
Señora directora:
Me venía estos días a la cabeza la divertida e irónica comedia de Wilde aquí traducida por La Importancia de llamarse Ernesto, si bien una traducción más fiel sería la de La Importancia de ser Honesto (juegan con las palabras y su fonética en inglés). Pues bien, la trama de la obra sigue hoy viva. En el enredo de la obra algunos aparentan ser personas honestas a los ojos de la gente. Luego, lamentablemente, llegaba en algunos casos la decepción.
Y lo quiero aplicar “a lo que nos gobiernan” en estos días de cierta tribulación. Nuestros servidores de la función pública (me gusta más esa denominación) que la más arrogante de gobernantes tienen que ser honestos; no hay lugar para otra cosa. Y los necesitamos honestos porque es una condición indispensable para que los ciudadanos los podemos entender como administradores capaces (de lo nuestro) y que estén orientados hacia la justicia social y una distribución de la riqueza más equitativa. Y por tanto, poder confiar.
Pero la realidad es que tenemos una verdadera constelación de servidores públicos lanzando mensajes todo el tiempo, y que nos llegan a aturdir, con que ellos son los garantes de todo lo bueno que nos ocurre, y ahí están para parar el golpe de lo malo que pudiere llegar. Y entre medias vemos como se desgastan con luchas intestinas, egoísmos, comportamientos a veces reprobables, falta de visión…
Y un día ocurre, ha ocurrido, que a estos servidores los necesitamos en una aspiración última de sus funciones, como auténticos líderes, porque ha ocurrido algo gordo, mejor dicho grave, parecido a una guerra y los necesitamos. Y los necesitamos al frente, liderando una sociedad. Y no está claro que lo sean.
No es tiempo de que cada español tenga su propia actuación sobre cualquier cosa, sino ponernos todos a una a lo que nos digan, pero ese “lo que nos digan” no puede provenir de cualquiera.
Deben tener una autoridad moral ganada en un buen desempeño cotidiano de las funciones, en esos tiempos que eran más apacibles y prósperos, para que ahora los ciudadanos podamos asumir con rapidez y confianza que “ese que sale por la tele” nos dice a todos que vienen tiempos difíciles, que tenemos que respetar normas y que tenemos que unirnos para resolver la situación de la mejor manera posible.
Creo que los ciudadanos estamos a la altura de las circunstancias y hemos entendido la gravedad de la situación, pero está siendo gracias a nuestro buen sentido común. Ojalá nuestra clase política aprenda algo de este tiempo turbulento y concluya cosas que nos sirvan para mejorar como sociedad.
Tino de la Torre
El Espinar