Marca la diferencia

Es un hecho que las marcas dominan el mundo y ya hay marcas que son bastante más poderosas que muchos países. Las marcas son un patrimonio valioso. Crear una y hacerla triunfar ya sea a nivel local, nacional o internacional es un enorme triunfo, ya que a partir de ese momento todo lo que cubra ese paraguas de la marca disfrutará de su misma reputación con lo que eso conlleva de confianza de los consumidores y canales de distribución.

Conseguido el colocar una marca en una sociedad compleja, como la que vivimos, viene una segunda parte: Mantenerla, es decir, conservarla en el magín de los paisanos a lo largo del tiempo. Casi nada. Este esfuerzo solo se puede conseguir con producto de calidad (da igual algo que se come, algo que se viste, algo metálico, una idea política, etc.) y además hay que agregar esfuerzo, investigación de los gustos del consumidor e inversiones de todo tipo tanto para mantenerse en la mente del paisano así como ‘defenderse’ de otros que puedan ocupar ese mismo sitio con otra marca y que acaben desplazando a la propia.

Fundamental, por tanto, a la hora de lanzar producto o una idea encontrar un hueco (un nicho, llaman los técnicos) en donde puedas estar solo o no muy congestionado con otras marcas para poder tener una oportunidad de sobrevivir. En la naturaleza se ve esto de forma sencilla: si en un nido nacen tres pollos uno o dos no sobrevivirán; si solo nace uno tiene todas las posibilidades de que sus padres le saquen adelante.

Pensemos en cierta bebida refrescante de color oscuro o en un gran whisky que se elabora en Segovia o en coches que llevan una estrella en la parrilla delantera y en el capítulo de las ideas en algún partido político. En estos casos y en cualquier otro hay algo intangible que nos lleva a tener una opinión buena y estable sobre el producto y las marcas luchan porque esa opinión se mantenga y permanezca. Si por alguna adversidad la marca cae en desgracia se tiene que trabajar para recuperar su imagen anterior ya que de ello dependen fábricas, trabajadores, accionistas, etc.

Si será importante lo de las marcas y sus productos que algunas de ellas llevan más de 100 años dale que dale para mantener su reputación y saben que no pueden aflojar para seguir ahí arriba.

Por último, el producto ha de funcionar tal y como se promete, o mejor si es posible. A nadie se le ocurre pensar que si nos venden un coche muy potente y con la última tecnología, y luego no puede ni con las cuestas del Alto del León pueda tener alguna posibilidad (por muy buena que sea la marca, la estrategia de lanzamiento, el logotipo o el idealismo del mensaje). Muy al contrario, y es lo ideal, puede ocurrir que un producto sea mejor que la propia marca, ya que así jamás hay decepción. Por cierto, no son pocos los productos segovianos de gran calidad que no tienen el reconocimiento que debieran.

Quizá va con nuestro carácter castellano, pero creo que tenemos que despertar o que nuestros políticos hablen con más potencia de nuestra provincia, como otros hacen.

Ahora bien, si en el mundo de las ideas (que no dejan de ser otro producto) alguien trabaja por el fin de las castas, practica una lucha implacable contra la corrupción, siente repugnancia por el nepotismo y en sus actos se muestran conductas que no son coherentes son sus ideales la cosa, a la larga, no puede funcionar.

Buena idea, buen envoltorio y buenos chicos de marketing, pero el producto se está poniendo pocho y nadie lo querrá comprar; a la larga o a la corta.

Siguiendo con la analogía tenemos todos los días un producto impresionante que nos rodea y con el que nos tropezamos a cada minuto: Segovia. Excelente producto, qué duda cabe pero en la venta quizá habría que mejorar. Ciudades hay en España y en Europa que soñarían con tener una tercera parte de la riqueza arquitectónica y de posibilidades de comunicación y fabricación de nuestra ciudad, pero quizá se necesita un poquito más de ‘punch’ para estar como primera opción de los que pueden decidir ubicaciones bien sean industriales o de turismo. Quizá va con nuestro carácter castellano, pero creo que tenemos que despertar o que nuestros políticos hablen con más potencia de nuestra provincia, como otros hacen.

Una ciudad con buena marca se defiende mejor y se vende bien en un contexto en el que se pelea con otras por conseguir instalaciones, ferias, estaciones de tren rápido o incluso que no nos quiten lo que ya teníamos. Con una buena marca se marca la diferencia. Ya saben a qué me refiero.