
El próximo 1 de octubre la Real Cofradía de la Santa y Venerable Esclavitud y Santo Entierro del Cristo de los Gascones, celebrará los 375 años de la refundación de la Cofradía y con ese motivo celebrará una Eucaristía y una Procesión Extraordinaria desde la iglesia de San Justo y Pastor hasta la S.I. Catedral, con su imagen titular portada en andas. El 6 de septiembre del año 1647, queda reflejado documentalmente la refundación de esta cofradía. Se habla de refundación puesto que, una imagen tan antigua y con tanta historia como es el Cristo de los Gascones, es probable que contara con una cofradía muy anterior a esa fecha, pues, en el año 1459 se constituye un censo a su favor, según una escritura pública con fecha 25 de julio ante Alfonso Pérez de Villalar. La tradición da cuenta de la llegada del Cristo de los Gascones por parte de una compañía de gascones y alemanes que se disputaban la propiedad de la imagen y resolvieron el problema subiéndola a lomos de una yegua a la que cegaron y pusieron en camino, para, donde se detuviese el animal, dejar la sagrada imagen. La yegua cruzó los Pirineos, atravesó España y vino a parar a Segovia. Tras pasar por la calle Santa llegó a la ermita de los santos niños Justo y Pastor donde, ante el atrio, cayó muerta, entendiendo los acompañantes que era deseo de Nuestro Señor se quedara su imagen en ese templo. Desde entonces, el Cristo de los Gascones ha sido venerado en esta iglesia que fue transformando su estructura, gracias a la devoción de las gentes. La imagen es una talla de madera policromada de Cristo yacente, de 1,82 metros, con los brazos articulados, que servían para poder escenificar el pasaje evangélico del Descendimiento de la cruz, ante el maravilloso ábside decorado con pinturas románicas de contenido cristológico, durante los cultos de la Semana Santa y es considerada como la imagen más antigua que procesiona en Segovia. Es verdad que la documentación que tenemos sobre las procesiones de la Semana Santa de Segovia nos indica que desde el siglo XVI se venían celebrando, pero es seguro que, con anterioridad, salía procesionalmente la imagen del Cristo de los Gascones el Viernes Santo, en la procesión del Santo Entierro. Era una procesión muy concurrida que suscitaba gran devoción en el pueblo y a la que asistían los escribas y letrados de la ciudad que más tarde se transformó en la Curia segoviana, compuesta por el colegio de abogados. En dicha procesión acompañaba también, haciendo guardia junto a la urna, ocho personas revestidas con armaduras o corazas, denominados «Los Gascones». Pero esta devoción hacia el Santo Cristo a lo largo de los siglos no se ha limitado exclusivamente a las salidas procesionales del Viernes Santo sino que, ha sido tanta la fe que el pueblo tenía, que recurrían a Él, en circunstancias especiales como eran épocas de sequías, epidemias o guerras pidiendo su ayuda y protección divina. La ciudad, el Ayuntamiento y el Cabildo Catedralicio, con el obispo a la cabeza, acudían en procesión y rogativa a la iglesia de San Justo para, o bien subir la imagen del Cristo de los Gascones a la Catedral o para llevar a San Justo las reliquias de San Frutos y sus hermanos Valentín y Engracia. La devoción del pueblo de Segovia mandaba acudir primero al Cristo de los Gascones y, si no se alcanzaba la gracia solicitada, se impetraba la intercesión de la Virgen de la Fuencisla. Se han recogido documentalmente varias de esas salidas en rogativa, y se recuerda especialmente la del año 1683, llamado el Año del milagro, en el que toda Segovia y su provincia sufrió una sequía extrema. En aquella ocasión se determinó que el domingo de ramos bajasen a la iglesia de san Justo las reliquias de san Frutos y sus hermanos en rogativa solemne y aunque se pidió con fervor el don de la lluvia, la gracia no se alcanzó. Sin embargo, el Viernes Santo, en la procesión que se acostumbra hacer ese día hasta la catedral, comenzó a llover abundantemente. Por tres veces se intentó sacar la imagen de la catedral y otras tantas lo impidió la lluvia, y así estuvo dieciséis días. Agradecida la ciudad por el favor recibido, decidieron bajarle de nuevo a su capilla, en una solemne procesión con gran acompañamiento de fieles, cruces parroquiales de los pueblos de la provincia y altares en las calles de la ciudad. Al acercarse la hora del traslado, se desató un fuerte huracán que obligó a suspender la procesión hasta el día siguiente, momento en que se repitió la tormenta, entendiendo que era voluntad divina no se celebrase tal festejo. A los pocos días, cuando el buen tiempo lo permitió, se preparó una sencilla procesión anunciada únicamente por las campanas de las iglesias de la ciudad, pero eso bastó para que acudiera un gran número de personas acompañando la sagrada imagen hasta la iglesia de San Justo. El recuerdo de este milagro portentoso que se produjo ese año, se perpetuó incluso por parte del Ayuntamiento de Segovia que realizó un voto para sufragar con sus fondos una lámpara de aceite que luciera constantemente ante la imagen del Cristo, lo cual se hizo desde ese año 1683 hasta 1896 en que suspendieron ese ofrecimiento. En otras ocasiones, ha quedado patente la protección del Santo Cristo sobre la ciudad, pues a lo largo de los siglos XVII y XVIII se suceden las rogativas implorando el don de la lluvia, el fin de las plagas de langosta e incluso se pidió por la paz en las guerras que se sucedieron contra Francia y Portugal. Más recientemente, somos muchos los que aún conservamos en nuestra memoria el día 8 de marzo del año 1992, la última vez que salió procesionalmente la imagen del Cristo de los Gascones en rogativa pidiendo la lluvia, desde la iglesia del Salvador hasta la iglesia de san Justo. Por cierto que, en aquella ocasión el agua acompañó el recorrido procesional y los días sucesivos. El próximo sábado, la procesión y la intención de la misma será distinta. No lo hará como es habitual el día de Viernes Santo para recordar la Pasión, muerte y sepultura de Cristo, sino que será una procesión «de gloria», de acción de gracias a Dios por el don de su hijo Jesucristo, por la entrega generosa de su vida, por haber dejado en Segovia su imagen sagrada y en recuerdo de tantos años de devoción, nada menos que 375 años «oficiales» y otros muchos más de amor hacia el Santo Cristo de los Gascones. Hay que agradecer a la Real Cofradía de la Santa y Venerable Esclavitud y Santo Entierro la organización de esta procesión extraordinaria, fuera de las fechas tradicionales, pues será una ocasión propicia para mostrar la fe y la gratitud del pueblo segoviano hacia el Cristo de Segovia y pedirle su protección constante sobre esta ciudad que Él mismo escogió para dejar su sagrada imagen.