
La situación política actual de España respecto de Cataluña tiene similitudes y diferencias con la de hace 100 años.
Maciá y Cambó entonces, como Puigdemont y Junqueras ahora, pugnaban por la representación mayoritaria del catalanismo, la radicalidad de su mensaje político, pedían un referéndum y había manifestaciones, etc.
Macià, durante la sesión del Congreso del 5 de noviembre de 1918, habló en un discurso a favor de la independencia de Cataluña. Nuestros ideales, dijo, son “los de la organización de una nacionalidad catalana, libre e independiente, para formar parte de la liga de las naciones libres”.
El 10 de diciembre comenzó el debate del primer proyecto de autonomía para Cataluña. Lo defendió Cambó, los republicanos catalanes y los socialistas lo apoyaban, y los partidos dinásticos dirigidos por Alcalá Zamora, Santiago Alba y Antonio Maura se opusieron a él. Ante esta oposición, el día 12, Cambó anunció la retirada de los parlamentarios de la Lliga Regionalista.
Ese mismo día, el socialista Julián Besteiro auguró “graves trastornos para la vida del país” si el Congreso se oponía al desenvolvimiento de la autonomía de Cataluña. El vaticinio se cumplió y en Cataluña se sucedieron las manifestaciones con heridos y muertos, los mítines de apoyo a la autonomía y los enfrentamientos entre los que gritaban “Viva España” y los que gritaban “Visca Catalunya lliure”. La violencia aumentó hasta el punto de que el Gobierno decretó la suspensión de las garantías constitucionales.
A pesar de la retirada de los parlamentarios catalanes, el conde de Romanones, presidente del Gobierno, convocó la comisión extraparlamentaria, que había acordado con Cambó. Los catalanes autonomistas no acudieron, aunque 18 de los 33 miembros nombrados eran favorables a la autonomía. La comisión elaboró un estatuto dentro de una descentralización administrativa y numerosos reconocimientos para Cataluña, y el gobierno lo presentó.
El 21 de febrero de 1919, Francesc Cambó habló en nombre del pueblo de Cataluña y pidió un plebiscito porque quien mire a Cataluña, dijo, “se encontrará con el hecho de la voluntad de todo un pueblo que quiere regir sus propios destinos” mediante la autonomía que, en su opinión, no era “incompatible con la unidad de España y la soberanía del Estado”.
Tres días antes, también había pedido un referéndum el diputado Pi y Suñer en la presentación al Congreso del Estatuto de Autonomía elaborado por la Mancomunidad de Municipios catalanes firmado por gran parte de los parlamentarios catalanes.
Comenzaron entonces en Madrid, como también ahora, los actos contrarios a la autonomía de Cataluña: manifestaciones, boicot a los productos catalanes. A esto se añadió que las diputaciones de Castilla y León redactaron un documento conocido como Mensaje de Castilla, que firmaron en Burgos el 2 de diciembre de 1918. Hubo reacciones similares en otras regiones, salvo País Vasco y Navarra, que apoyaron la propuesta catalana.
La suspensión de las garantías constitucionales y el regreso de los parlamentarios catalanes al Congreso a finales de enero de 1919 con la intención de aprobar el Estatuto elaborado por la Mancomunidad, acabó con la violencia en las calles de Barcelona.
Los debates se sucedieron durante los meses de enero y febrero. Cada cual defendió su proyecto hasta que el presidente del Gobierno zanjó la cuestión aclarando que sólo se discutiría el Estatuto de la comisión extraparlamentaria convocada por Romanones. Aún así, en la sesión del 21 de febrero, Cambó defendió que “con todas las precauciones que el Gobierno estime que deben adoptarse” se comprobara cuál era la voluntad de Cataluña mediante un referéndum que pondría “de manifiesto que esa voluntad ha de ser acatada”.
En la misma sesión intervino Fransec Maciá. Cometió errores históricos, confundió España con Castilla, mantuvo un nosotros superior al vosotros que abarcaba al resto de los diputados, puso al pueblo catalán por encima de los valores del español, y manifestó que no pedía que se aprobara el Estatuto porque había una gran diferencia “entre lo que pide el Estatuto y lo que pide el partido que yo represento”, es decir, la independencia.
El debate continuó, pero no llegó a votarse la proposición de referéndum del señor Pi y Suñer. El día 27 se suspendieron las sesiones de las Cortes por Real Decreto.
El Régimen de la Restauración estaba desbordado desde antes de la aparición del conflicto con Cataluña. La atomización de los partidos dinásticos no respondía a las necesidades y anhelos de la sociedad ni satisfacían las demandas de los militares organizados en Juntas ni ofrecían salidas a los movimientos obreros. El final de la Primera Guerra Mundial añadió nuevos problemas económicos y sociales por la contracción del mercado europeo y las protestas obreras en Barcelona y en el campo andaluz. A la guerra en Marruecos se le dedicaba un gran esfuerzo económico, militar y humano y no faltaban voces contrarias a él. El desastre de Annual, 22 de julio de 1921, fue el punto álgido. A partir de él se agudizaron los problemas políticos, de opinión pública y de desorden político y ciudadano.
El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Primo de Rivera, dio un golpe de Estado, el Gobierno dimitió y el rey entregó el poder al golpista.
La situación política de entonces respecto de Cataluña es similar. ¿Dónde están las diferencias? Una fundamental, la España actual es muy distinta.