Fermín Bocos – Poco que celebrar

Tras los comicios de noviembre, estamos peor que en las elecciones de abril. La ambición de Pedro Sánchez y la irresponsabilidad de Albert Rivera han dejado a España a las puertas de la ingobernabilidad. O frente a algo peor: que la llave del Gobierno de la Nación la tenga un ciudadano llamado Oriol Junqueras (ERC) que está en la cárcel condenado a 13 años de prisión por un delito de sedición. Si a Sánchez, según propia confesión, le quitaba el sueño pensar que Pablo Iglesias compartía asiento en el Consejo de Ministros ahora, si quiere seguir en La Moncloa y con los viajes en Falcon, tendrá que hacerse a la idea de que el precio a pagar por el poder será el insomnio.

Descartada —por errática— una nueva convocatoria de elecciones, la única fórmula que podría impedir la formación de un inquietante “Gobierno Frankenstein” —formado por partidos separatistas y anti sistema— pasaría por una coalición o acuerdo parlamentario entre el PSOE y el Partido Popular. Esa posibilidad abiertamente rechazada por Sánchez a lo largo de la campaña electoral y que tampoco suscita gran entusiasmo en la cúpula del PP puede que sea la única salida para evitar la inestabilidad política que aparejaría la puesta en marcha de las restantes fórmulas para allegar un Gobierno capaz de afrontar la crisis catalana y el enfriamiento de la economía.

Por si alguien tenían alguna duda de que el desafío de los separatistas iba a templarse tras la jornada electoral en la que, por cierto, han salido bien parados —otro de los “aciertos” del estratega Sánchez— ahí están los cortes de autovías y carreteras llevados a cabo al día siguiente de los comicios por los replicantes del llamado “tsunami democratic”. Si Sánchez logra la investidura al precio de incluir a Pablo Iglesias (Podemos) en el Gobierno y con un Ejecutivo dependiente de los votos de ERC en el Congreso para sacar adelante los Presupuestos y con la torna de tener que amnistiar a Junqueras y al resto de políticos catalanes condenados por el “procés” se abriría la caja de Pandora. De rodar así las cosas habría que contar con la segura acometida de Vox (fuerza rampante con sus 52 diputados) y la inestabilidad política estaría servida. Ante semejante escenario, por una cuestión de responsabilidad y hasta de patriotismo, aún a sabiendas de que Pedro Sánchez no se merece estar donde está, mediante un acuerdo parlamentario a Pablo Casado quizá le correspondería dar el paso para facilitar la formación de un Gobierno del PSOE en solitario. Sería la única salida capaz de evitar males mayores. Aunque, desde luego no habría mucho que celebrar.