
El Teatro Real de San Ildefonso, que originariamente se llamaría de Carlos III, a la sazón fue rebautizado como Teatro Infanta Isabel en honor a la ilustre visitante, la ex princesa de Asturias y condesa de Segovia: Infanta Isabel Borbón y Borbón, «La Chata». Era un teatrito a la italiana, encargado por Garrofoni, secretario del marqués Aníbal Scotti, e iniciada su construcción hacia 1770 según el proyecto del arquitecto francés Jaime Marquet, y ya en 1738 estaba en pleno funcionamiento. Era parecido al teatro Real de Madrid salvando las distancias ya que el de la Granja era minúsculo, tenía su patio de butacas, plateas, palcos y anfiteatros pero su aforo era muy inferior al citado. Fue uno de los cuatro teatritos que se construyeron en sitios reales: Aranjuez, el Pardo, San Lorenzo de El Escorial y San Ildefonso o la Granja todos ellos al servicio de la monarquía y al gusto italianizante de Carlos III que anteriormente había reinado en Nápoles y Sicilia y los ducados de Parma y Plasencia.
Desde Carlos III el teatrito fue frecuentado por la monarquía y su numeroso séquito, asistiendo ya a finales del siglo XIX y comienzos XX con asiduidad la infanta de nombre el mismo del teatro conocida por «La Chata». Existen fotografías donde se ve a la infanta ocupando su platea acompañada por su séquito, particularmente por la inseparable señorita Margot Beltrán de Lis. Como el teatro estaba hecho para solazarse principalmente la familia real y su extensa comitiva y éstos asistían en sus vacaciones de verano en la Granja, no se instaló un sistema de calefacción, por lo que al pasar a manos privadas y proyectar cine en invierno, a la empresa se le ocurrió poner dos grande estufas de leña en medio del patio de butacas, con dos tubos horizontales de salida de humos que le atravesaban totalmente. Naturalmente a los que se sentaban en una localidad próxima a la estufa se asaban de calor y a los que tocaba lejos se helaban de frio. Pero en fin así se apañaban.
Observado detenidamente el interior del teatro se veía que en otro tiempo había tenido riqueza ornamental pero en un estado lamentable por estar excesivamente envejecida lo que hubiera exigido una profunda restauración. Pero los granjeños o toribios asistiendo al cine se entretenían pasando así los larguísimos inviernos de esta localidad antes de llegar a España la Televisión.
Siendo mi madre toribia, es decir nacida en la Granja, visité en mi niñez y juventud con mucha frecuencia este pueblo, pero siendo niño nunca asistí al teatro, posteriormente en mi juventud y viviendo en Segovia estuve en él en varias ocasiones.
En lo que me concierne diré que recuerdo que la primera vez que le visité se proyectaba el film «San Demetrio de London» una película inglesa de 1943. Es curioso su argumento, ya que se incendia el barco y la tripulación lo abandona en botes salvavidas. Después de navegar erráticos por el mar durante mucho tiempo encuentran por fin un barco al que consideran que será su salvación. Cuando se aproximan a él comprueban que era el mismo San Demetrio de London cuyo incendio ya se había apagado por consunción.
Posteriormente estuve otras tres veces más, pero en estas ocasiones a actuar como actor aficio-nado:
La primera: El Cuadro Artístico de las Congregaciones Marianas representó en el Teatro Infanta Isabel el día 24 de abril de 1948 en sesiones de 7,30 y 10,45 la comedia «El último mono o el Chico de la Tienda» de Carlos Arniches. Mi persona hacia una breve intervención en el papel de parroquiano. Existe una foto del conjunto.
La segunda: Un cuadro artístico de circunstancias al que dimos el nombre de CALSALVAZ, repre-sentó una comedia titulada «El corazón no engaña» el sábado 3 de diciembre de 1949 en sesiones de 6,45 y 10,30. Esta obra estaba escrita por Ignacio Calvo, un cabo de la guardia civil que había sido antes carabinero, oriundo de la Granja pero residiendo en Segovia. En esta ocasión, el que suscribe hacía el papel de Castillo de más enjundia que el anterior. Los primeros actores fueron Santiago Vázquez, que posteriormente se haría célebre como presentador en Televisión Española y Milagros Gómez Santa Lea, mujer que se hizo monja y pasó el resto de su vida haciendo obras caritativas en Sudamérica.
Por último el día 31 de octubre de 1955 un cuadro de circunstancias formado por Leandro Martín Orejana representó en este teatro el drama de José Zorrilla «Don Juan Tenorio». Leandro hacía de Don Juan y mi persona de Luis Mejía. Dimos dos funciones, tarde y noche, y dado que era lunes, día labora-ble, no hubo mucha asistencia de público. Aunque la obra estaba bien presentada con decorados de la Viuda de López y Muñoz y vestuario de Humberto Cornejo no tuvimos éxito económico. En fin que esta tournée que comprendía también los pueblos de Cantalejo, Cuellar y Santa María de Nieva, al fallar la Granja y Santa María, salimos lo comido por lo servido, no quedando ni unas pesetillas para un miserable ágape.
Ya nunca volví a visitar el Teatro Infanta Isabel.
Este pequeño coliseo era un bien cultural de primera magnitud pero la piqueta destructora implacablemente entró sin piedad en el año 1966 transformando en escombros el teatrito Infanta Isabel para construir en su solar un edificio de antiestéticas viviendas. San Lorenzo de El Escorial, Aranjuez y El Pardo con teatritos reales de muy poco aforo, se conservan como oro en paño. El responsable que cometió este crimen de lesa cultura como aquél que destruyó inmisericorde el teatro Cervantes de nuestra capital ambos no tienen perdón de Dios.