Navacerrada

En el periódico de este domingo, se incluye un interesante artículo sobre la regeneración que experimentó Valcotos una vez fue expropiada por el Gobierno de Madrid y cerrada la estación de esquí. Es ilustrativo por un doble motivo: porque indica el ejemplo que subyace en la decisión de los responsables del Organismo Parques Nacionales, dependiente de le Vicepresidencia cuarta del Gobierno central, y porque señala el camino futuro que este pretende realizar con Navacerrada. Sirva la segunda de las premisas, pero en absoluto la primera. En Cotos existía un esperpéntico proyecto que planeaba crear más de 1.000 viviendas, lo que suponía una carga al ecosistema del monte y un peligro para los residentes en caso de nevadas importantes y cortes de carretera. La única solución posible fue la expropiación. Tampoco ayudó mucho algunas actuaciones de los gestores de la estación, como la que afectó a la Laguna Chica de Peñalara por desvío de un arroyo para captar agua.

La Junta de Castilla y León, ojo, gestora del Parque Nacional, se enteró por una nota de prensa, después de más de seis meses reiterando al titular del suelo –el Parque Nacional- su autorización para la renovación de la concesión administrativa de monte público

Nada de estas circunstancias concurren en el caso de Navacerrada. Y se nota en la calidad de los argumentos esgrimidos por los responsables del Parque. Argüir al cambio climático es uno de ellos. Claro que hay cambio climático, y posiblemente en mayor medida de lo que aducen los responsables del Gobierno. Si eso hace que la estación no sea rentable será problema de la empresa que la gestiona, y nadie tiene que inmiscuirse en sus planes de negocio. Hay cambio climático aquí, en los Alpes y en el Sistema Central francés. Si esta premisa fuera definitoria, las estaciones irían cerrando por decisión propia, como ha ocurrido en muchos lugares de Francia –estaciones de primera generación- con escasa cota para la innivación y con ausencia de sistemas de nieve de cultivo. No ha ocurrido esto en el caso del Puerto de Navacerrada. La decisión ha sido unilateral, precipitada por poco argumentada y con una ausencia clamorosa de las formas. La Junta de Castilla y León, ojo, gestora del Parque Nacional, se enteró por una nota de prensa, después de más de seis meses reiterando al titular del suelo –el Parque Nacional- su autorización para la renovación de la concesión administrativa de monte público. Boutade semejante es el hablar de masificación, que lo seguirá habiendo con y sin estación. Si es el esquí el culpable, ¿qué medida se va a tomar con Valdesquí, con muchos, muchísimos, más clientes que Navacerrada? ¿Expropiarla por ser una empresa privada? Veremos también qué es lo que ocurre con Sierra Nevada, en donde confluyen un parque nacional y otro natural.

Además, Parques Nacionales, o sea, repetimos, el Gobierno central, no ha tenido en cuenta ni el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales ni el Plan Rector de Uso y Gestión que no declaraban el esquí incompatible con los valores naturales del parque ni incluían a las pistas en las zonas de reserva o de uso restringido. Ni la incidencia en la economía de un territorio del esquí, ni la historia que se encierra en las pistas de Navacerrada. Un ecologismo de salón, simple, ramplón, que asocia el esquí con clases pudientes, y la gestión de las estaciones con desafuero medioambiental, sigue imperando en la mentalidad de quienes desconocen que las estaciones de esquí sirven para sentar y fijar población en zonas que tiende a lo contrario. Hace unos años, en Aragón y Cataluña eran los valles despoblados –Sobrarbe, Bielsa- quienes solicitaban a sus Gobiernos respectivos la construcción de una estación para dar riqueza al territorio y ayudar a conservar la principal especie de la montaña: el ser humano.

En dos legislaturas y media no ha habido ni una ayuda a la otra estación segoviana, La Pinilla

Pero tampoco la Junta puede ponerse estupenda en esta cuestión. A la tibieza inaudita de alcaldes como el del Real Sitio, puesto incompresiblemente de perfil, se une, por el lado contrario, el del Gobierno autonómico. ¿Qué hace la Junta por las estaciones de esquí castellanas –las de León dependen de la Diputación Provincial? Nada. ¿Existe un plan estratégico como en Aragón o en Cataluña? No. En dos legislaturas y media no ha habido ni una ayuda a la otra estación segoviana, La Pinilla. Ni siquiera la ha visitado ningún responsable autonómico, y eso después de haber desaparecido sin más como accionista. Quizá porque no había pelea política con un rival ideológico ni nada que pescar en el rio revuelto de las disputas partidistas.

Las estaciones de esquí tienen que reinventarse para desestacionalizar la temporada, es cierto. Buenos ejemplos tenemos en la estación segoviana aludida antes, que ha encontrado en la bicicleta de montaña una actividad complementaria a la nieve. Las administraciones tienen que coadyuvar en el proceso. Pero todas.