El regreso de los narradores

Susurrando entre montañas, ciudades y aldeas, los antiguos trovadores recorrían los caminos contando sus historias, cultura oral destinada a todos los que no tenían la capacidad de interpretar los libros custodiados por los pudientes y la casta sacerdotal.

La transmisión oral de la cultura entre parroquianos, familias y viajantes curiosos fue algo habitual durante el largo periodo de tiempo en el que la alfabetización estuvo al alcance de solo unos pocos.

Siglos después, con la llegada de la radio, las historias y relatos se convirtieron en cuentos adornados con efectos sonoros de lo más ocurrente. Cómo olvidar el famoso episodio de la serie The Mercury Theatre on the Air narrado por Orson Wells y basado en La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells. La noche del 30 de octubre de 1938, el futuro director de cine de tan solo 23 años, orquestó la emisión de tal forma que todo aquel que lo escuchó supuso que la invasión extraterrestre que contaba era real.

Orson Wells
Orson Wells

Aunque la llegada de los medios audiovisuales anunció la muerte de las radionovelas, el interés por dejar grabada la voz humana en distintos ámbitos propició algo que, por su reciente auge, muchos creen que se trata de un invento actual: los audiolibros.

Allá por la década de los cincuenta ya se realizaban grabaciones de libros para personas con alguna discapacidad visual, aunque el tiempo de escucha era reducido por tener que recurrir a los discos de vinilo.

Fue con la aparición de las cintas de casete cuando los audiolibros se popularizaron como elemento de entretenimiento para viajes y, sobre todo, orientado al sector infantil. Se multiplicaron las ofertas de cuentos hablados y cantados, al estilo de los viajeros que en otras edades amenizaban las tabernas con sus historias acompañadas de notas arrancadas de sus instrumentos de cuerda y modulación de sus entrenadas voces.

Pero como ocurriera antaño con las radionovelas, los audiolibros fueron desplazados por la cada vez más extensa oferta televisiva y cinematográfica. Los niños y jóvenes ya no estaban interesados en cuentos hablados si podían ver dibujos animados y películas en una pantalla a todo color.

Y llegó la era de internet, la oferta visual se convirtió en la reina y señora de nuestras atenciones y nos convertimos en esclavos de las pantallas.

Resulta curioso que, inmersos en la explosión que esto ha supuesto, rodeados de personas pegadas a las imágenes que escupen sus móviles en fogonazos que mendigan atención, la tecnología sonora haya regresado con fuerza con distintos formatos.

Y parece que esta vez lo ha hecho para quedarse.

Los audiolibros, en realidad, nunca han llegado a desaparecer. En Estados Unidos mantuvieron una cuota de mercado muy aceptable gracias a las grandes distancias que sus habitantes realizan en sus coches de forma habitual.

Pero en Europa hubo que esperar hasta hace unos tres años, momento en que las grandes plataformas apostaron fuerte por este soporte en nuestra costas para ampliar la oferta editorial, y llegar a los públicos que antes no lograban alcanzar con las páginas de los libros impresos y digitales.

Las previsiones calculan que esta industria crecerá a un ritmo asombroso, alcanzando cifras cercanas a los 20.000 millones de dólares en 2030.

Storytel, Audible, Literatura Sonora… Son muchas las plataformas donde se pueden comprar y descargar audiolibros de ficción, ensayo y divulgación en los que los narradores transforman con maestría la palabra escrita en oral. Es tal la demanda, que muchos autores y editoriales están optando por crear historias exclusivas para el medio.

Este auge ha sido aprovechado por profesionales que ya trasladan sus contenidos a las ondas. Podcast de todo tipo ya compiten en plataformas como Spotify o Ivoox, donde cualquier persona que desee transmitir su conocimiento o espacio de entretenimiento encuentra la forma de almacenar y divulgar sus contenidos a aquel que desee escucharlos… Todo ello sin necesidad de visitar aldeas y tragar toneladas de polvo del camino.

Mientras esto sucedía, la industria audiovisual asistía perpleja al éxito de lo que en otra época había enterrado. Y lejos de esperar en la cuneta a que algo parecido volviera a suceder, se han subido al carro creando contenido exclusivo dirigido a entornos acústicos. Actores y directores se han unido en producciones ideadas solo para ser escuchados en plataformas como Sonora, donde podemos encontrar comedias, thrillers, historias de terror… Relatos narrados con tanta maestría como aquella Guerra de los Mundos versionada por el que sería el director de la premiada Ciudadano Kane, una transmisión tan realista que logró que cundiera el pánico entre los oyentes.

Al final, todo vuelve, como los pantalones de campana.