Nuestro villancico

No se canta en las fiestas navideñas –que bien podría-, pero sí en la del Santo Patrón de la ciudad, San Frutos. Todo se predispone en el trascoro de la catedral donde -la tradición lo viene recordando cuando menos de año en año-, se encuentran los restos del eremita -‘recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás’, oración de la Cuaresma- y lugar donde se dan cita los segovianos para escuchar la interpretación del Villancico de San Frutos.
Aquello que sucedió por vez primera –su interpretación-, hace 149 años, ha cambiado de color. No de música, sí de intérpretes, no de letra ¿o sí? pero sí de director y también de solista. Y si de presencia de ciudadanos buscamos respuesta, dejar constancia de que desde hace ya dos décadas y de año en año, las naves del templo acogen a cientos de segovianos. Se ha multiplicado su presencia.
Tiempos hubo, cuando la interpretación estaba a cargo de sacerdotes y seminaristas, que todo –más/menos-, se circunscribía en el entorno de la iglesia. La fiesta del Patrón no tenía tanto ‘calor’ como tiene ahora a su alrededor en fecha 25 de octubre de cada año. Por cierto que en este 2023, se cumplen 1381 años del nacimiento de Frutos. Y aquel ‘musical’ que compuso Antonio Hidalgo en 1874 se ha quedado, revitalizado, entre nosotros. El Villancico ha ido ganando adeptos.

Y si para muestra están los botones, hago referencia a lo ocurrido en la edición de 2023. En el lugar de interpretación, 12 horas del mediodía de la referida onomástica, medio centenar de músicos, centenar y medio de cantores –en ambos grupos me quedaré corto-, acudieron a homenajear al Santo. A ellos se unió una solista con voz extraordinaria y una directora, mujer ella, que nació y creció alrededor de la música; que pasados los años –pocos-, después de haber ‘bebido’ la música del conservatorio, se subió a la tarima batuta en mano y ofreció un completísima recital de dirección de orquesta y coro. Dio toda una lección de seguridad y fuerza digna del mejor y más unánime aplauso. Bien puede sentirse satisfecha Cristina Ortiz Monreal del trabajo realizado. Quienes la eligieron para dirigir el Villancico 2023 sabían muy bien quien era Cristina. Extraordinaria su dirección, demostrada ya en los tres días de ensayos previos.

En tan amplío, amplísimo, grupo de voces puedo afirmar que la grandísima mayoría ¿todos? No son profesionales. Mucho más mérito aún para la directora ¿se me permite un aplauso? Gracias.
‘Nota’ aparte para la improvisada orquesta. Observando como en ella se configuran profesores y alumnos, ex directores del villancico algunos de ellos, se entiende la gran labor que está desarrollando nuestro Conservatorio. Permítanme un especial pronunciamiento en la persona de Juan Baeza, componente que fue de la Banda de Música de la Academia y cuya presencia en el villancico se remonta a 34 años atrás.

Después, mientras en el altar mayor de la Santa Iglesia se celebraba la misma, en la Plaza Mayor había música en el Kiosco interpretada por la Asociación Cultural ‘Unión Musical Segoviana’, dirigida con singular acierto por su director, el premiado, Francisco Cabanillas. Batuta en mano también se unió a la dirección durante un par de interpretaciones, Fernando Ortiz. Que, como ya es habitual, invitó cantar al público presente la letra de la jota: ‘Es la chica segoviana/la mujer que yo más quiero/ son sus ojos más bonitos que la lunita de enero…’ Y que además es verdad.

Luego, después de la entrega de distinciones a los premiados, de nuevo al canto. Había que interpretar, como fin de fiesta, el Himno a Segovia: ‘Voces de gesta/la historia canta… Por la Segovia guerrera y santa…’.

Y así se cumplió, con otros actos religiosos y mundanos en él programa, la mañana y comienzo de la tarde la festividad de San Frutos ‘El Pajarero’. Cuya onomástica va ganando ‘corredores’ de año en año. Mientras, fuera de programa, en una esquina de los soportales, junto la que da comienza a la calle Marqués del Arco, se repartían cientos de ‘cestas’ que la empresa de recogida de basuras de la ciudad entregaba para que tenga usuarios el nuevo contenedor marrón. Cosas del ‘compostaje’.