‘Los árbitros son un mal necesario’. Así, sin dudas de por medio, me dijo un directivo de un club de fútbol de la capital, una vez concluido el encuentro en el que su equipo había perdido, 2-3, con victoria visitante en el último minuto y en jugada dudosa. En esas seis palabras se esconden, opino, verdades y mentiras.
Cierto es que en rara ocasión –puede que nunca-, se refieren al árbitro para criticarle cuando se ha ganado el partido, sea del deporte que fuere. No se espera, ‘a sensu contrario’, que cuando se gana se destaque la actuación arbitral. Este colectivo, por activa o por pasiva, lo tiene harto difícil en su labor, ya fuere antes, durante, o al final del encuentro. Cierto que en categorías superiores les espera un buen sueldo, que es el que mitiga el ‘coro’ de improperios que reciben.
Demos la vuelta a la ‘tortilla’. Me comentan que la falta de árbitros en categorías inferiores –ahí siempre hubo dificultades para nombrar colegiados para todos los encuentros semanales-, era tal ayer y lo es hoy, que algunos han de dirigir dos y tres partidos en un fin de semana. Pues bien, ahora la falta debe ser mucho mayor y hay una propuesta, si es que ya no es una total realidad, que los encuentros de futbol de categorías inferiores el equipo de casa pueda elegir a uno de sus integrantes (directivos, entrenadores…) para ‘suplir’ al colegiado.
¿Será esa una solución? ¿Se dejará así de criticar, por todo, la labor arbitral? ¿Se armará, por el contrario, la ‘marimorena’- dentro y fuera-, porque el ‘árbitro’, por más que se esmere, solo ve las faltas de los del otro equipo? ¿Continuará siendo e personaje la ‘cabeza de turco’ de todo encuentro?
Se admiten sugerencias… pero sólo para mejorar el ‘ambiente’.