Pablo Martín Cantalejo
El Mundo, lo escribo con mayúscula por querer agrupar en la palabra a toda la Humanidad, está viviendo una etapa extraordinariamente convulsa. A diario nos llegan, a través de los medios informativos, todo tipo de noticias, entre las que priman las guerras, desahucios, erupciones volcánicas, agresiones de todo tipo, aumento de crímenes machistas, bombardeos indiscriminados, hundimientos de edificios, incendios, tragedias marítimas, accidentes de automóviles, trenes, aviones, y un etcétera que puede ser casi interminable, pero generalmente siempre doloroso por afectar directamente al hombre y a su vida. Y si a esto añadimos las cada día mayores tensiones en términos políticos entre naciones e incluso entre políticos mismos, sin sentimientos humanos, protagonistas de fomentar el odio y el enfrentamiento…Ejemplos tenemos en todo el Mundo, ahora muy especialmente en países hispanoamericanos por causa de elecciones y fraudes en las mismas con tal de que los impresentables mandones sigan al frente de sus gobiernos.
No podemos excluir a nuestra España de hoy, camino de desintegrarse su unidad por la soberbia y el ansia de mantenerse en el poder, sin pensar en las gentes y sí solo en intereses exclusivamente personales. Claros enfrentamientos que llevan a altos responsables de un mismo partido a mostrar su desacuerdo con determinadas concesiones financieras y monetarias con “los que pueden apoyar” a personas sin escrúpulos. Estos “barones” que van contra sus mismos “superiores” son incapaces de mandarles a paseo y apartarse de la política. Teniendo en cuenta que el “ser” que se cree superior es capaz de pactar con el diablo, como hizo nuestra aguadora del Acueducto… eso si cree en él, porque parece que algunas personas no creen en nada nada más que en sí mismos y en su habilidad de arrollar a los demás con tal de seguir en su lugar, que a mí me parece que en muchas ocasiones esos lugares de mando se ocupan indebidamente.
Los comentaristas políticos se esfuerzan un día y otro en señalar la culpa del que lo es de forma total y máxima, pero pueden imaginar que tal persona sin escrúpulos solo piensa en ella y en vengarse, además, de los que van a tomarle declaración.
En fin, el amable lector sabrá perdonar que en este comienzo del mes de agosto, tan caluroso como el anterior, me haya permitido este “escape” de mi línea “editorial” normal, pero alguna vez hay que hacer desahogos, ahora que ya podemos anunciar el final “¿feliz?” de las obras de ¿“acondicionamiento”? del tramo de calle comprendido entre la Plaza Mayor y la plaza de Juan Guas. Escribo “feliz” y “acondicionamiento” dejando ambas palabras metidas en sendos interrogantes.
Desde el día 1, jueves, de este mes de agosto se permite el paso de vehículos y peatones en toda la longitud del tramo, afectado por las obras que se iniciaron el 1 de febrero del 2023, con final previsto para el 30 de junio de este año…aunque se han pasado un poquito en el tiempo. Las que sí se han mantenido como se anunciaron desde el principio son las cifras del importe total en que se adjudicaron, 852.200 euros con IVA, con gasto total subvencionable de 637.339,55 euros, según se ha venido anunciando a lo largo de los trabajos.
A espera de que la Compañía Telefónica se digne y se decida a poner fin al tan penoso y denostado cableado entre sus líneas, las eléctricas y el suministro del gas, las consecuencias pueden resumirse así: El adoquinado de la calle es “rigurosamente” molesto para peatones y vehículos, según manifestaciones recogidas principalmente entre los habitantes del barrio, bajo la experiencia también de que las losas del centro de la calle que señalan el “camino” oculto del Acueducto han sufrido ya –sin tráfico- , roturas en varios tramos, “salvadas” provisionalmente con sendas planchas de hierro. Falta ahora ver la aceptación de los conductores con autorización en cuanto a las plazas reservadas para ellos en la zona.
FINAL: Al menos se terminaron, hasta cierto punto, los sufrimientos de vecinos y turistas para recorrer los incómodos trazados entre vallas.