Segovia, la apuesta por las energías renovables como oportunidad de futuro

Segovia tiene un problema demográfico que viene de largo. Las últimas cifras del INE nos marcan esa tendencia: en 2022 la provincia cuenta con poco más de 153.000 habitantes, mientras que en 2009 se contabilizaban casi 165.000 segovianos. Además, el 78 % de los 209 municipios segovianos tiene menos de 500 habitantes, y sólo la capital sobrepasa, por muy poco, los 50.000 vecinos.

 

Muchos son los factores causantes de esa tendencia, algunos de ellos muy debatidos en las reflexiones de la España despoblada y otros, quizá, por la cercanía a Madrid. “Tan cerca de la capital y tan lejos”, que diría el escritor.

 

Transformar un problema en una oportunidad es la clave de muchos éxitos. Segovia siempre aportó recursos al resto del país: personas, alimentos, turismo, recursos forestales… y en muchos casos a cambio de poco o nada. Esto no es un “mercado Persa” pero sí tiene su lógica pensar que debe existir un retorno justo.

 

El uso de las energías renovables no es algo nuevo. Siempre hemos usado el Sol, por ejemplo, para los cultivos, atraer turismo… Hoy esas energías nos proporcionan energía de forma renovable, limpia, asequible y sin dependencias externas. El caso del gas y la guerra de Ucrania nos pone en la senda de ser autosuficientes. España está en el buen camino, en 2022 más del 50 % de la generación eléctrica española es ya renovable. Nos falta más ritmo y generar aún más conocimiento, tecnología y profesionales en estos sectores muy demandados en todo el mundo.

 

Castilla y León en general y Segovia muy en particular, tienen por delante una oportunidad de futuro, innovación, progreso, liderazgo y generación de desarrollo socioeconómico muy importante.

 

Segovia puede generar energía de forma limpia, sí, sin duda y especialmente en el aprovechamiento del Sol, como lleva haciendo siglos. Debe ser esta posibilidad una oportunidad de generar un retorno que, no solo retenga población, sino que aumente la capacidad de innovación y desarrollo de la región. ¿Por qué quedarnos solo en la generación energética? Podemos ser un entorno de liderazgo formativo de profesionales a nivel nacional, si sabemos gestionar a partir del Sol, sabremos contarlo y formar profesionales. Si podemos tener instalaciones modernas y de última tecnología, podemos participar en su fabricación. Y si tenemos una tradición agrícola y ganadera de apego al territorio desde lo rural, sabremos buscar la mejor forma de compatibilizar los dos sistemas de forma justa para los municipios, ambientalmente correcta y económicamente viable.

 

Hasta hace poco, un territorio donde se ubicase una instalación de renovables recibía unas compensaciones económicas efímeras y sin mucha planificación: tributaciones locales muy altas, instalaciones municipales, arreglos de municipios o caminos por ejemplo en lo público y buenas rentas a los propietarios del terreno. Todo esto puede estar bien, pero no genera futuro, genera rentas e instalaciones que con el paso del tiempo no hay fondos para mantener: polideportivos sobredimensionados, parques industriales vacíos, piscinas sin apenas uso…

De esta manera, más allá de continuar promoviendo los planes tradicionales basados en la construcción de infraestructuras y la provisión de ciertos servicios locales de carácter rural, la construcción de instalaciones de energía renovable se erige como una oportunidad desde el diálogo, la visión a futuro y pensando desde el territorio, no desde despachos alejados.

 

¿Es alocado pensar que quienes aporten energía al resto del país puedan tener esta a precios más baratos para su uso y sus negocios? Sería una forma de compensar directamente a la población y de atraer inversores, pequeños y grandes negocios que vean que ubicarse cerca de un parque de renovables es una oportunidad rentable.

 

Segovia, tanto por su ubicación en el centro de la península y su cercanía a la capital de España, como por sus características físicas, está llamada a convertirse en una provincia especialmente provechosa en lo que a generación de energías limpias se refiere, justo en un momento de especial trascendencia en el que se impone una carrera para descarbonizar las economías y electrificar la mayor parte de los sectores productivos.

 

Cuenta Segovia con una superficie de 6.921 km² y pese a su cercanía a la capital, tiene una baja densidad de población de poco más de 22 hab./KM2. Sin embargo, su radiación solar media ronda los 1.440 KW/m2 anuales, que son unas condiciones óptimas para aprovechar bien el Sol.

 

La implantación de este tipo de instalaciones es perfectamente compatible con otras actividades vinculadas a la economía local preexistente, que en este caso se manifiesta en una efectiva sinergia entre la energía fotovoltaica y la agricultura, que genera un nuevo concepto denominado “energía agrovoltaica”, y que permite integrar los parques solares con el desarrollo de actividades agrícolas paralelas, al no verse alterada la superficie vegetal del emplazamiento.

 

Así las cosas, las instalaciones fotovoltaicas pueden convertirse en potentes herramientas para preservar ciertas actividades rurales, garantizando, por ejemplo, la disponibilidad para el pastoreo de los terrenos con instalaciones fotovoltaicas; o facilitando “superficies refugio” desde las que regenerar la biodiversidad autóctona y proteger las especies polinizadoras, facilitando la acogida de cultivos protegidos de especies nativas, y el despliegue de acciones conservacionistas sobre la tierra, la fauna y la flora.

 

¿Segovia puede y debe apostar por la industria de las energías renovables?… sí, y debe hacerlo con decisión, si no quiere quedarse descolgada de una cadena de oportunidades industriales repleta de valor añadido, riqueza y bienestar.

 

Las compañías promotoras de las futuras instalaciones solares fotovoltaicas deben interiorizar que solo serán aceptables aquellas plantas que respeten escrupulosamente los criterios de sostenibilidad y que cumplan con las exigentes condiciones de las Declaraciones de Impacto Ambiental establecidas desde las administraciones públicas.

 

Además, estas compañías deberán afrontar un necesario diálogo social con las comunidades donde se instalen, que permita el establecimiento de un marco que garantice una legitimidad social basada en que los beneficios finales sean compartidos tanto por las empresas que arriesgan su capital, como por el territorio que acoge su establecimiento.

 

Si este acuerdo social y económico se produce en sus justos términos, la resistencia no debe ser tal. Estamos en plena emergencia climática y con la imperiosa necesidad de rebajar los precios de la electricidad y de despojarnos de los combustibles fósiles. Segovia puede y debe ser un buen ejemplo de aprovechamiento de una oportunidad y generación de futuro, desde la inteligencia y las personas del territorio.

 

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(*) Vocal de la Asociación para la Transición Energética (ATE)