Aunque desde 1968 la Iglesia Católica viene celebrando cada 1 de enero la Jornada Mundial de la Paz, y la Asamblea General de la ONU cada 21 de septiembre celebra el Día Internacional de la Paz, el mundo mundial, hoy tan revuelto y conflictivo, recuerda cada 5 de septiembre la aportación y ejemplo pacifista y de amor universal que nos dejó Agnes Bojaxhiu, Madre Teresa de Calcuta. Sirva este escrito como modesto acto de agradecimiento a esta mensajera del amor, la paz y el abrazo universal.
Intencionado recuerdo en este país que tan anodino ha dejado pasar el día 1 de este mes “Día del profesorado jubilado”, de quienes, como el escultor modela la piedra, nos dieron la base para ser ciudadanos honestos, preparados y útiles a la sociedad.
Nace Agnes (Inés en castellano) Gonxha (en albanés “pequeña flor” ) Bojaxhiu en Skopje (actual República de Macedonia del Norte) el 26 de agosto de 1910, en familia acomodada, hija de Nicolle Bojaxhiu y de Dranafile Bernai, y fallece de un ataque al corazón a los 87 años en Calcuta. Sus restos descansan en la Casa Madre de Misioneras de la Caridad, en Calcuta.
Fallecido prontamente el padre, su madre le inculcó profunda religiosidad y vocación misionera, ingresando a sus doce años en la Congregación Mariana de Hijas de María. A los 18 años marcha a Dublín para ingresar en la Congregación de Ntrª Srª de Loreto. En su deseo de ser misionera parte para Bengala, donde estudia magisterio y toma el nombre de Teresa para profesar en religión, pensando en Teresa de Lisieux, patrona de los misioneros. Recién hechos los votos el 24 de mayo de 1931, pasa a Calcuta, donde ejerce su exitoso magisterio de veinte años en St. Mary ´s High School y su profunda vida de entrega y caridad, no exenta de recelos, preguntas y dudas, “la noche oscura” en su fe. Estudió enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna.
Viendo que lo importante no eran las creencias, sino la necesidad, solicita de Pío XII abandonar la orden para entregarse más intensamente a los más pobres de los menesterosos, a los que ve como “encarnación de Cristo”. Cambió el hábito de monja por el sari blanco con que habitualmente la vemos, vestimenta habitual de la mujer pobre en la India; también cambió el convento por una chabola en los barrios pobres.
Pidió que el gasto de la cena de ceremonia de los Nobel (24.000 euros) se añadieran al del premio (73.000 euros) para donarlo todo a los pobres.
Su obra “Misioneras de la Caridad” atendía a los más pobres de entre los pobres, “los intocables”, los últimos en la jerarquía social india. Hoy 4.500 seguidoras de Madre Teresa trabajan en 130 países.
En ocasión en que oyó que alguien no cuidaría de un moribundo ni por un millón de dólares, respondió que ella por un millón de dólares tampoco lo haría, pero sí lo haría por amor.
Puso como premio de una rifa el auto papal, Lincoln color blanco, descapotable, que le regaló Pablo VI en su viaje por la India en 1964, y con lo recaudado fundó una leprosería en Bengala. También convenció a Juan Pablo II para abrir otra leprosería en el mismísimo Vaticano.
Esta mujer tan débil de cuerpo como entera de espíritu, toda amor y entrega, conocida como “Santa de las Cloacas”, tras superar varias crisis, con un marcapasos, con la malaria, con dolencias varias pulmonares y cardiacas, a los 87 años ingresaba en la sección de Cuidados Intensivos del Asilo de Woodlands (Calcuta), donde fallecía.
Solo seis años después era beatificada, en octubre de 2003, y en 2015 ya era canonizada.
Defendió vehemente la doctrina de la Iglesia sobre concepción, antiabortismo y contraria al divorcio.
Cuenta en su biografía con los milagros de cura de un tumor abdominal de una mujer india (Mónica Berra) y de un brasileño que padecía hidrofobia (Marcelino Andrino).
El Papa Francisco ofició la ceremonia de elevación a los altares, ante más de cien mil fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el 4 de septiembre de 2016.
Cada 5 de septiembre la Iglesia Católica celebra esta fecha (día siguiente de la populosa ceremonia) en el santoral.
Agnes Gonxha Bojaxhiu, Teresa de Calcuta, la Santa de las Cloacas, monja del amor y la entrega, prójimo de la sonrisa, tiene muchas frases y pensamientos que la definen mejor que cualquier biografía al uso, pues era eso, amor, entrega, abrazo y sonrisa, y alguna de sus frases eran:
“El amor es una fruta de temporada de todo el tiempo”
“El hambre de amor es más difícil de eliminar que el hambre de pan”
“Para hacer que una lámpara esté encendida siempre no debes dejar de ponerle aceite”
“No siempre podemos hacer grandes cosas pero podemos hacer muchas pequeñas con amor”
“No deis solamente lo superfluo, dad vuestro corazón”
“La sonrisa es el principio del amor”
“La falta de amor es la mayor pobreza”
“Lo que hacemos es una gota en el océano, pero sin esa gota le faltaría algo”
“Si juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla”
“No dejes que nadie se aleje de ti sin ser un poco más feliz”
“Vive sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir”
“Haz que en vez de lástima te tengan respeto”
Y por no cansar al paciente lector, ahí van los tres pensamientos que creo que mejor definen a la santa del amor y la entrega: “El dinero hace personas ricas, el conocimiento hace personas sabias, pero la humildad hace grandes personas”; “no soy más que un pequeño lápiz en la mano de la escritura de Dios”; “cuando por los años no puedas correr, trota, cuando no puedas trotar, camina, cuando no puedas caminar, usa el bastón, pero nunca te detengas”…
En sus momentos de agobio acudía a la Virgen mediante su “novena de emergencia”.