Allá por el último tercio del siglo pasado, aunque parezca mentira, existió en Segovia una Peña nudista en la cual participé siendo miembro de número de la misma.
En el año 1978 sufrí un ataque de gota muy virulento que me dejó paralizada las dos piernas, quedando ambas agarrotadas en ángulo recto, lo que no me permitía ni andar, es decir que quedé inválido de los miembros inferiores. Así estuve un mes aproximadamente acribillándome a inyecciones en las nalgas y en vista de que no solo no mejoraba sino que cada vez iba a peor intensificándome los dolores, recurrí a mi hermano que era el facultativo jefe de la Sección de Traumatología y Ortopedia del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Tomé un taxi bajándome de casa mis dos hijos sentado a «la sentadita de la reina» y a Madrid me dirigí.
Lo primero que hicieron los facultativos al veme es ponerme una inyección que me calmó los dolores agudos que soportaba y luego después de estar sentado un buen rato en un pasillo, me localizaron una cama vacía en una habitación y quedé ingresado en dicho hospital. De inmediato diagnosticaron mi mal que era un ataque furibundo de la gota y le pusieron remedio; a los cinco días ya me ponía de pie y así poco a poco comencé a andar por los pasillos del mismo centro. A los 10 días estaba en mi casa y comencé a dar paseos todos los días y poco a poco terminé por hacerme trotando el circuito de la Piedad. También me recomendaron hacer natación para mi rehabilitación. Así que para bañarme y nadar nada mejor que bajar a la presa de la fábrica de luz nueva o de los batanes en el Rio Eresma que conocía de antiguo.
Allí en la plataforma de hierro que culmina la presa estaban en pelota picada tomando el sol o bañándose los componentes de la Peña Nudista, algunos eran antiguos amigos míos. La formaban unos 16 miembros masculinos entre los que se encontraban muchos comerciantes, un perito industrial, profesores del instituto, un militar, un relojero, etc. y mi persona desde que me integré. Casi todos eran gentes muy conocidas en Segovia, de los que intencionadamente omito sus nombres por si acaso pudiera herir alguna susceptibilidad.
Desde el primer momento aquellos nudistas me acogieron con naturalidad ya que yo inmediatamente participe en el nudismo siendo un miembro más.
Aquella peña informal, no tenía reglamento ni siquiera cargos, pero ya tenían algunas «buenas costumbres». Así por ejemplo todos los viernes se hacía una comida en el Bar Chafa que ese día tenía buenos mariscos y al final de temporada se daba una comida a base de cordero asado en el desaparecido restaurante de San Millán, Calle de San Millán, 5, que los elaboraba el gran maestro asador Ignacio García antiguo amigo mío nacido en Navares de En medio (Segovia).
Para entretenerme cuando tomaba el sol me llevaba un transistor y allí me enteré de la tragedia de Chernóbil que fue un accidente nuclear sucedido el 26 de abril de 1986 en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania, que en ese momento pertenecía a la Unión Soviética, a 3 km de la ciudad de Prípiat, a 18 km de la ciudad de Chernóbil y a 17 km de la frontera con Bielorrusia.
Generalmente a la hora de comer todos se iban y yo me quedaba solo. Aprovechaba para comer ya que a la sazón llevaba unos bocadillos y agua que me servían de comida. Por la tarde algunas veces siguiendo la ribera del río ascendía y llegaba hasta Tabanera, regresando por la carretera de Palazuelos con el fin de andar más a ver si lograba el estiramiento de la pierna izquierda, por cierto que no logré su perfecto funcionamiento quedándome desde entonces una ligera cojera.
Es curioso que al pasar por el Bodón de las Señoritas, algunas veces estaban bañándose Carlos Kettenburg Silos (hijo único del matrimonio de Max von Kettenburg y de Blanca de Silos) con su señora Concepción Calvo Vázquez para mí desconocidos entonces y que posteriormente fueron mis amigos. El imprevisible destino ha hecho que hoy día Conchita sea mi querida esposa hace ya 25 años.
Terminada la temporada de la Presa, la Peña se trasladaba a la playa de las Arenas que después de haber sido habilitada por el Ayuntamiento ya estaba abandonada. Allí al resguardo de los vientos se tomaba el sol y nos dábamos una breve zambullida incluso en los meses de invierno, teniendo en alguna ocasión que romper los hielos del río para chapuzarnos.
Así estuve yendo más de diez años hasta que por razones de edad desistí pero la Peña subsistió varios años más. Algunos componentes de la Peña han fallecido y el resto ya somos muy viejos para practicar esos deportes más propios de gente joven. Pero en fin, la Peña Nudista existió.