Janelas (ventanas)

Entra un señor en el Capitolio de Washington medio desnudo, adornado de un buen par de cuernos, aullando y haciéndose llamar el Lobo de Yellowstone (el cual, por cierto, no ha eludido entrevistas buscando convertirse en ‘celebrity’). Con independencia de lo disparatado de la acción y del personaje en sí, la cosa da algo que pensar; principalmente porque esta cosa de asaltar parlamentos parece que solo ocurría en otros sitios, desgraciadamente también en nuestro país. Cada vez es más fácil llegar a los públicos objetivo con arengas y tras la arenga mover a la acción al personal. Y cuanto menos preparado está el personal más fácil moverlo en una dirección determinada. Asusta un poco pensar que estos desbarajustes que arrancan en los países que han sido modelo durante generaciones puedan tener un poderoso efecto llamada en otros lugares. No hay tanta solidez en su sistema; también tiene fugas.

También nos hemos encontrado como otras estructuras sólidas se rompen. Al final hubo Brexit. Seguro que es cierto que ha sido una reacción timorata de sectores más rurales y de edad avanzada los que impulsaron con su voto el abandonar la CEE. Temían entradas masivas de inmigrantes, descontrol de fronteras, incremento del terrorismo, querían recuperar el control perdido de su economía, desconfiaban de la enorme burocracia europea que todo lo ralentiza. Y también es más que probable que sectores más urbanos y relacionados con la economía global fueran partidarios de permanecer (Bremain) en la Unión. Pero lo hecho, hecho está.

Y con la prudencia debida me cuesta mucho pensar, como algunos vaticinan, que el Reino Unido se haya metido en un callejón sin salida o en una crisis de largo alcance. Lo que sí es cierto es que Inglaterra ha mirado para sí ignorando el interés de otros territorios del Reino Unido como pueden ser Escocia o Irlanda del Norte que recelan o recelaban de la ruptura.

Al final los europeos que permanecemos en Europa hemos quedado un poco mirando unos a otros mostrando fragilidad (por no decir incredulidad) y ha dejado una sensación de que quizá la fiesta, una vez se ha marchado el primero, podría estar acabándose y empiece a salir gente en tropel. Es decir, “me quedo mientras me interesa y si no me marcho”. De cómo le vayan las cosas a Inglaterra en los próximos dos años dependerá mucho el futuro de la hoy todavía “unión”.

Los países tan idolatrados en los que tanto creímos, que eran faro y referente para nuestra generación, tienen los pies de barro y van cayendo.

Y no es aventurado evidenciar como nuestra querida Unión Europea marcha a dos velocidades, que coinciden con los proyectos económicos: los mayoritariamente industriales y los del sector servicios. Se ha podido ver como en las dos crisis económicas, la de antes y la de ahora, y que prácticamente hemos enlazado ya se atisba que los industriales salen antes de las crisis y más fuertes y los del sector servicios tardamos más en salir porque necesitamos que los industriales arranquen para que su riqueza se vaya derramando por encima nuestro. Al final, las diferencias entre unos países y otros de la misma Unión no se mantienen, al contrario se agrandan, las políticas tienden a ser más individualistas, a mirar más a lo de uno. Ya en la crisis anterior algunos economistas hablaron de la Europa de las dos velocidades que podría acabar (alguno recomendaba) con dos euros diferentes (el rico y el pobre). El pobre, como se puede suponer, sometido a una devaluación que fuera como poner el cuentakilómetros a cero y hacer más competitivos a los que les toque.

Quizá se nos va demasiado tiempo entre la rencilla interna y “lo que dice Bruselas”. Incluso aquí, dentro de nuestro país, los que más alboroto arman más van sacando o al menos esa impresión da.

En tertulia de hace unos días en las que los participantes (en videollamada) y por mor de todos estos desajustes que vivimos estábamos en lugares diferentes de España y un par de ellos fuera, estábamos de acuerdo más si cabe ahora en que hay que recuperar la conversación empezada y nunca concluida con Portugal. Concluida con acuerdos, nos referíamos. Abrir la ventana (janela, se dice en portugués) a un país más largo que estrecho con un buen mercado interior, gente estupenda y bien hablada en español y muchos en inglés, con un acuerdo económico preferencial con Brasil, que necesitan más tamaño para desarrollarse y que nos abre la opción de una salida directa hacia el Atlántico para los productos de Castilla y León. Es evidente que este tema suele estar en mala posición en las agendas políticas o no está; pero desde una perspectiva regional creo que puede interesar bastante mover la brújula hacia el oeste más que tanto hacia el este, que desemboca, queramos o no en un mar interior.

Vienen cambios en la política exterior de los países, seguramente un cierto proteccionismo de las naciones. Y el afianzar una posición ibérica, mejorando comunicaciones y comercio como soñó José Saramago nos reportaría ventajas y pensamos que, particularmente, Castilla y León podría ser un gran beneficiado. Además, el protagonismo ya fatigoso que tienen regiones al este se podría ver mitigado por una ilusión al oeste.