La realidad y la ficción

El Congreso de los Diputados dedicó la jornada del martes a debatir la moción de censura presentada por Vox. Dejaré las cuestiones políticas para centrarme en lo que dio de si la materia económica y sobre todo la lista de medias verdades e incluso faltas a la verdad que vertió el presidente del Gobierno. Resulta ya una burla que Sánchez nos quiera presentar un país que nada tiene que ver con la realidad, con lo que viven a diario los ciudadanos. Es también para anotar la necesidad del presidente de confrontar con el gobierno de Rajoy sobre el que, por cierto, se han vertido imprecisiones impropias de un jefe de gobierno.

La realidad es que España aún no ha conseguido superar el crecimiento anterior a la pandemia, es el país de la Unión Europea con más paro general y mayor tasa de paro juvenil. La deuda nos asfixia y los intereses de la deuda nos han subido más de un 3% ahogando la posibilidad de disponer de dinero para ayudar a los más vulnerables. Tampoco una mayoría importante de ciudadanos ha logrado una ayuda para hacer frente a una inflación insoportable, mientras las arcas de Hacienda se llenan precisamente por el alza de los precios. No es cierto que se hayan dedicado miles de millones de recursos públicos y ahí están las cifras de cierres diarios de empresas. Nada ha dicho Sánchez tampoco de las dificultades de acceso a esas supuestas ayudas. La burocracia es tal que ha provocado que aún hoy nadie haya recibido los 200 euros para alimentos prometidos o hayan tenido que hacer circular un bus por distintas ciudades españolas para engrasar la concesión del Ingreso Mínimo Vital.

No creo que una importante mayoría de españoles se haya tranquilizado tras las palabras de Sánchez o haya empezado a pensar que su situación puede cambiar en los próximos meses, ni siquiera en 2024. Es una pena que se haya perdido esta oportunidad para decir la verdad a los ciudadanos o para anunciar en lugar de más dinero público en cheques o pagas a prometer la deflactación de la tarifa del IRPF, algo de justicia que no se hace desde 2018 o un plan serio de reducción de la deuda. En fin, cualquier parecido con la realidad ha sido pura coincidencia. Una ocasión también perdida para poner a empresas y empresarios en el lugar que les corresponde, máxime después del anuncio de salida de España de una empresa del tamaño e importancia de Ferrovial.