Bienvenido al club, Arturo

Hace unos días, participé brevemente en la presentación de la revista Papeles de Segovia, que trimestralmente edita la librería Cervantes, bajo la dirección compartida de Francisco Javier Mosácula y de José Orcajo. En el número 6 del presente mes de marzo y compartiendo espacio con otros cuatro interesantes artículos, se incluía el ensayo: “Un mercader segoviano en la Florencia del Gran Ducado de Toscana: Baltasar Suárez de la Concha”, del que soy autor conjuntamente con Blanca González Talavera, Doctora en Arte por las Universidades de Granada y de Florencia. Con él, pretendemos traer al conocimiento de la sociedad segoviana la personalidad inédita de nuestro paisano, que a la sombra de Cosme I de Médici, con quien llegaría a emparentar, se convertiría en una de las figuras políticas, económicas y sociales, más emblemáticas de la capital de la Toscana, durante el último tercio del siglo XVI y comienzos del XVII. Procedía Baltasar, de una de las familias más poderosas de Segovia, los Suárez de la Concha, de una de cuyas ramas de su frondoso árbol genealógico, brotaría la yema del actual marquesado de Lozoya.

Traigo esto a colación, sobre todo porque al término del acto me sorprendió la reflexión que me hiciera llegar mi sobrina Lucia, ubicada en la edad de los felices veinte, preocupada por quién divulgaría estos aspectos de la historia de nuestra querida Segovia en el futuro, cuando vengan a sucedernos las nuevas generaciones como la suya, que poca preocupación mayormente manifiestan por lo que somos y mucho menos por lo que hayamos sido. La enseñanza de la historia y del resto de asignaturas del grupo educativo que integran las humanidades, no han gozado de un trato preferente en los últimos planes de estudio, en manos de las autoridades académicas autonómicas, si no fuera para destacar del pasado aquello que nos diferencia frente a lo que tenemos en común.

Por ello, ha sido una bocanada de aire fresco, leer en las páginas de este periódico del pasado lunes, 25 de marzo, la entrevista reportaje en torno al joven de Trescasas, Arturo Francisco Barbero, que viene a contradecir los negros presagios de mi sobrina, mostrando su disposición a convertirse en paladín indesmayable en la reivindicación de las causas pendientes que Segovia viene arrastrando desde tiempos pretéritos. Se muestra Arturo, dispuesto a blandir su lanza de moderno caballero andante, en todos los campos de batalla en donde pueda plantearse la lucha en defensa de los intereses de su tierra, como así ha venido demostrando con sus acciones; sin importarle el tamaño de los enemigos a los que se enfrenta, ya sean gigantes o molinos de viento informativos, que esparcen al aire desde el poderoso castillo de la capital del España, la falsa denominación de la sierra del Guadarrama. O llevando su lucha ante las autoridades europeas en la reivindicación patrimonial de los tesoros expoliados en Castiltierra. Y sobre todo, las futuras reclamaciones que anuncia emprender para que se reintegre el claustro de Sacramenia; el orgullo que muestra, aun con algún pequeño error conceptual, por la antigua Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, a la que se desposeyó de uno de sus bienes más preciados: las masas de pinares de los montes de Valsaín, que también tiene presente en su agenda reivindicativa.

Pero sobre todo lo que sorprende y agrada a partes iguales, es que en estos tiempos que corren, existan jóvenes que nos contradigan a los mayores y vengan a insuflarnos nuevas esperanzas a los que hace años, ya demasiados, un día cada vez más lejano, sentimos en nuestro interior las mismas ilusiones y manifestamos idénticas ansias en conocer lo que somos, desde la plena conciencia de lo que fuimos y con la disconformidad ante el vacuo futuro que nos esperaba, si no nos propusiéramos intentar mejorarle con todas nuestras fuerzas.

Bienvenido al club, Arturo, que tu entusiasmo nos contagie a todos y tu persistencia te lleve a conseguir tus objetivos. Segovia, te lo agradecerá y se sentirá orgullosa de ti, yo, al menos, quiero que sepas que sea cual sea el resultado de tu pelea, ya lo estoy.