Cosas veredes

“Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”. (Verás cosas, amigo Sancho, que harán hablar las piedras). Esta frase, falsamente atribuida a Cervantes porque nunca se escribió en El Quijote, pretende señalar que veremos cosas con gran sorpresa y perplejidad, y viene muy a cuento en nuestros días donde no dejamos de salir de nuestro asombro permanentemente.

Por ejemplo la ‘ley sísí’, de tanta de actualidad, presentada por una aprendiz de legisladora que tiene la osadía de insultar a los jueces para ocultar su clamorosa incapacidad, cuando lo que tenía que haber hecho es presentar su dimisión de manera inmediata. Pero ella está en “mantenella y no enmendalla” porque su indigencia intelectual desconoce que cometer un error y no corregirlo es cometer un error mayor. Cuando escribo estas líneas ya van más de 400 casos de violadores y acosadores beneficiados por esta inútil legisladora, por lo que está resultando ser la ley de la suelta indiscriminada de violadores y acosadores. No es de extrañar que la retranca popular conozca a la señora Montero como la ministra de “igual da”. Y aunque no se ha visto ninguna feminista poniendo el grito en cielo sobre este tremendo y escabroso asunto, no quiero ni pensar cómo estarían las calles si esta barbaridad la hubiera hecho la derecha. Pero como son ellos, da igual o igual da.

Por no hablar del grotesco suceso de los túneles por donde no caben los trenes. El singular, esclarecido y afamado demagogo populista Sr Revilla, presidente de Cantabria, dice que es una chapuza monumental y la ministra del ramo manifiesta con rotundidad que depurará responsabilidades. ¡¡Pero si la responsable última es ella!!

Hay muchos más asuntos inhabituales en esta legislatura, y uno de ellos, muy sorprendente por cierto, es el cambio de postura respecto al Sahara sin pasar por el Parlamento y sin ningún tipo de debate; una muestra más de un comportamiento antidemocrático desconocido hasta la fecha, e insólito en una democracia parlamentaria.

Más triste es que la política haya perdido gran parte del respeto ciudadano por la paupérrima calidad democrática actual, donde ya no hay adversarios políticos sino enemigos acérrimos que no son capaces de llegar a acuerdos y pactar leyes, pero sin embargo tienen una gran maestría en el insulto y en demonizar a la oposición. Convendría recordar que Zapatero, este político de segunda culpable de muchos de nuestros males y a quien ya solo soportan en Venezuela, quiso eliminar y arrinconar al PP a través del pacto del Tinell, para impedir que llegaran en el futuro a ningún acuerdo que pudiera otorgarles el gobierno. Un gran demócrata este zetapé, que pensaba, como Azaña, que la democracia solo es válida si corrobora un régimen presidido por una coalición de izquierdas.

Y no hay que olvidar que Sánchez prefiere legislar a través del decreto ley, que solo se debería dictarse en caso de extraordinaria y urgente necesidad, pero que él utiliza a su conveniencia hurtando el debate de los representantes de la soberanía popular. Y hasta tal punto esto es así, que en esta legislatura el Parlamento ha aprobado menos leyes que decretos ha promulgado el Gobierno.

Lo que habría quizás que pensar es si es saludable para la tranquilidad de todos los españoles, que partidos que no respetan la Constitución y la Ley, sean los que sostienen al sanchismo. Además, estos partidos separatistas que en las elecciones de 2019 únicamente tuvieron los votos del 7,06% del total del electorado, debido a la debilidad del gobierno están imponiendo una serie de políticas que no siempre son las deseables para el 93% restante.

Por tanto, una vueltecita a la ley Electoral tampoco estaría de más, aunque hasta ahora ningún partido ha tenido los arrestos necesarios para proponerlo en el Parlamento.

Y también sería conveniente impedir que haya en el hemiciclo diputados que juran la Constitución, que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, y al mismo tiempo pretendan la separación de una parte de España e incluso aspiren a destruirla. Y es conveniente señalar y subrayar que la acción de jurar en falso se llama perjurio y puede constituir un delito. Todavía recuerdo al diputado socialista Félix Pons, cuando fue presidente de la Cámara, negando la condición de diputado a unos representantes de Herri Batasuna y obligándolos a abandonar el hemiciclo por no utilizar correctamente el juramento exigido. Pero como precisamente son los que sostienen a este gobierno, dudo que eso pueda llevarse a cabo a día de hoy. Por otra parte, es muy lamentable ver cómo la actual presidente del Congreso, la señora Batet, en vez de actuar con la responsabilidad que otorga el ser la tercera autoridad del Estado tras el Rey y el presidente del Gobierno, prefiera ser recordada como una simple funcionaria del sanchismo.

Mientras vemos estas y otras muchas circunstancias dignas de un mal recuerdo e imposibles de relatar en un breve artículo, la realidad es que cada vez son más las personas que señalan que este Gobierno, con su presidente a la cabeza, se está adueñando del Estado. Se han tomado sin escrúpulos las principales instituciones, como la Fiscalía General, el Consejo de Estado, el Defensor del Pueblo, el Tribunal de Cuentas, y un largo etcétera de organismos, culminando la operación con el control del CGPJ y del Tribunal Constitucional. Y teniendo en cuenta que la responsabilidad última de todo lo que está pasando la tiene quien falsificó su tesis, quien fue sorprendido en su propio partido cambiando los votos tras unas cortinas, quien nos hablaba durante la pandemia en nombre de unos expertos inexistentes y quien llegó al poder tras una moción de censura basada en una gran mentira, el asunto no parece muy tranquilizador. Y es que con este personaje ya no hay lógica, lo que hay es simplemente ideología, demagogia y deseos de permanencia a toda costa.

Alguien me puede decir que todo esto ya es sabido, y tendría toda la razón. Pero es bueno repetirlo porque los españoles vamos a tener este año dos procesos electorales fundamentales para nuestro futuro y conviene refrescar la memoria. La elecciones municipales serán el 28 de mayo y las elecciones generales hacia el 10 de diciembre si no se adelantan. Dos citas sumamente importantes. Las municipales y autonómicas van a representar el primer asalto para recomponer el Estado de Derecho, necesario para restablecer la convivencia y para que los defensores de la Constitución triunfen sobre los que denigran la Transición (ese lúcido período donde los españoles mostraron sus ansias de vivir en paz y concordia) y triunfen igualmente sobre los que presuntamente pretenden una república plurinacional, socialista por supuesto, y de corte bolivariano. Por ello, conviene tener buena memoria, recordar todos los hechos y actuar en consecuencia, porque una sociedad que parece estar anestesiada o padecer Alzheimer colectivo, es un campo abonado para avanzar en una indeseada democracia totalitaria. Más adelante tendremos el segundo pero fundamental asalto, y ya habrá tiempo para hablar de ello; pero ahora conviene salir airosos de este primer envite del mes de mayo. En todo caso, animo a no resignarse. Y para concluir, quiero refrescar aquellas famosas palabras de Kennedy: “No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tu país”.