La ‘otra’ escalera

Esta querida Segovia nuestra sigue resintiéndose ante los males que nos ha traído la pandemia. La muestra, lamentable, la tenemos en el escaso movimiento de personas y vehículos que suele registrarse a diario, en las horas dentro del toque de queda, si bien se observa más animación los fines de semana, contando también con que los estudiantes quedan libres de tareas. Por lo general, asomarte al balcón o ventana en la mayor parte de las horas, te ofrece un espectáculo desolador, por faltar esa animación que anteriormente siempre teníamos en nuestras calles.

Pero no hay otro remedio que acomodarse a lo que tenemos, y dedicarnos a pensar en otras cosas que puedan resultar más o menos importantes para el ciudadano. Por ejemplo, el tema de la movilidad, ahora tan de moda en todos los lugares. En él van incluidos los sistemas para facilitar el tránsito de las personas, y de ahí que el Ayuntamiento haya optado por ir colocando ascensores en determinados puntos de la ciudad para facilitar el acceso al peatón. Ahora parece que se empieza a dedicar cierta atención a otro pensado, luego será lo de proyectado, para salvar la considerable diferencia de metros entre el barrio de San Millán y el Paseo del Salón, cuestión a la que me he referido en varias ocasiones, y en una de ellas concretando cada punto de ‘salida’ del barrio constituido siempre por cuestas más o menos empinadas. La más notable, a la que acabo de referirme.

Dice el Ayuntamiento que va a considerar también la opinión de los ciudadanos, cosa muy necesaria pero al tiempo un tanto peligrosa, porque la diversidad de opiniones que pudieran darse llevarían a un mayor retraso en realizar obra tan necesaria. Parece que en la Casa Consistorial no se piensa en una escalera mecánica por la amplia bajada que da a la calle de San Millán y sí en construir un elevador desde ella, que obligaría a la instalación de un pasadizo para poder sortear la diferencia de altura.

Bien; ante estas dos posibles soluciones, escalera mecánica y ascensor ¿no se ha pensado en ver y estudiar otra posibilidad, que sería menos costosa y quizá más fácil de realizar? Posiblemente se ha olvidado (al menos no se ha dicho nada al respecto) la pina escalinata que une el Paseo de los Tilos, abandonado su estado desde hace años, pero en la que podría estar otro posible intento, evitando así los impactos que en el medio ambiente pueda originar un elevador.

Son bastantes los vecinos del barrio que utilizan esta escalera, repito que muy abandonada, porque también es menos costosa que la otra aneja a la muralla, y más corta. Por ella podría instalarse una escalera, o mejor cinta mecánica para facilitar el uso de vehículos de discapacitados, con la ventaja de que sería apenas llamativa.

Lo que resulta apremiante es que de nuevo se retome la mejor solución para que el paciente pueda hacer llegar al especialista la ‘ubicación’ concreta de sus dolencias

Indudablemente, estas obras son una aportación de mucho interés para ayudar a la salud de las personas, contribuyendo a facilitar el tan necesario ejercicio físico moderado, pero ayudando a su mejor ejecución. Porque no solo a las instituciones sanitarias están sometidas las posibles soluciones para velar por el estado físico de los ciudadanos, sino también a otros organismos directamente implicados en el tema. Asunto éste sobre el que ahora se dice, se comenta y se publica, que la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León está trabajando, “junto a sociedades científicas, para la reorganización de la Atención Primaria con el fin de volver a la presencialidad después de la pandemia” (texto que copio de este diario). Dice la consejera que en torno al 50% de las consultas son ya en persona, pero se sigue pensando en la posibilidad de emplear los dos sistemas, presencia personal y atención telefónica. Por supuesto, creo que la mayoría de los casos serían solicitados por el primero, porque es más fácil decir a un especialista dónde se sufre la dolencia que explicarlo por teléfono, por muy fácil palabra que pudiera tener el solicitante de la cita.

Sea una cosa u otra, lo que resulta apremiante es que de nuevo se retome la mejor solución para que el paciente pueda hacer llegar al especialista la ‘ubicación’ concreta de sus dolencias con mayor facilidad para conocimiento del médico o la enfermera.