A Leandro Silva y su jardín El Romeral de San Marcos

Leandro: siempre que paseo por tu jardín, experimento parecidas y extraordinarias sensaciones. Sus estrechas escaleras esconden lo que hay en su interior, al llegar al último peldaño, descubres un mundo verde acogido por esas rocas cretácicas color ocre fundido de millones de años, que protegen y alimentan a la gran variedad de árboles y flores que engalanan el jardín que tú creaste junto a Julia y, que nos has dejado como un regalo incomparable para disfrute de todos los segovianos.

Escojo el sendero de la derecha, me topo con los lirios multicolores cultivados por ti que jalonan el paseo a diestra y siniestra. En primavera, las peonías caen besando casi el suelo por su enorme peso, dan entrada junto a una hilera de bolas de bojs, a un bosquete con plantas de flor: pensamientos, rosas, lyliums, narcisos, Iberis blanca, que me entretienen y acogen. Salgo al sendero, quiero ver más, cuando me topo con esos cuatro cipreses que marcan el sendero hacia el invernadero, donde se departe tertulia con Julia o cualquiera que llegue a pasar un rato agradable en el jardín entre acebos y lilos.

Aquí, Leandro, quisiste hacer un homenaje a los hortelanos de San Marcos

Pero retrocedo unos pasos, subo por el camino empinado que marcan los cipreses y entro de lleno en donde sin rubor, las ramas de las higueras salen entre las hendiduras de las peñas grajeas. Aquí, Leandro, quisiste hacer un homenaje a los hortelanos de San Marcos y entre surcos que imitan sus huertas, plantaste bolas de lavanda que a veces sacuden mi olfato. El majestuoso ailanto, el árbol del cielo, de más de 30 metros se alza hacia él, dejando entrever la torre del Parral, alguien aconseja que debe talarse, pero ¿quién se atreve?

Sigo mi paseo cobijada por la roca saliente, me detengo, admiro las torres de mi ciudad, Segovia, la tuya también Leandro, embriagada por esos claroscuros que dejaste entrever a través de las hojas de los arces, bambúes, pinos, cedros, sakuras, ¡qué sabio fuiste al crear tu jardín! Sigue, camina un poco más, dicen mis pies y obediente como siempre, me encuentro con los Prunus serrulata, esos cerezos colgantes de jardín donde disfruto cobijándome entre sus ramas llorosas, membrilleros, perales, flores y más flores multicolores a ambos lados hasta que me topo con los tejos que arropan la fuente octogonal donde nadan carpas de colores y el maravilloso canal en escalera, homenaje a los jardines hispanomusulmanes. Lo creaste para recoger el agua que rezuman las rocas cretácicas, que alimentarán el jardín los 365 días del año y el hermoso surco escalonado homenaje a los jardines hispanomusulmanes.

No me detengo, subo el sendero para ver la Ermita de San Blas, una de varias que hubo en el arrabal de San Lorenzo, hoy desaparecidas, a través de los tilos, diviso la majestuosidad del Alcázar en todo su esplendor y belleza.

Aquí y allá búcaros alzados sobre pedestales de madera o barro pintado, junto a sillas y bancos que colocaste en lugares estratégicos del jardín para sentarte a leer, pensar, cobijarte del sol, recibir a tus amigos de todo el mundo y mirar alrededor, admirando, desde esas ventanas abiertas al cielo, las torres esbeltas de San Esteban, de la Dama de las catedrales o la Casa de la Moneda.

Concebiste un jardín único sin césped, no es necesario, donde cohabitan árboles traídos de todo el mundo y arraigaron con tus sabias manos y cuidados

Concebiste un jardín único sin césped, no es necesario, donde cohabitan árboles traídos de todo el mundo y arraigaron con tus sabias manos y cuidados, creando formas y sensaciones que con el cambio de las estaciones adoptan un paisaje único y diferente. Las rocas calizas que lo arropan crean un microclima y dan un contraste de color con el verde de los árboles, que embellece aún más, tu obra paisajista.

Este es mi homenaje a ti, Leandro Silva, y a tu querida esposa y amiga, Julia Casaravilla, en este mes de noviembre, el mes que recuerda tu nacimiento y muerte, que tristemente la Covid-19 no le ha permitido a Julia celebrarlo en el propio jardín.