La adversidad

Lo explicaba muy bien Javier Martín al comienzo de su crónica en este periódico del partido de la Gimnástica Juvenil ante el Fútbol Peña de León, en el que el equipo no consiguió el punto que necesitaba para confirmar el ascenso a la División de Honor: “La edad juvenil sigue siendo de formación, por más que algunos se empeñen en encumbrar a jugadores demasiado jóvenes y aún con muchas lecciones que aprender”.

La derrota de aquel día, seguro, fue positiva en la formación de los jugadores del equipo. Les obligaba a seguir peleando, aunque fuera solo un poco más y, posiblemente, hasta les generara alguna duda. Aprendieron la lección y, como la caída no fue muy dura, ganaron el siguiente partido y cumplieron su objetivo.

Marcos Llorente salió del Madrid defenestrado por Zidane y después se pasó más de media temporada sin jugar en el equipo de Simeone, antes de convertirse en imprescindible para mi Atleti. A Michael Jordan lo echaron del equipo del instituto y todos sabemos cómo acabó la historia. Dos casos tan lejanos en el tiempo y tan diferentes en el ámbito (profesional y de formación) optaron por la misma solución: pelear ante la adversidad. Podían haberse rendido o, incluso, podían haber puesto excusas… pero no; decidieron confiar en sí mismos y no en quienes no confiaron en ellos; seguramente trabajaron más que nadie y superaron su decepción para salir adelante.

Y cuanto más intensa sea la adversidad, mucho mejor… si no abandonas o te justificas, claro. Lo mejor que te puede pasar es tocar fondo y superarlo. Por eso, la lección de los jugadores juveniles de la Gimnástica, aun siendo positiva, me pareció leve. Al menos, estos chicos han llegado a este nivel para encontrarse con este tipo de adversidades; muchos, a la mínima, abandonan antes.