
Siempre es motivo de satisfacción asistir a una conversación inteligente, sea sobre el tema que sea; no es preciso que la actualidad impere: en ocasiones, la propia personalidad de los conversadores o la intemporalidad de la cuestión es ya un motivo de interés. Durante cerca de dieciocho años el Hay Festival ha cumplido su papel con creces entre nosotros. Y durante esos años la ciudad de Segovia se ha sentido protagonista de unos eventos que han servido para poner el nombre de la capital como referente cultural en España y más allá de España. Se vio el año pasado, cuando el Hay Festival fue galardonado con el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. El nombre de Segovia quedó hermanado con el pueblecito galés en donde recaló por primera vez, Hay-on-Wye, con Cartagena de Indias (Colombia), Querétaro (México) y Arequipa (Perú). El Hay lleva cerca de 33 años fomentando el diálogo y la transmisión comunitaria del conocimiento. El diálogo por el diálogo no posee ningún valor si no culmina en perfeccionar a quienes dialogan y a los que participan, aunque sea pasivamente de ese diálogo. Y es lo que el Hay Festival ha propiciado a lo largo de su existencia. Y lo ha hecho no en capitales de Estados o en ciudades grandes, sino en lugares de tamaño menor con un gran componente cultural e histórico a sus espaldas. Como Segovia.
El diálogo por el diálogo no posee ningún valor si no culmina en perfeccionar a quienes dialogan y a los que participan, aunque sea pasivamente de ese diálogo
Todas estos estos objetivos: internacionalidad, tradición, propagación del diálogo como medio de difusión de la cultura y de valores morales, no hace a este festival uno más del panorama provincial, regional, nacional. Por lo tanto nunca debiera ser considerado como un número más dentro de una fila numerosa a la hora de la distribución del apoyo administrativo.
Tampoco en la consideración final de su desarrollo y existencia. La dinámica de los hechos, de los acontecimientos, de las instituciones, es muy superior a la de las personas que en su día los hicieron posibles, por muy ejemplar que fuera su labor. En el mes de noviembre pasado se abrió una auditoría externa por presunto acoso laboral contra su propulsor y director, Peter Florence, que llevó a la suspensión de sus funciones y a su posterior baja laboral por crisis nerviosa. Hace unos días se verificó su salida de la organización. Por supuesto, y ello nadie lo duda, que un máximo directivo abandone por la puerta de atrás una empresa o una institución puede hacer saltar las alarmas por las consecuencias que puede acarrear en el futuro, aunque desde las propias estructuras internacionales y nacionales del Hay han apaciguado los nervios e intentado callar las voces derrotistas que dan por acabado o sumido en una gran incertidumbre el futuro de estos encuentros.
Pero no solo bastan las palabras, los hechos tienen que ratificar ese futuro que sería ridículo dependiera de una persona, por más importante que fuera
Pero no solo bastan las palabras, los hechos tienen que ratificar ese futuro que sería ridículo dependiera de una persona, por más importante que fuera. Una persona que, dicho sea de paso, había levantado polémica en el acercamiento del festival a países de dudoso respeto a los derechos humanos, al menos en su concepto europeo, como los Emiratos Árabes Unidos, distorsionando además ese primer concepto del Hay como “Woodstock de la mente”, como le calificara Bill Clinton. Si algo no es compatible con el valor moral que le atribuíamos al Hay Festival al principio de este comentario es cualquier tipo de discriminación por razón de sexo o de restricción de la libertad por razones religiosas.
Este año es la prueba de toque de este excepcional foro de encuentro humanístico. En España, al contrario que en otros lugares, el año pasado se pudieron celebrar los debates en vivo, aunque con las restricciones oportunas. Deseamos por el bien del festival y por el propio de Segovia que su desarrollo sea un éxito y que se cimiente así el nuevo camino; y que este sea largo y fructífero. Y hacemos un llamamiento a las administraciones para que cualquier evento paralelo y parecido no sea a costa de minar algo que ahora requiere un apoyo; y que tampoco se olvide que la ligazón primera y básica de este acontecimiento en Castilla y León y en España es con la ciudad y con la provincia de Segovia.