
Uno de los textos más tempranos de María Zambrano se denomina Ciudad ausente. Una bonita metáfora sobre Segovia, que podría aplicarse hoy mismo a la situación de nuestra ciudad noventaitrés años después de que se publicara la reflexión de la escritora. Segovia sigue siendo una ciudad y una provincia ausente de los programas de gobierno, bien sea autonómico o central. Por uno u otro motivo se retrasan años intervenciones necesarias —Teatro Cervantes; retablo mayor y cenotafios de El Parral—; se omiten inversiones —segunda infraestructura hospitalaria— o se regatean servicios —radioterapia—. Nuestro proyecto estrella de ciudad —el CIDE— no tiene fecha de terminación ni su futuro, ante tal presente, se dibuja con la mejor de las perspectivas. ¿Cuál es nuestra estrategia como ciudad, más allá de la que pueda realizar una consultora? ¿Cuál como provincia?
«No se debe seguir actuando de manera inconexa o a golpe de ocurrencia»
Si se acude a los editoriales de este periódico de hace 120 años, con absoluta preocupación se colige que la situación no difiere mucho en cuanto a proyectos estratégicos. La importancia del sector primario de otrora, que hoy hace que luzcan empresas agroalimentarias punteras en toda España y Europa, se ve amenazada por un cambio generacional y por la entrada de las instalaciones fotovoltaicas a tropel, sustituyendo campos por paneles, superficie de cambiante cromatismo por el metálico cristalino, que poco valor añadido residencian y escaso empleo genera en la zona. Anuncios como que la Base Logística del Ejército de Tierra se va a ubicar en Córdoba demuestran de manera nítida la escasa relevancia que posee Segovia en órganos de decisión externos a la provincia. De poco sirve promover con fondos propios un centro de innovación y desarrollo empresarial cuando los proyectos que generan empleo salen fuera de nuestro territorio. Segovia ha quedado excluida del reparto de organismos y centros culturales de la región; el Plan Director de Promoción Industrial de Castilla y León -2017-2020- ha pasado de puntillas sobre la provincia; somos la única ciudad de España que no tiene un Grado de Enfermería; se primó otra vez a la España periférica en la concesión de la capitalidad europea de la cultura…, y así sucesivamente. No es de extrañar que la Diputación Provincial se configure para muchos como la administración supramunicipal más dinámica en proyectos de obras y servicios. Y que otros tantos recuerden con nostalgia los días en que esta provincia se debatía sobre el futuro autonómico que quería adoptar.
Los representantes de los partidos mayoritarios, PP y PSOE, pero también sus coaligados, Cs y Podemos, se ven sometidos a lógica presión cuando se trata de explicar los desapegos con Segovia de las administraciones en las que gobiernan. Hace unos días ocurrió con la base logística y dentro de unas semanas el retrato de cada cual saldrá de los Presupuestos de la Comunidad Autónoma. No es ocioso volver a insistir, aunque poco confiemos en el eco de nuestra llamada, en la necesidad de que los partidos con responsabilidad ejecutiva lleguen a un acuerdo sobre el proyecto de territorio que se pretende para el futuro. No se debe seguir actuando de manera inconexa o a golpe de ocurrencia. No sería deseable que dentro de 120 años estuviéramos con las mismas carencias, con las mismas incertidumbres, con el mismo vuelo alicorto que hoy presiden nuestro presente.