Vacunas, pero no solo

En el periódico de hoy recogemos que uno de cada cuatro segovianos ya tiene, al menos, una dosis de vacuna administrada. Es una buena noticia. Después de un inicio vacilante, la vacunación está tomando buen ritmo. Quizá ello ha llevado al canto de optimismo que ayer evidenció el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, afirmando que para “mayo o junio” se podrá regresar a la “movilidad y a la actividad sanitaria normal”. Nunca es bueno que un político pase de un extremo a otro pero, puestos a elegir, nos quedamos antes con esta inyección de optimismo de cara al verano que con las previsiones catastrofistas de hace unos meses.

El poder llegar al verano en una situación de aparente normalidad es esencial, no solo desde el punto de vista sanitario, sino también desde el económico. La orientación de nuestra economía al sector servicios y a mercados de origen foráneos hace que sea esta una época propicia para la recuperación. Lo contrario –otro mala temporada de verano- sería una catástrofe de dimensiones considerables.

Nada hay en la vida que no conlleve una cuota de riesgo, ni siquiera el respirar

Todo ello depende de una cuestión: el ritmo de vacunación. Y este, de dos factores: la existencia de suficientes dosis de vacunas y la interiorización por parte de la población de que son las vacunas el único medio posible de profilaxis para superar el tremendo golpe que ha supuesto el coronavirus para el ser humano en su generalidad. La clase política, los medios de comunicación y la sociedad en general deben atender al criterio de los científicos, únicas voces autorizadas a la hora de establecer los posibles riesgos de la aplicación de una medida sanitaria. Nada hay en la vida que no conlleve una cuota de riesgo, ni siquiera el respirar. Lo complicado reside en medir la relación riesgo-beneficio, y ello debe quedar solo en manos de los especialistas, y solo aplicando métodos técnicos.

Pero la prioridad en la vacunación no debe tirar al saco roto del olvido otras necesidades sanitarias que adquieren en el horizonte próximo una significativa relevancia. Los Presupuestos de la Junta de Castilla y León para 2020 no han sido generosos con las infraestructuras y equipamientos sanitarios que necesita Segovia. La regla de 150.000 para todo igualó las inversiones en proyectos tan importantes como la segunda infraestructura hospitalaria, el Centro de Atención Primaria Segovia IV y el acelerador lineal de partículas, aunque en este último se aseguró que el crédito subiría al millón de euros desde la dotación de Servicios Generales. Créditos escasos, salvo el de radiología, pero que son necesarios activar cuanto antes.

En el principio debe de estar la palabra, pero los hechos requieren inmediatez so pena de que al final venga el viento del olvido y lo borre todo

Vamos camino de terminar abril y nada se sabe del grado de ejecución de cada uno de los proyectos. Puede no ser indicador de nada esta situación, pero el pasado que atesora Segovia en proyectos prometidos y no cumplidos nos obliga a estar ojo avizor sobre cualquier retraso. No estaría de más una explicación de la situación real de los proyectos y el calendario de ejecución, aunque las partidas sean escasas y exclusivamente destinadas a trámites administrativos más que constructivos. El viernes pasado, la consejera de Empleo e Industria anunció un Plan Territorial de Fomento para Segovia Este, dada su escasa industrialización. No es mala noticia, desde hace tiempo esperada. Pero de nuevo son solo palabras, sin un calendario ni un plan de actuaciones ni un presupuesto. En el principio debe de estar la palabra, pero los hechos requieren inmediatez so pena de que al final venga el viento del olvido y lo borre todo. Y la situación de Segovia no se puede permitir más juego de palabras ni más politiqueo vacío.