¿Un ministro de España debe creer en España?

El paso de Manuel Castells por el Ministerio de Universidades ha sido de los más nefastos que se recuerdan en nuestra democracia. No por sus fallos, sino, lo que es mucho peor, por sus inacciones. Castells, reputado sociológico, ha hecho bueno el principio de Peters al llegar en el Ministerio a su nivel máximo de incompetencia. Es un ejemplo de que las pistolas de un gobierno de colación las puede cargar el diablo si no hay una presidencia con carácter y voluntad que ponga orden. Pero las cosas siempre son susceptibles de empeorarse, y esta es la base de otra ley famosa, la de Murphy: “si algo malo puede pasar, pasará”. Todo indica que su sustituto, Joan Subirats, no ha sido elegido entre los más idóneos para el puesto. No por su incapacidad técnica, sino simplemente por no creer en el objetivo común que supone la empresa de España llevada a cabo desde el orden constitucional. ¿Puede un señor que ha contribuido a una artimaña anticonstitucional, como el referendo secesionista catalán, ser ministro de España? Recordemos que debe jurar o prometer lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución. Repetimos la pregunta. ¿Puede ser ministro?: como poder, puede: la realidad se impone. Pero, ¿debe?