¿Qué es un sínodo católico?

Durante más de seis meses, las diócesis de la Iglesia católica han vivido en estado de “Sínodo”. Ahora finaliza esta fase a la que seguirán otras de vida sinodal hasta desembocar en la fase en que los obispos de todo el mundo se reúnan en Roma para caminar colegialmente con el papa en la función pastoral que han recibido de los apóstoles.

Pero en concreto ¿qué es El Sínodo de los Obispos? es una institución permanente, creada por el Papa Pablo VI, para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de la experiencia conciliar.

Etimológicamente la palabra “sínodo”, derivada de los términos griegos syn (que significa “juntos”) yhodos (que significa “camino”), expresa la idea de “caminar juntos”. Un Sínodo es un encuentro religioso o asamblea en la que unos obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente información y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal.

El Sínodo puede ser definido, en términos generales, como una asamblea de obispos que representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo.

Ahora, el papa Francisco ha querido que el pueblo de Dios manifieste su experiencia sinodal y aporte a los obispos aquello que pueda ayudarles para aconsejar colegialmente al papa en el gobierno colegial de la Iglesia. Por esa razón durante varias meses los católicos han caminado juntos en este proceso sinodal que deseamos perdure en el futuro.

Volviendo a los orígenes, ya en la fase preparatoria del Concilio Vaticano II, maduró la idea de una estructura, todavía por determinar, que pudiera proporcionar a los obispos los medios para asistir al Papa en el gobierno de la Iglesia universal. Esa estructura es la que el papa Francisco ha querido perfeccionar invitando a los cristianos a participar directamente en el sínodo.
Se pretende tratar los problemas más importantes y sugerir nuevas direcciones en la marcha de la Iglesia. Este órgano abarcaría toda la Iglesia, al igual que las Conferencias episcopales reúnen toda o parte de la jerarquía de uno o varios países”.

Fue, sin embargo, el Papa Pablo VI, siendo todavía Arzobispo de Milán, quien dio fuerza a estas ideas. En el discurso conmemorativo con ocasión de la muerte del Papa Juan XXIII, hacía referencia a una “continua colaboración del episcopado, todavía no efectiva, que permanecería personal y unitiva, pero que tendría la responsabilidad del gobierno de la Iglesia universal”. Finalmente, al concluir el discurso inaugural de la última sesión del Concilio (14 de septiembre de 1965), el mismo Papa Pablo VI hizo pública su intención de instituir el Sínodo de los obispos.

La principal característica del Sínodo de los Obispos es el servicio a la comunión y a la colegialidad de todos los obispos con el Santo Padre. Tiene amplia competencia para tratar cualquier tema de acuerdo con el procedimiento establecido por el Santo Padre en la carta de convocación. El Sínodo de los Obispos está directa y exclusivamente bajo la autoridad del Santo Padre, al cual permanece unido en el gobierno universal de la Iglesia.

La finalidad de cada asamblea sinodal es vivir una experiencia de colegialidad entre el episcopado y el Santo Padre. A través de la aceptación del Santo Padre de las sugerencias o conclusiones de una determinada asamblea, el episcopado ejerce una actividad colegial que se aproxima pero que no coincide con aquella manifestada en un concilio ecuménico. Esto es un resultado directo de varios factores: de una presencia de Padres provenientes del entero episcopado, de la convocación de parte del Santo Padre y de “la unidad del episcopado, el cual, para ser uno, necesita una Cabeza del Colegio” que es primero en el orden episcopal.

Ahora, con este sínodo, el papa Francisco ha querido que en este “caminar juntos” estén presentes de diversas maneras el pueblo cristiano. Es por tanto una forma comunitaria de vivir en la que el Papa figura como cabeza pero no es un presidente de gobierno al estilo de los poderes de este mundo. Es el servidor de la comunidad cristiana que necesita la colaboración colegial de los obispos y estos el acompañamiento de los bautizados.
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(*) Catedrático emérito.