
Vaya por delante la modesta opinión de un servidor de que a Marte hemos llegado de verdad. Se echa de menos a los negacionistas diciendo que no, así que me adelanto. Vistas las imágenes que nos van llegando por los noticieros, una vez se ha ‘amartizado’ no parece un lugar como para ir a pasar un puente y mucho menos unas vacaciones. Lo veo así como un poco flojo de ambiente. Ni bares ni discotecas; ni un triste quiosco de prensa. Tampoco parece que ande muy sobrado de supermercados. Ni siquiera tengo claro que lleguen allí las emisoras de radio para escuchar el fútbol el domingo por la tarde. Eso sí, seguro que si vas a cualquier sitio en un puente largo a la vuelta no hay atasco. En resumen, que no lo veo como una primera opción para ir; como mucho una segunda o tercera.
Este análisis es el que cabe hacer a uno que no tiene ni puñetera idea de viajes espaciales como el que escribe. También presento graves carencias en otras áreas de la ciencia como puede ser la física cuántica, casi todas las áreas de la matemática, la nanotecnología, el Bosón de Higgs y así un largo etcétera. De lo mío algo sé, pero tampoco se crean.
Me cabe, eso sí, toda la confianza en el trabajo de los científicos. Por su trabajo la humanidad vive mejor, nos agrandan el conocimiento de diferentes materias y por la aplicación de esos conocimientos a la vida cotidiana parece que somos algo menos brutos, al menos en algunas partes del mundo. Insisto, no sabría explicar lo que hacen ni como lo hacen, por ello no opino; soy obediente con lo que van proponiendo hacer y espero resultados. Y quiero recalcar lo de que “no opino”. Pero lo que me ha causado verdadera sorpresa y admiración es que ciertos políticos de toda tendencia (que suerte tienen) también entienden de ciencia y de la prodigiosa respuesta de la ciencia ante esta amenaza mundial. Tanto entienden que desafían y contradicen los criterios de los científicos a veces.
Cuando en esta pandemia se les ha dado voz a los científicos, qué curioso, se ha visto una unidad total de criterio en lo que hay que hacer con independencia de si el criterio venía de Wisconsin o de Pontevedra. No así los políticos, que cuando se han visto con la porción de poder que les otorgamos temporalmente los ciudadanos han desplegado docenas de soluciones posibles, aplicaciones diferentes, cabreos entre unos y otros y el bicho, mientras tanto, campando por sus respetos.
Por cierto y nota al margen: también me ha llamado la atención que en la élite de la comunidad científica se observan hombres y mujeres; me atrevería a decir que más mujeres que hombres. Lo mismo es que a la hora de buscar talento lo que importa es eso, el talento, sin limitaciones por discriminaciones absurdas en un sentido u otro.
Con este panorama, y ahora que se empieza a ver una pequeña luz al fin del túnel, creo que deberíamos de una vez por todas simplificar. Es tiempo de ciencia y de médicos, es decir, de los que saben, no de políticos ni de políticas. No es tiempo de gobiernos y oposiciones; es el tiempo de las medidas y su aplicación efectiva y salir de esta lo mejor parados que podamos y no nos interesa demasiado la opinión de uno que tiene barba o moño o es alto o bajo, y que se ponen como solemnes cuando hablan para querer decir cosas importantes.
Tiempo de hablar poco; tiempo de hacer mucho. Y todos centrados en eso.
Llegan las vacunas, y parece ser que masivamente; traen esperanza de vida, poder salir de paseo con mi madre, reuniones en el jardín, turistas con calcetines y sandalias por nuestras playas, la economía recuperándose… Cuando salgamos de verdad de esta pesadilla ya habrá tiempo para que sigan los políticos a lo suyo. Y sálvese del comentario la política municipal en donde se ha visto que se han arremangado los brazos y algo han parado el golpe, en lo médico y en lo social.
O hacemos esto o se corre el riesgo de que el paisano medio piense que su opinión vale tanto como la de un político (nada descabellado) o la de un científico (muy peligroso) y que se acabe pasando las normas que ahora imperativamente habremos de seguir por los arcos del acueducto.
Por cierto, me fío que algo bueno saldrá de haber ido a Marte. Hay científicos detrás.