Los libros son un pozo sin fondo en los que encuentras lo inesperado, y no solo por lo que la escritura aporta, la esencia incorpórea, sino por lo que entre sus páginas te sorprende. He aquí la causa de estas letras. Me explico, buscaba en los anaqueles de mi biblioteca un libro que en ese momento me atrapara; aunque Clarín ya me impresionó gratamente con La Regenta, saqué un volumen, entre Ferlosio y Umbral, de cuentos de Leopoldo Alas Clarín. La sorpresa no fue Doña Berta, ni Pipá o Celorio, el cura de Vericueto, cuya lectura es siempre gratificante; no, lo sorprendente fue lo que cayó al suelo.
Lo que tropezó con el entarimado de madera resultó ser un programa: Verano musical 2001 en Cabañas de Polendos. El tríptico en color verde y con ilustraciones de Miguel Ángel Maroto, anunciaba lo que iba a suceder culturalmente en el pueblo durante los meses de julio y agosto. Mas no diré nada de ese verano; aquí hablaré por escrito del pueblo que titula estas letras: “Cabañas de Polendos. El pueblo de siempre al ritmo de hoy”, el eslogan que sin duda manifiesta la autenticidad de esta villa de unos 180 habitantes con la pedanía de La Mata de Quintanar y el Marquesado de Quintanar. Si hace algo más de cincuenta años el lema ocupó, en una pegatina, un espacio en la luna trasera de automóviles que en aquella época circulaban por la provincia y ciudades limítrofes, en el siglo XXI la ingeniosa y certera frase regresa para volver a manifestar que Cabañas de Polendos tiene historia y ritmo de futuro.
Desde estas líneas vamos a movilizar nuestro pasado y alumbrar con cadencia la modernidad. Su actividad económica sigue siendo la agricultura y unas cuantas naves de ganado porcino. Pero hace más de veinte años se inauguró el complejo artesano de Las caravas. En este espacio, jóvenes trabajan las distintas artesanías: cerámica, cuero, obra gráfica, talla de cristal soplando vidrio, etc. Naturalmente en este espacio no puede faltar el bar. Del vermú y la gastronomía se encarga el restaurante El Rincón del Tuerto de Pirón. Este centro hostelero congrega todos los años, en el mes de septiembre, a un buen número de visitantes en la Feria del cocido y el vino para saborear los garbanzos de la tierra. Si alguno de los comensales viene de lejanos lugares, puede encontrar hospedaje en las diferentes casas rurales o en dos apartamentos turísticos que se ofrecen al invitado para que no se pierda nada de lo que la tradición muestra a sus turistas.
La religión se hace presente en la iglesia románica del siglo XIII dedicada a San Lorenzo Mártir (10 de agosto). Al lado izquierdo de la bonita portada se eleva una torre en la que encontramos el imprescindible nido de cigüeñas en el tejado, junto a la veleta. En su interior, dos campanas de tamaño diferente tañen con modernidad, recientemente se han reforzado los anclajes y sujeciones para un posible volteo, sin jubilar la maroma, que no ha desaparecido del todo. Con su movimiento arriba y abajo el monaguillo disfrutaba convocando a los parroquianos a los oficios religiosos. “El ritmo de hoy”, la modernidad se hace patente activando el metálico sonido de una manera informática. Las obras en su interior rejuvenecen el templo y los trabajos han descubierto, sacando a la luz dos hermosas columnas románicas situadas detrás del altar mayor. Cuenta la iglesia también, con una pila bautismal labrada en caliza bajo la tribuna. Sin olvidar las construcciones religiosas, a poco más de una hora paseando entre la arboleda de fresnos del Zarzal, encontramos en la despoblada Agejas, sobre una loma, los restos de la iglesia dedicada a Santa Águeda. Y aquí volvemos a la modernidad, encontrando estas ruinas incluidas en la Lista Roja de Patrimonio en Peligro. Atravesando el arroyo Polendos, se encuentra un hermoso paraje de encinas, cultivos, mariposas y otras hierbas.
Si iniciamos estas líneas con literatura, los libros vuelven a ser protagonistas. Una librería de lance, La Librería, junto a las eras, llama a los visitantes a comprar un libro (novela, poesía, teatro…) e incluso un poco de cine en DVD. En su estancia no falta nunca una pequeña tertulia.
“En este pueblo, en esta villa / que refresca el Polendos y sombrea el Zarzal… Cabañas de Polendos, el pueblo de siempre al ritmo de hoy”. Buen provecho.