Sanidad y sanitarios

Hemos vivido la semana más intensa desde que la segunda ola de la pandemia tomó carta de naturaleza. Semana intensa en la gestión sanitaria, en lo político y en lo jurídico. Madrid ha primado en todas las informaciones; sin embargo, no debe pasar desaperciba la noticia que adelantó este periódico el día 6 de septiembre: la apertura de los consultorios médicos después de unos meses de cierre de las consultas presenciales.

Decía el doctor Marañón que el mejor instrumental que un médico tiene a su alcance es una silla. Para mirar a los ojos al paciente. Para escucharlo. Para apreciar sus síntomas con la ayuda de la mirada, porque en medicina los ojos son buena ayuda. Es infinitamente mejor la silla que el teléfono, la cercanía que la distancia. El problema de la atención primaria en Castilla y León, como en tantas regiones de España, es la ausencia de médicos y enfermeros, y la escasa dotación de los consultorios médicos.

El déficit se va a magnificar en los próximos años, cuando cerca de un 40% de los actuales médicos se jubilen. Aun siendo una pieza clave del Sistema Nacional de Salud, no se comprende que esté tan desasistida la atención primaria. Es ilógica la fuga de médicos y enfermeros a países extranjeros, en donde están mejor remunerados. Después de al menos siete años de importante financiación pública en su formación –las tasas académicas cubren una pequeña porción del coste en la educación- no tiene sentido que esa inversión deje de tener un retorno social y ese conocimiento se aplique fuera de España mientras el país adolece de sanitarios.

La Junta de Castilla y León ha tenido en lo general una actuación más que correcta hasta el momento en la gestión de la pandemia. En Segovia, la transparencia de la Delegación Territorial en cuanto a los datos y a la información es de agradecer. También su empeño en la tramitación de la segunda infraestructura sanitaria. Ahora se requiere a nivel general un plan serio en la atención primaria, verdadero muro de contención en los primeros estadios de cualquier enfermedad. Es necesaria la dotación de medios –algunos centros ni siquiera tienen los equipos más básicos, entre ellos los radiológicos- y es imprescindible la afluencia de sanitarios. Más tarde o más temprano, la pandemia pasará, pero seguirán existiendo las enfermedades, y seguirán produciéndose accidentes. Y seguiremos quejándonos de una Castilla y León cada vez más vaciada en sus pueblos, sin deparar que salud y economía es un binomio indivisible; tanto como el que forman la sanidad y los sanitarios.