Unas historias de la Segovia de ayer – José Mª Martín Sánchez
De lo que se describe ha transcurrido, es verdad, siglo y cuarto ¿mucho tiempo? ¿Poco? Era lo que había y así quedó reflejado por un segoviano, Félix Gila y Fidalgo, Catedrático de Ciencias Naturales, que conocía muy bien su lugar de nacimiento. Así era, a lo breve, el paso de aquel tiempo en la ciudad.
Un ruego, lean despacio.
‘Es este un libro (1) de exposición y no aspira a tener carácter crítico. Si yo hubiera querido hacer una publicación de alta, serena e imparcial crítica hubiera tenido que llenar mil ochocientas de cuartillas y (describir como era Segovia), á principios del siglo XX…
…Muchas calles estrechas, tortuosas y de poca higiene, con casas miserables y sin capacidad de viviendas humanas, que debieran haber desaparecido por los golpes de la piqueta del ornato y de la salubridad…
… recorrer las orillas del Eresma y del Clamores y observar la ruina de tantas fábricas abandonadas y el silencio de tantas máquinas en prolongada paralización…
Si creo que Segovia sufre un sopor y que la crítica sería inoportuna y cruel…Y sin embargo, sí he de decir, que la mendicidad se enseñorea e invade las calles:
– Las puertas de los cafés, fondas y casinos y algunos bancos de los paseos públicos son puestos de pedir limosna.
– Los llamadores de las casas no cesan de ser golpeados por pobres estantes y trashumantes.
-Los viernes en los arrabales y los sábados en la Ciudad se ven legiones de mendigos que recorren en grupos las calles…’.
Escrito de otra forma ‘cualquier tiempo pasado fue…’, por más que serán muy pocos los que sientan nostalgia ante lo descrito.
Detalles de la ciudad de in illo tempore
Quienes llegaban a la ciudad, zona amurallada o arrabales, encontraban lugares donde descansar, comer y pasar el rato. En la Calle Real se encontraba el café de la Unión (nada que ver con el Casino); en la Plaza Mayor estaba El Montañés y el Café de San Francisco en la calle del mismo nombre.
Lugares de descanso como las posadas de Caballeros, La Estrella, La Fruta, La Paloma, la del Potro, en la plaza del mismo nombre o del Toro en la calle Escuderos 19. Estas en el centro. Los que se quedaban en las ‘afueras’ tenían surtido; El Gallo y Vizcaínos, la del Norte, entre las carreteras de San Ildefonso y Boceguillas… Y hasta un refugio de caminantes había. Se ubicaba en el Arco de la Puerta de Santiago.
Más, y ‘pa que no faltare de na’, en el barrio de San Millán, en el multiusos local de Cielo Hermoso, ubicado junto al Paseo Nuevo, ‘colocaron’ una parada de sementales, donde los ganaderos llevaban su ganado para que emparentaran.
Los juzgados de Instrucción y Municipal se encontraban en Trinidad y c/ de los Viejos. La Guardia Civil tenía su residencia/cuartel en la plazuela de la Reina Victoria Eugenia. Pegadito al Alcázar y cinco eran las imprentas en la ciudad. Tres de ellas pertenecientes a otros tantos periódicos: El Adelantado, Diario de Avisos y La Tempestad.
Si de ‘cultivar’ el cuerpo se trataba, estaba el Gimnasio y Sala de Armas de José Mª Martínez Esteve, Plaza de San Martín, un lujo de gimnasio.
Otro de los servicios a la ciudadanía era el de las farmacias. Eran cinco. Estaban ubicadas en Juan Bravo, Muerte y Vida, Herrería, San Francisco y Escuderos.
La Industria
Escribo al respecto que, simple ejemplo, había una fábrica de abonos, huesos y colas, dirigía Luis Carretero, en la Carretera de San Rafael con el nombre de ‘La Areva’. En San Millán, se trabajaba la alfarería y los barros artísticos; un aserradero mecánico en la calle Independencia, dónde también había una fundición, aprovechando el paso del Clamores.
La cerámica (tejas, ladrillos…), se trabajaba en las fábricas La Innovadora, en la de Peladera…Varias de harinas y molinos, con los Carretero al frente, en San Lorenzo ; la de Loza, de Marcos Vargas, en el mismo barrio… En Escultor Marinas, ya en San Millán, estaba la fábrica de papel ‘La Constante’, de Enrique Redondo…
De cuarteles. Estaban el Regimiento de Artillería del Sitio, Academia de Artillería, el de Infantería, en la Trinidad y el de San Agustín. Conventos, había quince en la ciudad y en su alrededores. Y creciendo el número de sus habitantes. Ahora…
Ampliando el sector servicios. Correos se ubicaba en Trinidad 5, Casa/palacio de los Mansilla. La administración de Telégrafos se situaba al inicio de Juan Bravo. El precio de telegramas para pueblos de la provincia era de 0,58 céntimos de peseta por cada quince palabras. También Teléfonos se ubicaba en el referido lugar. Tenía redes entre Segovia y San Ildefonso (8 de la mañana a 10 noche) e interurbana con Madrid, donde una conferencia de tres minutos (con aviso previo) constaba 1,50 pesetas; con San Ildefonso 0,85; con Toledo 1,80; Burgos 2,80…
Biografía en breve
Nació Félix Gila Fidalgo en Segovia, parroquia de San Miguel, año 1860. Fue naturalista, escritor y profesor. Alcanzó el doctorado en Ciencias Naturales y pasó a ejercer la docencia, lo que llevó a efecto como catedrático, en las universidades de Asturias, Santiago, San Sebastián y Zaragoza. En Segovia fue catedrático interino de agricultura en el Instituto. Año 1888. Nunca se olvidó de sus orígenes. Aquí fue fabricante de barros artísticos y cemento, hasta confeccionar una gran industria, que continuó cuando se traslado a Sevilla, donde fue catedrático y falleció en 1912.
Dejó escritos varios libros. Quizás el más interesante su ‘Tratado de Historia Natural’, año 1893. Tiene una calle dedicada a su persona en el barrio de San Millán, donde tuvo su domicilio. En la Universidad de Zaragoza sufrió una agresión, año 1902, que le llevó a pedir excedencia voluntaria, sin sueldo, que le fue concedida (Gaceta de Madrid de 22 de diciembre de 1903).
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(1) ‘Guía y Plano de Segovia’ Félix Gila, año 1906. Imprenta del Diario de Avisos.