
Cuando surgen las dudas sobre un determinado proyecto, tiene que haber alguien que lo lidere, que lo reconduzca, que después de realizar un análisis sobre sus debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades, tenga claro el estado en el que se encuentra y el futuro que le espera. La Fundación Juan de Borbón es un proyecto lo suficientemente sólido para requerir la implicación directa de la alcaldesa que además sirva para despejar cualquier duda que no tenga que ver con el cumplimiento de los fines para el que fue creada. Y entre esas dudas o sombras se encuentran las cuestiones personales o la picazón que produce la denominación de la Fundación en los mismos que consideran la música clásica como actividad elitista que casa poco con el gusto de los habitantes de los barrios populares. Argumentos estos últimos –lo del nombre de Juan de Borbón o la inadecuación de un concierto de cámara, por citar un caso, en el barrio de San Lorenzo- tan reduccionistas sobre el sentido de la cultura que produciría sonrojo en ediles del resto de Europa, en especial de los centroeuropeos.
También es llamativo el silencio de la Junta de Castilla y León
En todo caso, no debe refugiarse la alcaldesa en un informe del Interventor que, como es su obligación, se limitará a reflejar el estado contable de la Fundación en lo referido a la aportación que sale de las arcas municipales. La decisión futura es puramente política, como lo es el mantenimiento de Evisego o en su día lo fue la continuación de un proyecto como el CAT-CIDE, que hacía agua por todos los sitios, en vez de decidir su archivo.
No cabe la menor duda de que hay que replantearse el futuro que se quiere de la Juan de Borbón y no dejarse llevar por la inercia. Como hay que hacer con cualquier empresa, sea pública o privada. La pregunta es por qué precisamente ahora y no hace dos, tres años o cuatro años. ¿Por la simple necesidad del voto de un partido para sacar adelante los Presupuestos municipales? El motivo, de serlo, sería muy pobre. Si es satisfactorio el cumplimiento de sus fines –y todo indica que es así-, de lo que se trataría no sería de disminuir hasta el paroxismo los costes, por ejemplo vía reducción de personal o de salarios –medida poco progresista e ineficiente, puesto que podrían verse afectadas las actividades- sino de abrir las puertas a nuevos patronos o a aumentar la aportación de los actuales. No es entendible que grandes empresas de Segovia –algunas de ellas con reconocimiento oficial del Ayuntamiento- no participen en el Patronato o en el patrocinio de actos. También es llamativo el silencio de la Junta de Castilla y León, que debería tener mayor implicación en un proyecto como este. Pero esta posibilidad supone ceder protagonismo en la toma de decisiones, y una cogestión que hasta ahora no ha existido. Y eso lo debe conocer y aprobar el Ayuntamiento.
La Fundación Juan de Borbón cuenta en sus actividades con un gran apoyo popular.
La Fundación Juan de Borbón cuenta en sus actividades con un gran apoyo popular. Incluso en este año especial de pandemia. Sus precios son muy moderados, y es tan acertado huir de la gratuidad, que poco ayuda a la valoración de los actos, como de precios altos, tal como ocurre en otros lugares. Porque la cultura tiene un precio. Para todos. Lo que no debe introducirse en el análisis son otras contraprestaciones que se entremezclen con prejuicios ideológicos o con conceptos culturales propios de otros lugares o de otros tiempos, que en todo caso o siguen lejanos o están trasnochados.