La Casa Palacio de Las Plagas

No hace mucho tiempo, en una tarde apacible para el paseo, conversando de todo un poco, cuando nos íbamos a separar mi amigo y yo, me dijo, ‘no te tomes la vida demasiado en serio, porque no saldrás vivo de ella’. Me dejó pensativo y meditabundo. Lo que traslado a quien esto leyere por si le fuera de aplicación y no demasiado tarde.

La Peste Bubónica

‘Me lo dijeron ayer…’, en Segovia, año 1550 –o alrededores-, existió la denominada Casa Palacio de las Plagas. Situada ésta en la parroquia de los Santos Justo y Pastor (hoy barrio y parroquia de San Salvador), tuvo un gran protagonismo durante la pandemia de la peste bubónica, la que asoló Segovia entre los años 1598 y 1599. La referida edificación fue destruida por un rayo en 1666.

Continuando con la noticia y su ‘protagonista’, describo que la edificación de la Ermita del Ángel de la Guarda, desde 1821 Cementerio de la ciudad, fue construido a sus expensas por el Gremio de Cardar y Apartar la Lana, que allí tuvo su sede. En la referida obra se utilizaron materiales de la ya citada Casa Palacio.

El encarcelado y su leyenda

Ocurrió hace ‘la tira’. Quiero decir que han pasado años, años, años… La información de que dispongo es de 1710 que fue cuando entró en la cárcel del Alcázar el Duque de Medinaceli (Luis Francisco de la Cerda y Aragón que entonces ostentaba el título), cuyo ducado había sido creado en 1368 por Enrique II.

¿Qué pasó para que de libre pasara a cautivo el que fuera  ministro con Felipe V? Pues… El señor duque mantuvo una oposición frontal a la creciente influencia francesa en la corte española, llegando incluso a desvelar a los ingleses los planes secretos para concretar una tregua entre las Provincias Unidas de la Países Bajos (estado formado por las provincias del Norte).

Cuando el plan lo tenía elaborado, el referido ministro fue pillado ‘infraganti’ y no sabiendo cómo salir de aquella situación y sin poder contestar a las preguntas que le acusaban, fue encarcelado y condenado a muerte, a través de una comisión nombrada para examinar la acusación de que era objeto. Pero…Cuando la sentencia llegó al Rey- al que su ministro había ninguneado-, debió pensar que era desproporcionada, por lo que ‘tachó’ la pena de muerte y la ‘convalidó’ –que no sé yo-, por la de cadena perpetua.

Tras unos años de cárcel en el referido castillo segoviano, el preso fue trasladado a la cárcel del de Pamplona y posteriormente a la de Fuenterrabía, donde murió.

Piedra de muerte

Primera hora de la tarde del 16 de septiembre de 1897. Los trabajadores que se empleaban en la construcción del más pequeño de los depósitos del agua en la zona de Chamberí estaban a pocos minutos de cesar en su faena para realizar la comida del mediodía. Era normal que las esposas llevaran a sus maridos la comida y que ambos –si no existían ‘compromisos’ de hijos en casa- sentados en la hierba de la pradera cercana y si el tiempo lo permitía, comieran juntos.

Ese concreto día la desgracia se cruzó en el camino de una de las mujeres. Cinco minutos faltaban para las doce del mediodía –hora de ‘descanso’ entre jornada de mañana y tarde- cuando hizo explosión un barreno que se había puesto para quitar la roca del vaciado de la obra. Con los trabajadores bien protegidos ante la eminente explosión, una de las piedras –de las muchas que ‘volaban’-, fue a caer sobre la cabeza de una de las referidas mujeres. Esta murió en el acto.

No se es-tila, pero se destilaba

Entre todas las destilerías de aguardiente que en 1800 pululaban por la provincia, también la capital, se conseguía un producto total que, calculado en arrobas, fue ese año de 18.963. Mas si lo quieren ‘pasar’ a litros les digo que una arroba equivalía a 11,5. Ahora que ya tienen todos los  datos los multiplican y seguro que aciertan. Las matemáticas están también ‘pa’ eso: no lo olvidéis nunca, queridos niños. También, y siguiendo el hilo de ese tiempo, sepan que la población de capital y provincia sumaban 164.007 y que había 35 conventos en los que residían 1.305 religiosos/as. Unos treinta años después llegó la Desamortización y se quedaron semivacíos. Datos recogidos del Diccionario de Hacienda del referido año 1800.

Sepa el Pueblo…

Llegado y en curso el año 1797, reinando Carlos IV ( de bautizado, Carlos Antonio Pascual Francisco Javier Juan Nepomuceno José Januario Serafín Diego de Borbón), se emitió desde Palacio una Real Cédula que comunicada a los Sexmos de la Tierra de Segovia, decía así: ‘Se prohíbe el acompañamiento en las procesiones de disciplinantes o flagelantes: (quienes se flagelaban la espalda públicamente ; empalados (los que, atados con fuertes cuerdas se ataban a un madero)  y otros espectáculos como Cruz de Mayo, rogativas… Así como los bailes en las iglesias, sus atrios y cementerios y no trabajar los días de fiesta’.

Nota aparte. Sepan, aquellos que lo quisieren saber, que si bien los que acudían a las procesiones de disciplinantes eran –fueron- casi siempre hombres, hubo tiempo, siglos XVI y XVII, en que también participaron mujeres. Los hombres llevaban el torso desnudo y las mujeres cubrían sus senos con unos finos pañuelos. Pero… Aquella práctica, sobre todo en las procesiones nocturnas, se convirtió en ‘vanidad y desenfreno’. Motivo, causa y razón por las que el cardenal Fernando Niño las prohibió en 1604: ‘No podrán salir en procesiones de disciplinantes en incluso asistir a este tipo de actos’.(1)

Boda en El Valle

Fecha concreta: 5 de junio de 1901. Lugar: iglesia Valle de Tabladillo. El corresponsal del Diario de Avisos relata la unión en matrimonio de Francisco y Petra: ‘Se celebró en la sacristía del templo. Petra tiene 67 años y Francisco 79. Ambos se encontraban bastante fuertes para poder soportar tantos los placeres como las amarguras. Francisco se había casado en tres ocasiones, Petra en cuatro’.

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(1) Así lo describe Padilla Cerón en la Biblioteca Virtual ‘Miguel de Cervantes’.