Emoción de censura

Ya tenemos elecciones autonómicas en el horizonte (otra vez) en algún lugar que no es Castilla-León. Salvo el hecho de votar, la verdad es que toda elección autonómica parece “de aquí” por la cobertura que se le da y la aparente importancia que debe tener para los de Segovia lo que voten los de Palafrugell o los de Valdemoro en las cosas de su región. Hace años esto no era así; cada uno estaba a lo suyo y al final del día o al día siguiente El Adelantado nos ponía al día de cómo había ido la cosa.

Y más que suficiente. Pero ahora no salimos de una de una y ya estamos en campaña de otra y poco tiempo nos dejan para hacer otras cosas, salvo que les dejemos a lo suyo y nosotros vayamos a lo nuestro. Al final estamos en permanente campaña aunque no lo queramos ver.

Me daba por pensar cómo en esa campaña política permanente caben las modas. Es como una marea que arranca por un lugar, con una ocurrencia más o menos afortunada y acaba recorriendo el país entero. Tiene un punto álgido de máxima repetición de lo que empezó aisladamente en un lugar, hasta que empieza a bajar y desaparece finalmente – al menos por un tiempo -.

Así pasó con las primeras y segundas elecciones nacionales. En ese momento era la moda del “esto lo arreglaba yo en quince días…”. Aspirantes a políticos que tenían incluso sus minutos en televisión nos explicaban que tenían un método “que no podían explicar por la tele” con el que podían arreglar el paro en dos patadas. Algunos iban más allá y con un par de semanas adicionales acababan con grandes problemas de infraestructuras o de educación en los colegios. Y aparecían estos “tecnócratas” por todas partes una vez el primero se atrevió a hacer la propuesta a la nación entera.

Fue una verdadera lástima que ninguno de aquellos hubiera triunfado en aquellas elecciones o las posteriores, porque el paro ha sido siempre un problemón y lo mismo ha pasado con los trazados y presupuestos del Ave o las autovías y quién sabe si era verdad que tenían la solución… Era la moda del momento, arreglar lo de España de un plumazo.

Y ahora estamos en el momento de las mociones de censura, de las que también hubo algo en el pasado. Pero llegan ahora con fuerza y por doquier

Pasaron los años y llegó la moda del transfuguismo. En la Comunidad de Madrid, en Galicia, en Aragón… A la que una elección no estaba ganada con claridad o había un resultado inesperado surgía este “sistema” de voltear situaciones y voluntades. Cesó bastante el asunto hasta que pasado un tiempo parece que vuelve a estar un poco de moda igual que vuelven las solapas estrechas a los trajes.

Otra moda, que aparece con una cadencia que casi se puede anticipar, es la de hablar y abordar el tema del Peñón de Gibraltar, las relaciones con Estados Unidos, etc. Hubo un tiempo que también fue moda intentar Exposiciones Universales. Afortunadamente, no salieron muchas porque los resultados (económicos) no fueron brillantes.

Y ahora estamos en el momento de las mociones de censura, de las que también hubo algo en el pasado. Pero llegan ahora con fuerza y por doquier. Con tanto entusiasmo que parecen Emociones de Censura más bien. Da igual que prosperen o que no. Parece que no existiera otra cosa cuando toca. Todo debe venir del glamour y puesta en escena de la que se realizó pocos años atrás y que tuvo como desenlace la salida de Mariano Rajoy al frente del gobierno y que supuso la entrada del gobierno de la coalición que conocemos.

Hablando de este tema con mi amigo y gran experto en política ibérica Natalio Gonçalves me hacía ver lo remoto que se encontraba, y cada día más, una intención de voto de cualquier ciudadano que acababa en una papeleta en urna, con el uso que le daban aquellos que recibían la confianza tiempo después.

Queda la esperanza de que todos estos movimientos solo estén orientados a la mejora del servicio al país, interés ultimo que guía a cualquier político en cualquier nivel. Esto es la vida real. No Juego de Tronos.