Bonifacio de Blas, el político ‘todoterreno’ de Villacastín

Déjame que te cuente. Los biógrafos de Bonifacio de Blas y Muñoz, hijo de Faustino y Andrea, nacido en Villacastín (1) el 14 de mayo de 1829, dejan escrito que su familia era ‘acomodada’ y que por ello, porque en casa había posibles, pudo estudiar lo que quiso y hacia donde lo dirigieron. El tiempo de escuela lo pasó entre Villacastín y la capital segoviana, la filosofía en Madrid y en el mismo lugar obtuvo el grado, entonces así se conocía, de ‘Bachiller en leyes’ (abogado), que le sirvió posteriormente para su ingreso en la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, donde fue profesor y académico.

Siguió desgastando codos hasta obtener el grado de Doctor en derecho civil y canónico. Contaba entonces con 25 años y consideró oportuno entrar ‘en el lío político’. Tanto se involucró, que en 1854 se ‘vistió’ de revolucionario y tomó partido en la revolución de julio –conocida como ‘Vicalvarada’-, donde lucharon, con armas y ‘todo eso’, la tropas sublevadas dirigidas por O`Donnell y las del gobierno (reinaba Isabel II). Cuando se acabaron las balas –tira tú, tiro yo-, nació el conocido en Historia de España como Bienio Progresista.

Mientras lo anterior ocurría, el villacastinense era nombrado auxiliar del Ministerio de Gracia y Justicia. Dirigía el Gobierno en ese momento el señor Espartero. Dos años permaneció en la ‘cosa’, pues en 1856 presentó dimisión. Mas, y dado que era persona imprescindible, esta no fue aceptada hasta seis años después. En ese caminar se ‘convirtió’ al activismo del Partido Progresista.

En Madrid, Bonifacio se encargó de canalizar las peticiones segovianas ante el poder político/ministerial. Sus oponentes políticos criticaban, por el contrario, sus lasas actuaciones en ese campo. Los cargos no le desvincularon de Segovia. Aquí, en su provincia natal, se metió en el Comité del partido, mientras que en Madrid, además de ejercer de abogado, colaboraba con el diario ‘La Iberia’, del que era director Mateo Sagasta. Nota: Si buscan en sus páginas, año 1870, encontrarán un ‘celebérrimo’ artículo sobre el programa progresista, el suyo, y las diferencias con el demócrata, el de los ‘otros’.

Metido hasta ‘las trancas’ en política se unió a las ideas del general Prim, al que acompañó en muchos de sus viajes desarrollando una gran actividad, hasta que, habiendo fracasado el pronunciamiento de Villarejo de Salvanés, que proponía el general, este huyó a Portugal y de Blas fue tras él para entrevistarse con emigrados. Poco después, siguiendo al jefe, este pasa a Francia y de Blas le sigue. Preparan un levantamiento en España y fracasan. La situación se vuelve agria, y Bonifacio vuelve a Francia.

En París abre despacho desde el que socorre, ayuda y mantiene el espíritu político/partidista de los emigrados, siendo intermediario entre Prim y aquellos. Cuando observó que la ‘comida’ francesa no le gustaba demasiado, regresó a España, guardándose las espaldas eso sí, pero regresó. Dado que defendía el ser amigo de sus amigos, y como Prim, al que querían coger ‘los otros’, cambiaba de pensión constantemente, viajó a Londres para ‘intercambiar’ con él.

Damos un salto para contar que al formarse el gobierno provisional Serrano-Prim, el segoviano regresa al primer plano de actualidad. Es nombrado Ministro plenipotenciario en La Haya. Ya era representante de España reconocido por el rey de los Países Bajos. Pasó una tarde, pasó una mañana… y regresó a casa. Era ya el año 1870. Solo tenía cuarenta y había vivido ‘la tira’. En esta fecha se presenta a diputado por la circunscripción de Segovia. Lo votan en mayoría (2), deja su puesto diplomático y se va a sentar al escaño en las Cortes Constituyentes.

En tal lugar le llega la noticia de su nombramiento de Director general del Registro de la Propiedad y del Notariado. Ahí estuvo solo unos meses, pues cuando su entrañable amigo y correligionario, Mateo Sagasta, se hizo cargo del Ministerio de Estado, le faltó tiempo para llevarse a Bonifacio y nombrarlo Secretario de Estado. En el intermedio se convocan nuevas elecciones y de Blas es reelegido por Segovia. Por incompatibilidad otra vez, deja el escaño.

Pasados unos ´días’, reinando ya Amadeo I, regresó al escaño que había obtenido en el distrito de Santa Mª de Nieva (elecciones generales de 1871 y primeras de 1872). Por ese mismo tiempo, gobernando el dúo José Malcampo y Sagasta, fue Ministro de Estado (Asuntos Exteriores) de noviembre a mayo de los referidos años. Cuando al poder llegan los republicanos, Golpe de Pavía, deja un puesto y ‘obtiene’ dos: Concejal del Ayuntamiento de Madrid y Consejero de Estado. Año 1874. Fue Senador electo por La Coruña y nombrado Senador vitalicio en 1877.

¡Qué carrerón!

Pese a encontrarme exhausto de relato tan potente, propongo un ‘rosario’, en breve, de cosas no contadas antes. Va de reconocimientos en forma de títulos, medallas, cordones, lazos, cruces… lean
Gran Cordón de San Mauricio y San Lázaro de la Corona de Italia; Gran oficial de la Legión de Honor, de Francia; Gran cruz de la Concepción de Villaviciosa del Cristo, de Portugal; Gran cruz de la Ilustre Orden de Francisco José, de Austria; Gran orden de Leopoldo, de Bélgica; Orden imperial de Medjidie, de Turquía; Gran cruz de la Rosa, de Brasil; Gran cordón de la Orden imperial del León y del Sol, de Persia, de Túnez, de…

Falleció en Madrid a las seis de la tarde del día 2 de abril de 1878.

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(1) Anécdota. En su ‘ficha’ del Senado se anotó que nació en Villacastín, localidad de Ávila.

(2) Obtuvo Bonifacio de Blas 16.843, frente a los 13.435 de Carlos de Lecea.