
Decía el estratega militar que fue Clausewizt que en una guerra un país unido es mucho más complicado de vencer que uno dividido. Sin necesidad de acudir a paralelismos metafóricos debemos saludar algunas señales de estabilidad municipal en la ciudad de Segovia y de sintonía política en la región de Castilla y León que nos reconfortan, y que se separan la una y la otra del ambiente de confrontación constante que predomina en la política estatal.
Comenzó el Ayuntamiento de la capital con la moción aprobada por unanimidad que reclamaba la reapertura del Policlínico o de un establecimiento sanitario que resultara complementario al Hospital General, y ha seguido con el acuerdo adoptado el pasado viernes por los partidos del arco parlamentario castellano leonés fijando los ejes sobre los que ha de pivotar la reconstrucción de la Comunidad tras la pandemia. Es especialmente significativo que no haya habido línea roja alguna sobre los participantes y que se recalque en el comunicado final el “ambiente de cordialidad” que se ha observado en la cita. Siempre hemos defendido que en un Estado democrático, como lo es el español, cada uno debe cumplir su cometido, y el de la iniciativa política corresponde a quien ostenta la responsabilidad ejecutiva, resultando pueriles las argucias dialécticas para trasladar la responsabilidad de una acción o de una omisión a la oposición. Ahora es necesario que ese acuerdo tenga continuidad en el desarrollo y ejecución de cada uno de los cinco puntos que conforman el pacto, sin olvidar el papel que a cada una de las partes —Gobierno regional y Cortes— le corresponde en el empeño.
Y puesto que el primer punto del acuerdo se refiere a la voluntad de conseguir una “Sanidad de calidad y de equidad” no debemos ocultar—porque una cosa es coadyuvar a la estabilidad y otra bien distinta cerrarse a la evidencia— que la pandemia ha puesto de manifiesto una estructura sanitaria débil, como se ha comprobado en Segovia, con escasez de dotación hospitalaria y de camas UCI. Otro elemento que ha mostrado su endeblez ha sido la asignación de personal y de infraestructuras a algunos Centros de Atención Primaria de poblaciones que multiplican por un coeficiente de 4 la población residencial en relación con los vecinos.
Siguiendo con el contenido del pacto, y como primera medida para la ejecución del punto tres —“Actividad económica y empleo”—, debería realizarse por el Consejero de Economía y Hacienda una solicitud al ICO para que informe sobre el montante de préstamos avalados en la región y la participación en ellos de las distintas entidades financieras. Existe un descontento en amplias capas del empresariado que es necesario despejar antes de que se cierre la línea de crédito abierta por el Estado.
Asimismo, y en relación con el punto quinto —“Financiación de la Comunidad tanto a nivel nacional como en la Unión Europea”—, habrá que tener en cuenta que Castilla y León posee en vastas zonas de su territorio una densidad de población/km2 menor que Laponia, y que hasta el momento no se ha configurado en nuestra región ningún programa específico europeo para solventar este problema. La demostración de que las políticas de concentración poblacional tienen alternativas urbanísticas centrífugas asociadas con el teletrabajo hace muy necesario un plan de actuación en las zonas rurales que las dote de infraestructuras tecnológicas y permita una política inteligente de suelo.
Es significativo, por último, el segundo de los puntos del pacto, “Protección social”. Somos la segunda Autonomía española más envejecida, después de Asturias. Nuestros mayores han sido castigados de una manera brutal por la pandemia; se impone prestar especial atención en el futuro a las residencias de ancianos, sea cual sea su titularidad, y establecer redes de tutela y de protección social más efectivas que las desarrolladas hasta el momento.
Nosotros, como medio de comunicación centenario con intereses únicamente enmarcados en la defensa de Segovia y Castilla y León, seguiremos en nuestro papel de vigía con el solo instrumento de la palabra, intentando siempre el bienestar de nuestros conciudadanos. Unas veces criticando y otras, como hoy, recomendando y alabando; en eso seguimos fielmente el criterio de Beaumarchais: sin la libertad para criticar el elogio no halaga.