Terrorismo yihadista

El asesinato el pasado miércoles del sacristán de la Iglesia de la Palma de Algeciras (Cádiz), Diego Valencia, a manos de Yassine Kanjaa de origen marroquí, autor no sólo del crimen yihadista, sino que, además, también hirió gravemente al sacerdote, Antonio Rodríguez Lucena, párroco de la capilla de San Isidro (dado de alta hospitalaria), abre un debate necesario sobre el multiculturalismo en España, algo que en VOX venimos denunciando.

No podemos mirar hacia otro lado y negar una realidad que día a día sufrimos en nuestras carnes. El atentado terrorista de Algeciras no es un caso aislado, y los medios de comunicación de izquierdas, e incluso aquellos que se dicen derechas, forman parte de un consenso que ha actuado como fuerza opresora de los que discrepábamos y protectora de los defensores del multiculturalismo.

La inmigración masiva e ilegal está poniendo en jaque a las políticas de cohesión social, ya que el multiculturalismo que nos han vendido como la panacea, ha supuesto el auge del fundamentalismo islámico, la intolerancia y la formación de guetos. Las familias no quieren una España de desasosiego y machetazos, sino una España alegre, con orden, sin acoso, sin guetos, como en la que han crecido nuestros padres, donde rijan las leyes civiles y no religiosas.

El efecto llamada está provocando la entrada de inmigrantes ilegales que los yihadistas y radicales musulmanes utilizan para colarse en nuestro país. Hoy lamentamos la muerte del sacristán de Algeciras, pero en España ya hemos visto y padecido lo que son capaces de hacer. En 2017 se produjeron los atentados de las ramblas de Barcelona y dos años más tarde la policía nacional frustró el intento de inmolación de un yihadista en la Semana Santa de Sevilla que podría haber acabado en una masacre.

Tampoco podemos obviar la cantidad de ayudas que en hoy día se reciben por parte de los inmigrantes irregulares en España. Un asunto, por cierto, tabú y que sigue sin poder cuantificarse, ya que los distintos organismos no ofrecen datos. Mientras, nuestras madres o abuelas que han sido amas de casa toda la vida, que no tienen derecho a una pensión contributiva, reciben 484,61 euros mensuales por una pensión. Pero los inmigrantes que hayan sido víctimas de trata de seres humanos y de explotación sexual, es decir, todos los inmigrantes que llegan en patera, reciben la cantidad de 565,37 euros mensuales. (datos oficiales seg-social.es).

Por otro lado, tampoco podemos obviar el número de agresiones sexuales en España, ya que -según datos del INE- en 2021 hasta 491 personas fueron condenadas por delitos de agresión sexual. De estas, 267 tienen nacionalidad española (el 54,38%) y 224 son extranjeros (el 45,62%). Pero si en España somos 47.615.034 habitantes, y de ellos 5.579.947 son extranjeros, eso supone que el índice de delitos de agresión sexual en España por parte de extranjeros es muy superior al de españoles, según el número de población.

Por mucho que se empeñen, las dos culturas o religiones no pueden convivir. Y no es una opinión, sino un hecho irrefutable como se puede comprobar en los múltiples guetos como el de Molenbek en Bruselas, los suburbios de París o el Raval en Barcelona. Esa negativa a integrarse y respetar nuestras leyes también la apreciamos en los frecuentes atentados terroristas cometidos en suelo europeo.

Por último, tras el asesinato en Algeciras, tanto el líder del PP, Feijoó, como el líder del PSOE, Sánchez, publicaron en las redes que lamentaban el “ataque” y el “fallecimiento” del sacristán. ¿Fallecimiento? ¿Ataque? Mientras, Abascal manifestaba su repulsa más absoluta hacia el asesinato y atentado yihadista. VOX jamás jugará a la ambigüedad, ni será cómplice de ese estúpido complejo de quién odia su propia cultura y se arrodilla ante cualquiera que le es ajena. España y Europa se juegan mucho y el yihadismo es una amenaza demasiado seria como para ponerse de perfil.


(*) Diputado Nacional de VOX por Segovia.