¿Dónde están los sindicatos?

Uno de los fenómenos sociales de nuestros días tiene como protagonistas a los antaño llamados ‘sindicatos de clase’. Son protagonistas en razón de su clamorosa ausencia en relación con algunos de los problemas graves que afectan a diferentes sectores laborales.

Sería el caso de los agricultores y ganaderos, que denuncian con sus marchas la situación límite por la que atraviesa una actividad en la que los precios de los productos están por debajo de los costes de producción. En el caso de leche, la situación es escandalosa. Ha subido el precio de los cereales, el combustible y la electricidad, imprescindible para el ordeño y la refrigeración, y las industrias que controlan el sector lácteo les han bajado el precio de la leche.

Otro sector con problemas es el de los camioneros. Su Comité Nacional del Transporte anuncia paros en todo el sector en días clave en vísperas de la Navidad, porque en el desarrollo de su trabajo todo son problemas: ha subido el precio de los combustibles y se anuncia la implantación de la llamada ‘Euroviñeta’, forma eufemística de disimular el pago de peajes para circular por las autovías.

Son problemas en sectores con miles de trabajadores y pequeños y medianos empresarios que, a juzgar por el silencio de las cúpulas de los sindicatos mayoritarios, no tienen acomodo en sus agendas. Por no hablar de los pensionistas que viven con la mosca de la incertidumbre tras la oreja en razón del vaivén de declaraciones del ministro de la Seguridad Social. Los pensionistas tampoco suelen encontrar mucho eco en los calendarios sindicales.

Tanta mansedumbre induce a pensar en que van camino de ser un apéndice subvencionado del actual Gobierno. Mal asunto

Llegados a este punto cabría preguntarse por la razón del silencio de hogaño frente a las movilizaciones de antaño. Estoy pensando en las subidas del precio de la electricidad que dieron pie a sonoras movidas cuando gobernaba el Partido Popular. Ahora con un aumento de las tarifas cuyo apunte casi no cabe en el recibo de la luz, los sindicatos mayoritarios ni están ni se les espera. Tanta mansedumbre induce a pensar en que van camino de ser un apéndice subvencionado del actual Gobierno. Mal asunto.