ÁNGEL CARLOS BONICUELLAR

Tengo pocas esperanzas que  vaya a ser así, pero una vez pasado el ciclo taurino,  lo ideal sería tratar los problemas de la Villa, porque ha quedado sobradamente demostrado que la organización de las fiestas no son una preocupación para los ciudadanos, sea cual sea lo que se nos ofrezca.  Y no será así, porque entre balances y cuentas nos presentaremos en vísperas de Navidad y después preparando los siguientes festejos. La oposición seguirá pidiendo las cuentas del año pasado, algo que motu proprio ya deberían haber presentado, y que todos, grosso modo, intuimos, mientras que el gobierno siempre lo considerará como una inversión; vamos como hasta ahora.  

Tal vez, antes de entrar en periodo electoral, no estaría mal profundizar en temas que son más que trascendentales, tales como sanidad, despoblación, regeneración industrial, etc. Siendo estos asuntos más delicados y más difíciles de solventar, las soluciones a largo plazo reportan mucho menos rédito político, máxime ante la proximidad de los  comicios locales, sobre los cuales ya circula la rumorología popular. No se olvide que el pan y circo de estos días es breve. El resto del largo año demandamos también  optimismo y  prosperidad. 

Fiesta,  por supuesto, progreso sobre todo. Se necesita otro debate, otra acción.