Fermín de los Reyes Gómez – Profesores, grandes profesionales en la retaguardia

Aunque pensaba haber escrito este artículo hace un tiempo, creo que ahora, cuando finaliza el curso, es el momento más oportuno. Durante estos tres meses hemos padecido una penosa situación que ha costado la vida a más de 45.000 españoles, a los que se suman los enfermos y sus respectivas familias, sin olvidarme del desempleo. Desde el primer momento hemos sido testigos del enorme esfuerzo que han llevado a cabo numerosos profesionales, encabezados por los sanitarios, a los que se han sumado otros sin cuya labor se habría paralizado la nación, y que han formado parte de la vanguardia. El merecido reconocimiento que se les ha hecho ha mostrado el agradecimiento de una sociedad que ha estado en una crisis que nadie hasta ahora había conocido.

Sin embargo, menos visibles y también con menor reconocimiento, al menos público, han sido otros profesionales que han estado en la tan necesaria retaguardia. Me refiero a los profesores. Dada mi condición de profesor universitario renuncio a hablar de la parte que me afecta y que he tenido que vivir, por lo que dedicaré mis palabras a quienes se dedican a la enseñanza primaria, secundaria y bachillerato, sin olvidarme de la formación profesional y otras.

De un día para otro han tenido que cambiar su metodología de trabajo y adaptarse a una enseñanza en línea que paliara, de la mejor forma posible, el encierro y las negativas consecuencias que ha originado. Pese a no haber estado prevista la situación, la mayoría se ha puesto de inmediato en contacto con los alumnos y ha conseguido que estos no dieran por perdido un curso que podría haber quebrado nada menos que a mediados de marzo. Y todo ello con recursos particulares y en casa, en circunstancias que todos conocemos y que no han sido precisamente favorables. Más de uno habrá tenido un fallecimiento o algún enfermo cerca, también hijos o padres a los que atender, las tareas domésticas, pero pese a todo han cumplido con su obligación y han atendido a los alumnos día tras día, según las horas de las asignaturas. El trabajo se multiplica, lo que antes podía ser una corrección en clase ahora se ha convertido en una individual, con lo que ello supone, enviando correos a cualquier hora y trabajando a destajo.

No me olvido, porque formo parte también de este colectivo, de los padres y responsables de los alumnos, sin los cuales esta labor habría sido imposible, proporcionando los medios técnicos, pero, sobre todo, haciendo un seguimiento mayor del trabajo de los chicos, paliando, de alguna forma, la ausencia de clases presenciales. Algunos hemos vuelto a Primaria, ESO o Bachillerato, incluso hemos “sufrido” en vivo algunos exámenes. Hablo, por supuesto, en términos generales, porque en esta situación, al igual que en la anterior, habrá habido casos de todo tipo. He leído innumerables correos de profesores encomendando las tareas, enviando materiales, devolviendo los ejercicios corregidos, todo ello en tono profesional y, en bastantes ocasiones, cariñoso y cercano. Hablo desde mi experiencia, en concreto con el Instituto Ezequiel González, a cuyos profesores (en especial a los de 1º B) muestro mi público agradecimiento, pero supongo que en todos los sitios habrá sido igual.

He renunciado a denominarlos héroes no porque no lo sean, sino porque creo que es un término que se ha utilizado demasiado y ha perdido parte de su significado. Lo mejor que se puede decir de alguien en el ámbito laboral es que es un buen profesional, algo que no es fácil, pero que la gran mayoría ha demostrado sobradamente en circunstancias muy difíciles. El avezado lector se habrá dado cuenta de que no distingo entre enseñanza pública, concertada y privada, pues todas son necesarias en una sociedad en la que, afortunadamente, hay diversas opciones. Yo formo parte de la pública, a la que apoyo, pero, por encima de todo, lo que defiendo es la profesionalidad y el buen hacer de los docentes.

Reitero mi agradecimiento a todos estos profesionales que, sin aspavientos, sin salir en las noticias, y sin aplausos públicos, pero con un gran esfuerzo, han continuado formando a nuestros chicos en la retaguardia.