Lo que queda de la utopía segoviana

Ayer se cumplieron cuarenta años desde que en un pleno de la Diputación de Segovia, corajudamente presidido por Rafael de las Heras, los representantes de los municipios apostaron por la autonomía uniprovincial. Es objetivo y función de El Adelantado de Segovia -porque quizá, si no, el olvido coparía gran parte de nuestra historia-, no dejar fuera del recuerdo ciertos acontecimientos de nuestro pasado, sea reciente o remoto. Pero no por nostalgia. Probablemente la nostalgia constituya un error, y en la búsqueda tanto de la felicidad personal como de pueblo haya que abstraerse de algunos elementos que fustigan la memoria, si se quiere avanzar hacia el futuro sin mochilas que lastren, y alcanzar un ápice siquiera de esa felicidad perseguida. Lo importante hoy es saber en dónde estamos cuarenta años después; si ha valido la pena este tránsito conjunto; si el actual estatus jurídico obligado –cosa inaudita en la historia de la democracia española- por una ley orgánica que sustituyó el procedimiento constitucionalmente previsto de arriba abajo: es decir, primando la autonomía municipal, es el que mejor ha defendido los intereses de Segovia.

El periódico fue muy claro en aquella ocasión a través de la línea editorial y en la actitud personal de su presidente, Carlos Herranz Cano. Probablemente no haya camino de vuelta, lo que no impide realizar una reflexión sobre los aspectos anteriormente mencionados.

Hoy, sabedores de la situación y con una perspectiva de cuarenta años, seguimos denunciando la ramplonería con la que una comunidad autónoma como la de Castilla y León contemplar Segovia y ha atendido a sus necesidades en los últimos años. Es la provincia más perjudicada en la distribución de instituciones regionales; solo en el ejercicio del 2021 ha sido posible la dotación presupuestaria para la inversión en infraestructuras sanitarias –y aun así han sido mínimas y las dotaciones de centros de salud siguen siendo deficientes- y el plan industrial todavía es una promesa y parcial, afectando solo a una parte del territorio. Son las anteriores una simple muestra de cuestiones que han gravitado sobre nosotros estos años. Argumentar que el AVE llega a Segovia o que se ha terminado la autovía con Valladolid para equilibrar el razonamiento anterior puede resultar una broma de mal gusto o un enfoque del problema que puede llegar a ser ofensivo.

Nunca abdicaremos en la tarea de reivindicar la cobertura de déficits que todavía tiene esta provincia

Ante ese panorama, el plan de obras y servicios de la Diputación de Segovia se configura como uno de los instrumentos más eficaces de actuación provincial, y es conveniente que no decaiga nunca en un territorio como el nuestro. Como si fuese una pirueta del destino, la vía de los hechos en las provincias más olvidadas está llevando a cabo lo contenido en aquel informe de los expertos comandados por Eduardo García de Enterría que consideraba a las diputaciones como la representación periférica de las comunidades autónomas. No se cumplió, pero, paradójicamente, fue la LOAPA que salió de este informe la que abortó la utopía segoviana.

No vamos desde aquí a desenterrar viejas banderas ni a remover unos agravios que desde 1480 hasta 1932 han presidido la historia de nuestro territorio. Lo decíamos con anterioridad. Pero nunca abdicaremos en la tarea de reivindicar la cobertura de déficits que todavía tiene esta provincia, y de apostar por un futuro en el que el objetivo fundamental debe ser fijar población y apostar por los pueblos y por una economía que formen parte de la Segovia del siglo XXI.