
Hace dos días se levantó el telón de la campaña electoral. En realidad es un eufemismo, porque en el caso particular de esta convocatoria electoral hace días, incluso semanas, que los partidos están desarrollando actos que en realidad suponen una manera indirecta de consolidar adeptos y captar a quienes hasta ahora no les han seguido. Por eso este periódico, para no confundir a sus lectores, lleva también desde hace semanas con un apartado electoral en su portada. Y así seguiremos. Todo acto que no sea relevante en sí, por la presencia de los protagonistas –demostración de la atención con la que miran a esta provincia-, o toda noticia que por su trascendencia no sea importante para los intereses segovianos irán destinados a ese apartado. A los otros, se les dará la relevancia que se crea oportuna con criterios exclusivamente periodísticos.
A todos ellos les hemos ofrecido la misma cobertura e igual formato de entrevista
Otra cuestión que hemos querido tratar con pulcritud han sido los testimonios de los candidatos al gobierno de la Junta. Como parece lógico, nos hemos centrado en los cabeza de listas de las formaciones que o han tenido o tienen perspectivas de gozar con mayor respaldo electoral. Que son cinco. A todos ellos les hemos ofrecido la misma cobertura e igual formato de entrevista. Incluso corriendo esta a cargo de los mismos periodistas. Si en el futuro próximo no aparecen en estas páginas es por su voluntad soberana, no por la nuestra. Como se puede fácilmente adivinar, el único interés que perseguimos es que nuestros lectores tengan un abanico lo más amplio posible sobre el panorama electoral que se les ofrece. Son ellos los protagonistas en estos momentos. Es la enseñanza de una democracia parlamentaria como la nuestra, amparada por la Constitución de 1978.
Este tratamiento informativo es semejante al que hemos dado para las inserciones publicitarias. Establecida una tarifa única y unos modelos determinados, serán los partidos quienes libremente decidirán su estrategia de publicidad, sabiendo que la única contraprestación que ofrecemos al precio es la inserción en los módulos correspondientes.
El director de este periódico participó en la reunión del 14 de enero. Propuso que un debate de candidatos lo hiciera RTVE de Castilla y León y el otro CYLTV
Decíamos que es la hora de las formaciones políticas. Desgraciadamente, sin embargo, en ocasiones los periodistas nos convertimos en protagonistas. A nuestro pesar o no. No es nada edificante la imagen que se ha dado del trabajo de la Comisión de Medios encargada oficialmente de organizar los debates de los candidatos en televisión. Ni tampoco, por qué ocultarlo, la relación con la Junta Electoral. El director de este periódico participó en la reunión del 14 de enero. Propuso que un debate de candidatos lo hiciera RTVE de Castilla y León y el otro CYLTV. Perdió la votación. Se acordó mayoritariamente que fuera Radio Televisión de Castilla y León quien con sus medios organizara los dos. Una semana después, y de manera extraoficial, se enteró de que existían tres recursos ante la Junta Electoral y que uno de ellos lo había propuesto la perjudicada por la votación, en la que había intervenido, RTVE. Tres horas antes de la nueva reunión, forzada por la Junta Electoral y programada para el 26 de enero, no se conocían oficialmente los recurrentes ni el motivo del recurso. Ante la indefensión, inseguridad jurídica y falta de consideración hacia una labor que se desarrolla de manera desinteresada decidió, como representante de El Adelantado de Segovia, presentar su renuncia al presidente de la Comisión y no asistir a la convocatoria por considerarla ineficaz y sometida a una inseguridad jurídica que no estaba dispuesto a admitir. Desgraciadamente, los hechos han venido a corroborar las peores sospechas. Hace dos días dimitieron la inmensa mayoría de los componentes de la Comisión, demostración de que su existencia era un simple formalismo que pretendía la apariencia de lo que al final no ha podido ser.
Después de más de cuarenta años de democracia ejemplar todavía perviven en nuestra normativa prejuicios que no casan bien con una sociedad madura. El que se tasen el tiempo de presencia en medios públicos, la rigidez de los debates electorales o la propia subsistencia de la jornada de reflexión son anacronismos que deberían estar superados hoy día. En los últimos años hay ausencia de cara a cara entre los dos principales candidatos a un gobierno, lo que diluye el interés del espectador, perdido en diferentes monólogos sucesivos.
Ocurre lo mismo con la ley electoral a escala estatal, que encarece algunos escaños en la misma proporción que abarata otros. Pero nadie quiere tomar la iniciativa. Ni mucho menos llegar a acuerdos de Estado. Mientras tanto, los formalismos son los que ganan y la imagen ante el público la que pierde.