Rubén Arnanz – Cocina de emergencia vs manual de resistencia

No deja de ser curioso que entre tantas irresponsabilidades por bandera el máximo mandatario en plena crisis económica mundial y con tantas despensas, comunidades e ideas despobladas publique a los pocos meses de acceder a su cargo nada más y nada menos que un libro. Hasta el más ingenuo se pronunciaría sobre si se lo han escrito o fue cosa de los reyes mágicos. En cualquier caso, cuanta sabiduría podría englobar esa inexistente reflexión que te da la perspectiva del tiempo y tan necesaria para compartir el más mínimo contenido interesante. Unas páginas impresas que decretan un manual de culto al ego jamás leído.

Una humildad abandonada por el desagüe del abismo, que me reafirma en que nunca hubiera sido capaz de haber escrito mi primer libro sin jamás haber frito un huevo y sin tener la menor experiencia contrastada. Un camino desgarrador, en que cuchillos y puntillas afiladas han dado paso a navajazos improvisados.

Titubea una repentina inseguridad con los escasos recursos existentes que propician únicamente la apertura de la puerta izquierda del botiquín de emergencia en lugar de abrirlo de par en par. Por lo que esa posibilidad de pillarse con la misma puerta que decidieron abrir estaba prevista. Sería responsable que entre todos podamos acceder al botiquín emergente de la despensa para encontrar soluciones entre tantos productos caducados que pueden alejarnos de la vida.

Consecuencias de una alarmante aventura con la necesidad de llenar la despensa y la consiguiente crisis interna de no saber después que hacer con ella. Y cuándo la mentira se impone a las leyes y a los ingredientes de calidad ¿Pasamos a la siguiente receta?

Ante tanta opinión chisporroteante como gotas de aceite hirviendo, siempre conviene la utilización de filtros o coladores para evitar impurezas y que tanto las noticias como las frituras queden bien limpias. Esos tiempos en los que salen a relucir todo tipo de carencias, suciedades y recalentados faltos en buena parte de ese puñado de reflexión, meditación y liderazgo capaces de redondean cualquier guiso.

Disfrutemos de un momento sin precedentes, sin los comodines de la llamada del reparto a domicilio, ni suegras, ni menús del día. Podría escribir muchas recetas, detalles y técnicas, pero para resistir y abandonar esta situación, serán los valores y nuestras actitudes más solidarias los mejores ingredientes.

Quizás si tenemos tiempo para ver durante varias horas maratones televisivas con una venda en los ojos, sea el momento adecuado de quitarla y ver con los ojitos abiertos que podemos disfrutar de una afición a la cocina aún por descubrir en mucho menos tiempo y de forma saludable.

Y si no hay mal que cien años dure, cuidemos nuestra despensa emocional en estos días de cuarentena, quizás la que pone de manifiesto qué, cómo y por qué cocinamos cada día.