
Muchas son las situaciones en las que este gobierno de coalición parece más un gobierno de colisión. Por ejemplo, la secretaria de Estado de Igualdad manifiesta que “los hombres son violadores y desgraciadamente en nuestro país lo son bastante”. Yo no sé qué compañías frecuenta esta señora para hacer tal afirmación. Debo confesar modestamente que no conozco a ningún violador; no los he visto en mi familia, no los he visto entre mis amigos, no los he visto entre mis compañeros de trabajo, no los he visto en mi barrio, no los he visto en mi ciudad… en fin, que no entiendo esa afirmación, salvo que esta señora se mueva en unos ambientes que me son ajenos.
La misma señora difunde vídeos donde se desea que el señor Abascal no hubiera nacido, algo que parece una ocurrencia más propia de nazis que de presuntas feministas. Pero nada comparable con llamar “puta coja” a una rival política (que además la venció en unas primarias), que es el colmo de los despropósitos y muestra la escasa calidad moral del personaje. Parece como si José López Silva hubiese pensado en ella cuando en ‘La Revoltosa’ pone en boca del Sr. Candelas lo siguiente:
¡Recontra con la mocita!
¡Y que no tengo yo ganas
de encontrármela y ponerla
las orejas coloradas!
Pero luego aparece la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, y dice sonriendo que lo que dijeron de Abascal ya se lo decían a Fraga. Presumir de ello demuestra la naturaleza de esa señora que ya fue motivo de escándalo en un aeropuerto con aquello de “no sabe usted con quien está hablando”. No sólo no piden perdón por lo que dicen sino que se ufanan de ello. No sé si eso es un delito de odio, pero si no lo es se parece mucho. En todo caso, se trata de agresión y hostigamiento de unas mujeres hacia un hombre, que es lo que ellas llaman violencia de género cuando se trata de un hombre a una mujer.
Claro que estas señoras ya llamaron “fascistas” a sus socios socialistas del gobierno por reformar la ‘ley sí sí’, esa ley que hace que violadores y acosadores salgan de la cárcel o vean reducidas sus penas, debido según ellas, a que los jueces no estudian y además son machistas. Pero la realidad es que un legislador que consigue los efectos contrarios a los que se pretendían, es un legislador peligroso.
También es ciertamente notable que el preclaro líder y portavoz del PSOE, Patxi López, dijese que en lo referente al tema de ‘Tito Berni’, no hay caso. Lo dice él y ya está. No es sino otra muestra más de la presunta superioridad moral de esta izquierda que tan aburrida resulta por su inconsistencia. Además, a las pocas horas, este esclarecido prócer manifiesta sin rubor alguno que van a investigar a la Guardia Civil, por lo que no me resisto a reproducir el titular de un periódico que describe bien la situación: “El PSOE trata de lavar su porquería manchando la imagen de la Guardia Civil”. En definitiva, parece una descarada maniobra para desviar la atención del Tito Berni. Al final va a resultar que no existió el Tito Berni porque el PSOE ha decidido impedir que se investigue el caso con el apoyo ‘desinteresado’ de Ezquerra Republicana de Cataluña, que más parece un cambio de cromos que un apoyo inocente. ¿En qué ha quedado el discurso de Pedro Sánchez sobre la corrupción y la necesidad de regeneración y transparencia?
No puedo ni imaginar qué habría pasado si el que estaba en calzoncillos con meretrices y esnifando en la habitación de un hotel en plena pandemia hubiese sido un diputado del PP, de VOX o de Ciudadanos.
Y después está la cruzada contra el mundo empresarial. Por un lado el Gobierno llega a un acuerdo con los sindicatos sobre las pensiones ignorando olímpicamente a los empresarios. Nunca había sucedido una cosa semejante. El ministro Escrivá ha dilapidado su prestigio personal y en palabras de Ignacio Ruiz Jarabo “su reforma se realiza sin el conveniente acuerdo social, no garantiza la sostenibilidad futura del sistema público de pensiones, perjudica el crecimiento del empleo y agrava las injusticias interpersonales preexistentes”.
Y por otro lado, dos reconocidos líderes mundiales del comercio y la economía, Belarra y Echenique, acusan al presidente de Mercadona de avaricia y especulación. Mercadona, que sí tiene gente entendida en cuestiones comerciales, reconoce que se han subido los precios y ofrece dos razones fundamentales: lo hacen porque los costes lo han hecho en la misma proporción y para no desbaratar el conjunto de la cadena de producción. Además demuestran con datos, no con presunciones, que no han maniobrado para ganar más dinero porque la ganancia es la misma que el año anterior, e incluso un poco inferior. Pero ya han puesto en el punto de mira al señor Roig, que si hacemos caso a sus propios empleados, es un empresario ejemplar.
Y como reducir el IVA de algunos productos básicos ha sido un fracaso, parece que Sánchez, a instancias de Podemos, está pensando si acepta intervenir el mercado; si lo hace, se demostrará quién es el que manda y a lo que tenemos que atenernos.