Miren por donde, ahora que lo pienso puede ser una novedad estudiar en las Facultades de Derecho: ‘Política fiscal inteligente’. I y II… Mejor no seguir. Se han librado de que el maestro Lázaro Carreter haya abandonado este mundo y no puede incluir tamaña expresiones en su libro El dardo en la palabra.

Observo que me estoy yendo por las ramas para no hablar del fondo que subyace a los once ejes de gobierno y a las treintaitrés acciones. Pero es que no tienen mucha chicha. Son principios programáticos que en el noventa por ciento podrían ser suscritos por cualquiera. Les ha faltado incluir que los castellanos y los leoneses tienen el deber de ser ‘justos y benéficos’, como se leía en la Constitución de 1812. Visto lo visto, es lo que ha conseguido el PP en la negociación. En el tintero ha quedado, por ejemplo, la solicitud de Vox de derogar el decreto –que no ley- de Memoria Histórica, una de las dos peticiones que aireó la noche electoral. Y en cuanto a la violencia machista, el programa incluye la aprobación de “una ley de lucha contra la violencia intrafamiliar”, para a continuación asegurar que se actualizará “la normativa vigente en materia (sic) de protección para mejorar la atención a las víctimas, especialmente cuando sean menores, mujeres (las cursivas son mías), personas con discapacidad o personas vulnerables”. Y se pone especial énfasis en el “medio rural” y se “garantiza la igualdad”.

Más allá de lo dicho, Vox si acaso ha conseguido entre las generalidades incluir expresiones como «lucha contra las mafias ilegales» – ¿quién puede oponerse?- o el “derecho inalienable de los padres a decidir la educación de los hijos”, otro aspecto con más aspecto de soflama que de medida concreta de gobierno. Ortega y Gasset decía que el paisaje de Castilla es plano. Que apenas si se observan curvas. Planos son los cinco folios firmados ayer. A cambio, los de Abascal y García-Gallardo han conseguido tres consejerías, una vicepresidencia –en la Junta- y la Presidencia de las Cortes. No es probable que ejerzan como portavoz.

El PP pacta por primera vez de manera significativa con Vox en lo que será la ruptura de un tabú que en el futuro se repetirá –o no- en donde la aritmética dé de sí, y Vox adquiere un aire institucional

Cuando hace dos años se firmó el acuerdo PP-Cs, Igea manifestó que era aquella una pareja sin amor. No sé si lo tendrá esta. De lo que estoy seguro es que la nueva dupla ha perdido con él la virginidad. El PP pacta por primera vez de manera significativa con Vox en lo que será la ruptura de un tabú que en el futuro se repetirá –o no- en donde la aritmética dé de sí, y Vox adquiere un aire institucional: tendrá, por lo tanto, que olvidarse de soluciones fáciles a problemas complejos y de proclamas como las que utiliza contra la prensa o contra “la derechita cobarde”. O de medidas como las de prohibir –nada dice de esto el programa pactado- la financiación de sindicatos o la publicidad en medios de comunicación. No estaría mal la cosa si se llevara a cabo. Las alharacas no son buenas en política. En una democracia, las formas poseen un valor sustantivo. Y chirría observar cómo procuradores del PSOE se niegan a dar la mano al presidente de las Cortes -no al ciudadano Carlos Pollán- o como una de ellos promete la salvaguarda de la Constitución y del Estatuto de Autonomía con la entradilla “por todas las mujeres” -¿no forman parte los hombres de su circunscripción electoral?-; u oír a los procuradores de UPL introducir en su acatamiento la fórmula: por la región leonesa. Nuestra Constitución y nuestro Estatuto amparan incluso a quienes se postulan en contra del concepto Nación o Comunidad. Y bien está –los alemanes no lo hacen-, pero hay momentos y momentos, formas y formas. Este punto se les ha escapado a PP y Vox en su acuerdo. Será porque los representantes del segundo también pusieron su detallito en la sesión parlamentaria, antecediendo a su juramento un “por España”.