Javier Jiménez – Desde una grada solitaria

La grada está triste. Sí, está triste por algo que desconoce, como todos los mortales. Algo ignoto provocado por un virus que está volviendo locos a científicos, médicos y presumiblemente expertos. Y mientras, la grada está sola, aislada, vacía de cuerpo y alma. Un cuerpo que podrían ser pocos o muchos seres humanos; y un alma que son sus tensiones, palmas y gritos. En tal ínterin, las autoridades en la materia han prescrito unas normas de obligado cumplimiento: “las gradas de las competiciones deportivas estarán desnudas hasta nueva orden. Tales eventos se celebrarán a puerta cerrada”.

¡Quién se podría imaginar que en este año 20, del siglo 21, nos íbamos a encontrar con tal desaguisado! Hay varios casos con antecedentes en encuentros, concretamente de fútbol, jugados sin público, cuya denominación me parece más acertada que a puerta cerrada; pero esos supuestos han sido por sanciones gubernativas derivadas de alteraciones del orden público. Lo que ahora acontece en esas instalaciones deportivas tiene otros protagonistas que son las estrellas de este infierno, ya que no se le puede llamar firmamento: el virus, el silencio y el miedo. Sí, porque aunque exista gente imprudente e irresponsable que reta al mismísimo bicho, hay otra gente de bien que tiene pánico; y ya se sabe: el miedo guarda la viña.

Con el vacío, el pabellón Pedro Delgado se transformaría en un gran auditorio, en donde una docena de jugadores/as y un balón emiten notas en cada jugada, pareciendo una peculiar sinfonía de virtuosos. Lo que pudiera ocurrir en el estadio de La Albuera sería otro cantar. En este foro la composición de los intervinientes se podría oír, pero no escuchar; porque el viento se llevaría parte de las notas a la montaña.

La grada no sabe cuándo podrá estar acompañada. Está deseosa de soportar un ¡Ay! del aficionado veterano, o los gritos de ¡gol! de la madre de un jugador infantil. La grada está pendiente de que se vaya el demonio y vuelva la alegría. Será pronto. Si queremos, ya queda menos.