San Frutos, realidad o excusa

Los santos del cristianismo son modelos de identificación. Esa es una de las razones por las que se les propone para devoción, admiración e imitación. Pero, durante las últimas décadas, suele ocurrir que a los santos se les convierte en excusas para otras cosas.

Si se abre la ventana de Google sobre san Frutos, aparecen títulos como: Centro de Interpretación en Sepúlveda sobre el parque de san frutos, lugar para contemplar aves de todas las especies, paraje insospechable, viaje turístico a san Frutos, rutas hacia san Frutos, o el paso de la hoja junto a la búsqueda de gorriones… Pero en ningún caso aparece quien era san Frutos y qué enseña al mundo de hoy. Es decir, san Frutos es el gran olvidado en su fiesta: a losumo, unos pocos fieles devotos acuden a rezar a la ermita o a cantar el villancico en la catedral.

El personaje más importante de la historia, Jesús de Nazaret, dijo en una ocasión que algunos convierten la casa de Dios en cueva de ladrones. Esto puede suceder con la el cenobio de san Frutos y con la naturaleza que le circunda: que se conviertan en cueva de turistas, vacíos de contenido, y en negocio de las zonas colindantes.

¿Veamos quién fue y es san Frutos? La tradición cuenta que nació en Segovia en el año 642, en el seno de una importante familia acomodada que la leyenda hace descendiente de patricios romanos de enraizadas creencias religiosas.

Tras la prematura muerte de sus padres hubo de tomar la decisión de repartir los cuantiosos bienes familiares entre los necesitados y alejarse de la ciudad en busca de soledad al ver que la ciudad estaba vacía de sentido. Sus hermanos menores Valentín y Engracia le secundan en la idea y lo acompañan, eligiendo para su retiro un inhóspito paraje a las orillas del río Duratón. Primero se establecieron en cuevas naturales, y después en ermitas alejadas entre sí buscando satisfacer el deseo de felicidad mediante la soledad, penitencia y oración.

Falleció en la ermita de San Frutos a los 73 años de edad, y fue enterrado en ella por sus hermanos. Los restos mortales de san Frutos fueron trasladados junto con los de sus dos hermanos en el siglo XI a la antigua catedral de Segovia, y con el tiempo desaparecieron por el templo hasta que Juan Arias Dávila (1436-1497), durante su gobierno de la diócesis como obispo de Segovia, ordenó su búsqueda teniendo en cuenta la tradición que aseguraba estaban enterrados en alguna parte del templo.

Se le atribuyen varios milagros, reflejo de la mentalidad del pueblo cristiano de aquella época, que la tradición relata de la siguiente manera:

Una de las campañas musulmanas llegó hasta las Hoces del Duratón. Al llegar los sarracenos al lugar, “el santo hizo antes que llegasen una raya en el suelo mandándoles que no pasasen de allí: porque les quería mostrar la ceguedad grande y error de su ley en que vivían. Y al punto que hizo la raya con el báculo que llevaba, se abrió la tierra, y se hendió la peña, y se hizo tan grande abertura, que no pudieron pasar adelante”. Enseñanza: la insensatez de la violencia con la que los moros entraron en España arrasando la religión cristiana.

En otra ocasión, queriendo edificar un santuario a la Virgen María, pidió a un ganadero le prestara una yunta de bueyes para el transporte de las piedras. Este sólo pudo dejarle un par de fieros toros, que Frutos, milagrosamente, convirtió en dóciles bestias de carga. Enseñanza: desenmascarar la mentira y el engaño.

Siendo anciano, cuando un musulmán que habitaba en la zona blasfemó y negó la Eucaristía, advirtiendo que la sagrada forma no podía albergar el cuerpo de Cristo, y que cualquier animal se comería la hostia consagrada si se la echasen en la cebada, a lo que el santo respondió no se atreverá ningún animal a llegar a mi Señor Jesucristo, La tradición cuenta que el santo hizo que un burro se arrodillase ante una hostia consagrada que le habían ocultado entre la comida. Enseñanza: los ritos y signos humanos y cristianos deben ser dignos de respeto por quienes no creen en ellos.


(*) Catedrático emérito.