
Nada menos que 42 años se viene celebrado en Madrid FITUR, es decir, la Feria Internacional de Turismo, considerada hoy como una de las de mayor prestigio, dado que su crecimiento ha ido aumentando gradualmente hasta llegar en el año presente (del 18 al 22 del pasado enero) a cifras muy superiores a los precedentes. Mi asistencia a la Feria ha sido muy numerosa, casi la totalidad de ediciones, desde la primera que se celebró en enero de 1981 en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, con 1.500 expositores, que este año han llegado a los 8.500.Fueron 37 países los que acudieron a aquella inauguración, frente a los que este año han sido 131. Quiere ello decir de la importancia de este certamen, que ante su rápido crecimiento tuvo que trasladar su ubicación, y en 1992 se instaló FITUR en pabellones de IFEMA, en el entonces recién inaugurado Parque Ferial “Juan Carlos I”. Hoy, la representación española ha ocupado tres pabellones, de los ocho que abarcan las instalaciones, y en ellos ha estado presente Segovia, naturalmente incorporada al espacio que ha ocupado la representación de Castilla y Lón.
Pero ahí viene precisamente la cosa. Javier Pérez Andrés es un periodista palentino y residente en Valladolid, muy conocido, especializado en gastronomía con espacios en periódicos y televisión, y concurrente a muchas ferias y acontecimientos gastronómicos a los que es invitado por su experiencia, como digo, en el tema. Por cuyas especialidades se le concedió el Premio Nacional de Gastronomía.
Ante la instalación del escenario en FITUR correspondiente a nuestra Autonomía, se agolpa la información de forma “muy apretada”, por lo que Pérez Andrés, en un reciente artículo (“El Mundo”) escribe: “El turismo de Castilla y León, en el conjunto de la oferta nacional es incuestionablemente más grande, diverso y culto y no podemos ir a FITUR con este diseño, estos mensajes deslavazados y con una puesta en escena excesiva en presentaciones al aire. Por eso pasamos desapercibidos en una feria donde somos líderes en el 85% de la oferta turística. Necesitamos ya un pabellón entero, como Andalucía”. Y agrega: “No podemos ir a FITUR con un mostradorcito de patio de colegio y presentaciones y ruedas de prensa desenfocadas”.
En los pasados años no he vuelto a FITUR, ya suficientemente conocido, recorrido y “saboreado”, pero recuerdo muy bien los anteriores y creo que el problema que plantea Pérez Andrés es auténtico y realista. Años que estando presente “me avergonzaba” de la pobreza de nuestras presentaciones, y de un mínimo de asistencia de profesionales y periodistas, salvo las autoridades locales y “cuatro” más. Pienso, por tanto, que en efecto será conveniente hacer un profundo estudio del tema y aspirar a elevar un poco más el presupuesto para buscar la merecida dignidad a la que alude mi compañero y amigo.
En los años iniciales de FITUR, los españoles todavía viajábamos poco al extranjero, por lo que las oficinas de turismo de varios países, mayormente radicadas en Madrid, invitaban a reducidos grupos de periodistas de turismo a visitar sus naciones. Mi primer viaje como tal invitado fue en 1980, a la República Federal de Alemania, cuando todavía existía la vergüenza de aquel muro que, previas severas medidas de control, pudimos pasar para visitar la entonces llamada República Democrática Alemana (o Alemania del Este). Naturalmente, fruto de estas invitaciones fueron los reportajes publicados a nuestro regreso con las primeras impresiones, de los que tanto en este diario como en varias revistas de turismo, figuran un buen número de reportajes con mi firma.
El tiempo, las condiciones económicas y la paulatina apertura de España hacia el extranjero, fueron animando a todos para empezar las estupendas aventuras del viaje, mayormente organizado por agencias especializadas, que tantas sorpresas gratas nos ofrecen en cualquiera de los países que elijamos.
¡¡AL FIN!! Sí, por fin empezaron las obras de lo que han dado en llamar eje Plaza Mayor-Alcázar. Y lo han iniciado a cuatro meses de las elecciones municipales. Posiblemente pensando que estos trabajos, esperados desde hace varios quinquenios, puedan reflejarse en las urnas en mayo. No es posible pronosticar nada, claro está, pero lo que no van a olvidar los vecinos es el retraso y desidia de tantos años, que recordarán para siempre, incluso es posible que, junto a los nombres de los “olvidadizos”, se quede registrado en la pequeña historia del barrio, si algún día se escribe. Ante las obras, el Ayuntamiento apela a la comprensión y a la paciencia de vecinos y comerciantes. ¿Y es que no se ha tenido PACIENCIA al paso de los años?