Tino de la Torre – A Grandes Males…

Es un hecho el que estamos en tiempo de grandes males. Uno de ellos es que los que administran la cosa pública se dispersen o vayan hacia intereses alejados a los que son la verdadera emergencia nacional e internacional que vivimos. Los mensajes que envían a los ciudadanos no son claros y el BOE trabaja a toda máquina incorporando cambios sobre la marcha. Estos cambios llevan de cabeza a los sectores económicos más importantes del país ya que no saben (sabemos) a qué atenernos. Vaya en su descargo que a nivel municipal no se ve desconcierto, más bien lo contrario, hay organización y acción. Nunca será suficiente, pero están dando la cara. La realidad que mejor conozco es la de El Espinar y sabemos que se han organizado ayudas económicas para personas físicas, también para los autónomos, exenciones temporales de impuestos a negocios, un banco de alimentos que alimentamos (valga la redundancia) entre el Ayuntamiento y los vecinos. Por su parte, Protección Civil se ha lanzado a la calle a ayudar y repartir ayuda y además capta nuevos miembros. En definitiva, parar el golpe. Quizá habría que pensar en dar mucho más peso y representatividad a estas administraciones locales que a la hora de la verdad se acercan a los males y buscan remedios. Ahí lo dejo, sin acritud y sin militancia política alguna.

Y volviendo a los grandes males, la que tenemos encima. Vamos siendo conscientes de que el virus nos acompañará bastante tiempo y habrá que acostumbrarse a vivir con él. Y pensar que el de 2019 fue “de repente, el último verano” de fiestas apretadas, terrazas apretadas, procesiones apretadas y encierros apretados. Pasará el tiempo y posiblemente volveremos a la “vieja normalidad” pero nos espera una larga temporada en la que habrá que cuidar la “cercanía” con los demás.

Lo segundo es evidenciar que viviremos en una economía ralentizada y seguramente timorata. Más si cabe en un país que recibió 87 millones de turistas internacionales en 2019 y más de 80 millones por año desde 2017. Las dudas de como se facilitará la entrada a España, y su conveniencia, hacen que ese enorme sector que factura el 15% del PIB español (algo más si tenemos en cuenta la economía adyacente que mueve, así como algo de economía sumergida) tenga la respiración contenida. No es menos cierto que los españoles que acostumbraban a viajar por el mundo podrán este año conocer mejor España y gastar los ahorros aquí. Para compensar un poco.

Lo tercero, y gran mal si se consolida: la tentación proteccionista. Me refiero a lo visto en países como Estados Unidos poniendo tasas a productos foráneos para proteger sus industrias y puestos de trabajo. Miremos también a Francia y la fabricación / ensamblaje de coches. El Estado francés (que tiene participación diferente en el accionariado de las marcas automovilísticas) quiere unir subvenciones a la fabricación en su propio territorio retirando, si es menester, plantas de producción en otros paises. Y por supuesto, el Brexit que todavía aturde a la Comunidad Económica Europea sin saber cómo se va a administrar la salida.

Es posible que veamos más ejemplos similares en el futuro cercano. Es difícil tener un criterio claro sobre esta nueva autarquía que se vislumbra, pero parece que nos tendremos que proteger e impulsar más “lo nuestro” (agricultura, turismo y ciertas industrias). Y que el producto tenga salida.

Como grandes remedios a lo que nos viene, y no queriendo ser simplista, se puede pensar que los remedios están ya identificados, son los de siempre, si bien no acaban de aplicarse con toda la firmeza. En esta puesta en marcha desde cero que nos aguarda no se nos debería olvidar repasarlos.

Primero, un sistema educativo potente y estabilizado (sin tanto cambio según quién gobierne) y que sea capaz de conectar con realismo la formación con las salidas laborales. Y que sea uniforme para todo el país. Porque la pregunta es: ¿De qué nos valen tantas universidades, cuando desde hace décadas no hay capacidad de absorción para todos los licenciados?. De esos licenciados, algunos acaban fuera de España y otros haciendo tareas que no responden a su capacitación, posiblemente con cierta frustración. ¿No tendría más sentido dar un decidido empujón hacia una formación profesional (FP) que diera sentido a la demanda realista que tienen nuestro país en el sector servicios y sus industrias?. Luego, lógicamente, que cada persona estudie lo que le parezca conveniente pero que nuestro sistema esté bien incardinado con el tejido productivo.

No olvidemos la justicia. El sistema judicial, quiero decir. Los que tenemos micropyme sentimos una pobre cobertura judicial ante una factura impagada o un contrato incumplido. Los pleitos se eternizan. Y se dice, con razón, que la justicia que llega demasiado tarde ya no es justicia. Cuando la administración ha necesitado modernizarse para obtener ingresos (Hacienda) a fe que lo ha hecho!. Pero en la justicia seguimos viviendo retraso y colapso, falta de tribunales y jueces, etc. Un sistema económico que esté apoyado por un sistema judicial eficaz se puede atrever a volar alto. Lo otro, es complicado.

Y en materia fiscal la tendencia en el mundo se va imponiendo. Los países con estructuras ligeras, que atraen inversión y talento y no agobian a impuestos, parecen funcionar mejor. No confío en que nos bajen los impuestos, pero desde luego, no los suban. Hay que poner el país en marcha y el dinero debe circular.

La Seguridad Social, por supuesto, no la toquemos. A ver si la vamos a estropear.

A grandes males, grandes remedios. Pero no busquemos mucho. Ya los tenemos.