QUE SE SEPA II

Dada la buena acogida que tuvo mi anterior artículo titulado QUE SE SEPA, me aventuro ahora con otro de igual nombre y el añadido II que espero reciba, al menos, idéntica aceptación. Podría pensarse que la conjunción de tanto disparate pudiera ser un canto al sincretismo pero no quisiera que la cosa vaya más allá de un simple recuento de hechos curiosos. Y en todo caso, contradictorios y revestidos de no poca inocencia.

MARÍA DE PABLOS CEREZO
Esta compositora segoviana es ahora mayormente reconocida merced al documentado libro de Mariano Gómez de Caso (1) escrito después de una ardua investigación. Aunque su vida transcurrió en épocas anteriores a la eclosión feminista de hoy en día, se aprecia una cierto acercamiento del ascua a esta sardina, cosa que me ha señalado uno de mis lectores.

Sin embargo no parece excesivamente extravagante si lo comparamos con ciertos disparates que se pueden apreciar por doquier. Y tomo como ejemplo el siguiente: Los habitantes burgaleses de Santoña, cuando Santander era la Montaña de Burgos, idearon un ingenioso molino de grano. Consiste el invento en retener el agua de la marea alta y soltarla, luego, durante la baja. Ello es debido a una serie de pequeñas presas rudimentarias que ha funcionado hasta fechas recientes. Hoy se sigue haciendo para los turistas.

Y claro, como no se puede decir que es obra de castellanos porque Cantabria ya no es Castilla y hay que diferenciarse para adherirse a la modernidad, pues se arreglan párrafos a conveniencia de la autoridad autonómica y se redacta de tal manera que los autores del molino parece que son los cántabros de la época de Corocota.

Pero volviendo a MARÍA DE PABLOS CEREZO, hay un precedente que viene al pelo y que no está mal QUE SE SEPA. Este genio malogrado, en opinión del recientemente fallecido biógrafo, permanecería sumido en lo más intrincado de la hemeroteca de EL ADELANTADO, de no haber sido por una causa fortuita desarrollada de la manera siguiente:

Investigábamos en el Archivo Municipal de Segovia Víctor Mayor Francos (2) y un servidor, (3), para obtener datos relacionados con la Sociedad Filarmónica de Segovia. La Junta de Gobierno de esta entidad, nos había encomendado averiguar tanto sus orígenes como su desarrollo posterior. Y en esas estábamos.

Revisábamos hoja tras hoja los tabloides de este diario local segoviano, cuando apareció una noticia cantada al alimón por ambos dos. Mariano Gómez de Caso que investigaba en una mesa contigua sobre sus cosas, nos oyó y preguntó: “¿De qué estáis hablando?” y le enseñamos la noticia siguiente: “El Adelantado de Segovia: viernes 20 de diciembre de de 1929 SOOCIEDAD FILARMÓNICA DE SEGOVIA. “Cuarteto Rafael”, Presentación de María de Pablos, compositora.”

Una crónica detallada firmada por Alegretto (Julián Pérez del Barrio) daba cuenta a continuación, de lo acontecido en la velada musical referida. Subrayo que la noticia siempre la consideramos al alimón porque, después de cierto revoltijo, no nos quedó claro quién de los dos cantó primero el número de la suerte.

SEGOVIA, CIUDAD MISTERIOSA
Con frecuencia hemos oído hablar de EL SUSTO DE SEGOVIA como una de las expresiones supremas de las emociones que nos puede producir esta ciudad. Frases afortunadas que se crearon en diversas épocas de su proceso histórico y que ilustran brillantemente nuestra literatura. Quiero recordar que en esta ocasión fue debida al Marqués de Lozoya.

Tan magníficas frases nos previenen de que en Segovia, todo es posible, dados también sus especiales componentes mitológicos. Recordemos su fundación, según Colmenares, debida nada menos que a Hércules.

Pues bien, aguardaba un servidor pacientemente el comienzo de cierto espectáculo infantil en el patio del antiguo obispado. La chiquillería pululaba a sus anchas por el amplio espacio, apenas contenida por madres y abuelas.

De pronto, la señora que estaba varios asientos a mi izquierda, me preguntó si era mío el móvil a pedales que me presentaba y le dije que sí, tras comprobar que lo era. Me dijo que lo había hallado en su bolso de mano. ¡Cáspita, cómo había podido trasladarse desde mi bolsillo, en el pantalón, al bolso de mano de esta señora, a unos dos metros de distancia?
Me quedé asombrado. Colás, mi otro yo, que siempre va conmigo, me miró burlón y dijo: “Jefe: piensa, piensa”. Pero no fui capaz de dar con el busilis. En breves instantes me dijo: “Pues está claro”. “Del bolsillo de tu pantalón se cae al suelo el móvil. El nieto de la señora lo recoge pensando que es el de su abuela, ya que es parecido, si no igual. Lo mete en el bolso de ésta y se larga al escenario para su participación en el evento.“

“La abuela se da cuenta de que el móvil no es el suyo y pregunta a las otras señoras del entorno que le dicen que no es de ellas. Me pregunta a mí, en su banda derecha y eso es todo.”

MENTIRA AL DESCUBIERTO
Visitábamos, un compañero y yo, cierta cartería unipersonal de la provincia de Segovia. El motivo era solicitar votos para nuestra candidatura a la Junta de Personal en unas inmediatas elecciones sindicales en Correos y Telégrafos.
Mi compañero, pertenecía a la Escala de Reparto de telegramas, pareja a la de Cartería, que se ocupaba principalmente de las cartas. Ambos, dos, eran muy buenos amigos, entre otras cosas, porque mi compañero le había facilitado el poder ocupar la cartería mediante sus gestiones, por lo que le había quedado muy agradecido.

Así que, sin mediar palabra y de motu propio, este cartero, se apresuró a ofrecernos su voto de manera incondicional. Mi compañero había dejado su carpeta con propaganda y papeles diversos en una silla. Pero no hubo necesidad de usarla dada la brevedad de la visita y sus buenos resultados. Como el cartero tenía curro por delante, no quisimos entretenerle más y nos marchamos apresuradamente.

Cuando ya estábamos cerca del coche para continuar la ruta a otro pueblo, mi compañero se dio cuenta de que no había recogido su carpeta. Entonces, salió corriendo a por ella, regresando poco después.

Llegado el día de la votación, todo se iba desarrollando con normalidad. Pero cuando a media tarde apareció a votar el dicho cartero, mi compañero se exaltó desmesuradamente y se puso hecho una furia. Le lanzó a voces un cúmulo de improperios. Nunca le vi tan alterado. Traté de calmarle pero sin el menor resultado. Nadie entendíamos nada. Si acaso, que de sus palabras parecía deducirse que estaba más molesto por haberle mentido que por no haberle votado.

Y ¿cómo sabía mi compañero que no le había votado? El cartero rural se defendía jurando y perjurando que sí que le había votado. Y aquella discusión agria tuvo que ser zanjada por la intervención de los encargados de la seguridad.
Desaparecido el alboroto, pregunté a mi compañero cómo estaba tan seguro de que el cartero mentía. A lo que me respondió: “¿Te acuerdas de que me dejé la carpeta en la cartería?” Pues, si, le respondí. ¿Te acuerdas de que salí corriendo a buscarla?” Nuevamente dije si con la cabeza. “Pues cuando la recogí de la silla vi que en la papelera que había al lado estaba el voto hecho pedazos.” En ese momento, Colás se encogió de hombros y lanzó un sonoro Ji, Ji, Ji.

Continuará en QUE SE SEPA II